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Jack echó bastante crema en la gruesa taza de café adornada con el logo del restaurante familiar de Addy. Él echó dos cucharadas llenas de Splenda y comenzó a revolver la mezcla.
Él se detuvo en el marco de la puerta de la habitación. Ella era hermosa cuando dormía, inocente y despreocupada. Era la única vez que la había visto sin preocupaciones cubriendo su cara.
Addy estaba acostada en la cama con una pierna bronceada sobre la sábana. Su camiseta se había subido durante la noche y tenía expuesto su estómago tonificado.
Con cada respiración profunda, él no pudo evitar notar su pecho levantándose y cayendo. Claramente no tenía sujetador, por un momento pensó que podía ver a través de la tela.
“Buenos días”, dijo él, justo cuando su bulto comenzaba a ser visible.
“Buenos días”, mur
