Mis pupilas llegan hasta sus ojos, intensos y oscuros, provocándome un gimoteo. Su pecho sube y baja con rapidez como si hubiera corrido una maratón o algo por el estilo. ─Necesitaba… ese baño, sentía que estaba ardiendo ─explica con una sonrisa de vergüenza. Asiento con la cabeza rápidamente, aún embelesada por lo que han creado los Dioses del Olimpo para torturarme. ─Iré… a cambiarme ─menciona, dándose la vuelta para entrar al cuarto. Dejo salir el aire de mis pulmones que no sabía que estaba retenido. Vale, haremos esto, Gini. Sírvele la sopa, tómale la temperatura y te vas, fin de este día. Sí, eso haré, me digo a mí misma. Tomando el tazón hondo para verterle la sopa mágica. Con cuidado camino hacia la habitación, golpeteando la puerta. ─Pasa ─menciona, dándome permiso. Lo h