Puso sus manos sobre mis mejillas y me besó otra vez, recostando mi espalda sobre la cama y respondí a su beso entreabriendo mi boca y ofreciéndole mi lengua para mezclar nuestras salivas y “echar más combustible al fuego” que ardía en mi interior. Desató el cinturón de la bata y la abrió, se arrodilló sobre la cama para observarme desnuda y me dijo “Que hermosa eres Karen” Me volvió a besar apasionadamente, me hizo sacar mis brazos de las mangas de la bata y besó mis hombros, mi cuello y mi pecho, al llegar a mis tetas las chupó y lamió dulcemente para después continuar su camino hacia abajo, lamiendo y besando mi vientre y mi ombligo hasta llegar a mi pubis. Se quitó la playera, se arrodilló en el piso, apretó mis pantorrillas sobre su pecho desnudo y besó mis rodillas, besó mis muslos y