El área del cementerio era bastante pequeña e íntima, como del tamaño del jardín de una casa. Caminaron por un sinuoso sendero de adoquines, y mientras lo hacían, ella notó la antigüedad de las lápidas, y la peculiar tipografía, ya tan desgastada por el paso de los años. Los epitafios estaban en inglés, pero éste era tan antiguo y extraño, que parecía otro idioma. Caitlin leyó los nombres con cuidado y puso especial atención a los apellidos. Pero no encontró a ningún “Paine” ni variaciones sobre la palabra. Recorrieron todo el sendero sin encontrar algo útil, y cuando llegaron al final, la chica se detuvo y leyó una inscripción. En ella se hablaba de las espantosas torturas que se les había infligido a las brujas; a una de las cuales, según la descripción, se le “oprimió” hasta la muerte.