Capítulo 4

3162 Words
Yankiray Me siento rara con este vestido nuevo que Mawunko me trajo para que use, resulta que viene gente de no sé donde y debemos recibirlos con abundancia, demostrando que somos un pueblo que prospera y que tiene como para recibir a "Amigos", porque sino estaríamos demostrando que Mawunko no es un jefe digno de su puesto y si que lo es, todos en el pueblo aún los que son considerados la escoria están bien comidos con sus tiendas en renovación y ropa sana, las estadísticas de muertes no son altas, los niños crecen bien dando esperanzas de vida a la aldea, pero eso no es todo, lo malo es que todas la mujeres me miran mal porque no ayudé en la cocina, pero no me enteré de esto hasta que Mawunko llegó con el vestido y me dijo que nos prepare rápido que ya la gente esa había llegado y no sabia de que gente hablaba pero de igual forma me preparé junto con los chicos. Nuestra tienda esta abarrotada de gente a más no poder y todos me miran con curiosidad, soy hija de un jefe y la principal de otro jefe aún mas fuerte del que soy hija, se deben preguntar hacia donde está mi lealtad cosa que aún yo misma dudo. —Sean bienvenidos con paz. —todos asienten y ya me imagino el pedido. —¿Su mujer?. —Si. —pasa su mano por mi cintura apretándome al él—. Yankiray mi esposa. —Un gusto. —asiento sin decir nada, es más, miro al suelo del asco que me da. —Vamos a sentarnos a comer algo y hablamos de negocios ¿qué les parece?. —Me parece buena idea. —con los nenes nos sentamos detrás de Mawunko y Caupolicán, él es el escudo hacia su familia—. Estas prosperando gratamente... Aún para ser tan joven. —él asiente y el hombre me mira haciéndome sentir muy incomoda. —Estoy acá. —habla con voz dura y el hombre se ríe—. Mi cara está acá no detrás mío y espero que no sea a mi esposa. —Discúlpame pero tú compañera es muy hermosa... Ahora sé porque la tiene como principal. —asiente y el hombre me da miradas fugaces—. Si me permite una noche con ella estaría muy honrado. —Mawunko come sin responder y todos lo miran esperando una respuesta y yo tiemblo por su reacción, sé que no me va a conceder pero temo algo peor. —Los invito a que voluntariamente se retiren de mi tienda. —sigue comiendo como si nada pasara—. No quiero que esto interceda con los negocios que vinieron a hacer. —¿Me ofendes al rechazar mi petición?. —de la nada esta arriba del hombre con un cuchillo en su garganta. —Vuelve a pedir pasar la noche con mí mujer y este cuchillo va a hacer un corte limpio de lado a lado. —todo es silencio, todos los hombres de la aldea están con sus cuchillos en mano dispuesto a pelear—. Lo escucho. —Nos retiramos. —De mis tierras. —se para y todos salen—. Que se vayan todos. —Si. —Caupolican esta delante de nosotros con dos cuchillos en sus manos, es todo tan irreal, Mawunko me mira un buen rato. —Puta arrastrada. —me agarra del brazo y me lleva a nuestra cama casi corriendo. —NOOOOOOO. —gritan todos los nenes a la sigan. —SACALOS CAUPOLICAN. —él duda y yo asiento dándole el visto bueno de que los saque. —Vamos. —los saca llorando y me lleva hasta la cama. —Mawunko no es lo que crees. —me agarra de los pelos que me llega agachar de tanto que me tira hacia abajo, termino de rodillas. —¿Qué es lo que creo?. —me habla a la cara inclinado mirándome bien de cerca—. Vi como todos ellos te miraban... Vi como te deseaban y me humillaste delante de mi pueblo. —¿Cómo voy a hacer eso? Estabas a mi lado junto a todo el pueblo, jamás haria tal cosa Mawunko. —mis lágrimas caen del dolor que me esta haciendo tener al tirar con tanta fuerza de mi pelo—. Jamás te humillaría, soy hija de un jefe sé lo que significa. —me suelta tarándome a la cama, me siento desesperada y me apunta. —La próxima te va a ir muy mal Yankiray... Muy mal. —sale y vienen los nenes corriendo. —¿Te golpeó?. —Caupolicán se agacha delante mío analizado mi cara como buscando algo. —No... Solo discutimos. Me acuesto con ellos en sus camas donde no soporto siquiera sentir su olor, menos a que venga y quiera dormir en la misma cama conmigo después de lo que creyó de mi y de lo que me dijo. Lloro un buen rato en silencio sintiendo los bracitos de Aneley que busca de mi calor, me duele la cabeza y el alma, yo tratando de ser una buena esposa y viene este y dice que provoqué a esos tipos delante de él, está enfermo la verdad, él se ve con otras mujeres y me dice a mi que lo avergüenzo. ..................... Pasan unas semanas donde no viene nada más que a comer y exigir ropa limpia cosa que sabe que va a tener porque a pesar de que no nos llevamos son cosas que debo hacer, si, me trata mal, no me mira, y cuando me habla lo hace muy mal, pero lo veo del lado en que todos los días trae la comida para que alimente a los nenes y para que yo tampoco pase hambre, pero otra cosa es lo que me tiene mas alterada, mis nauseas son abundantes y mis lunas de sangre no llegan, mi niño esta creciendo dentro de mi ser sin que su padre sepa de su existencia, pero tampoco sé en que momento se lo podría decir si casi no hablamos. —Vamos al rio a traer agua. —Si. —acarreamos varios baldes hasta que me cruzo a Ailin. —Yankiray. —paro la marcha mirándola con una sonrisa. —¿Cómo estas?. —Bien... Quería invitarte a comer a mi tienda. —¿De verdad?. —Junto con mi esposo queríamos invitarte. —se aprieta las manos nerviosa pero para mi es lo mejor que me ha pasado—. Seria un honor que vayas. —Debo ir con los niños. —No es problema. —Entonces si, acepto... A penas los termine de bañar vamos. —Bien, los espero entonces. —pongo el gran fuenton que tenemos gracias a los comerciantes blancos y voy bañándolos ahí con agua caliente. —¿Acaso no me iban avisar que estamos invitados a comer donde mi mayor guerrero?. —todos lo miramos cuando habla de golpe y se acerca al agua—. Prepárame la ropa mujer. —Si. —los cambio y cargo a Aneley y los demás rodeándome. —Yan ¿qué vamos a comer?. —Lo que sea que nos sirvan van a comer. —cuando él habla solo lo miran sin decir nada donde le tienen miedo—. Si escucho un comentario con la comida en la casa los castigo. Lo miro frunciendo el seño, ¿qué le pasa? Jamás les había hablado así, ni aún cuando ellos están que no dan más de mañas o de contestones, soy yo la que tiene que poner los puntos y que intente corregirlos de esa forma no me gusta para nada. ......... Cuando volvemos a la tienda me pide que me acueste con él, camino por la tienda acomodando las cosas sintiendo su mirada sobre mi y eso me hace temblar, detesto ser la segunda, la que esta disponible cuando la primera no puede, pero es el jefe, debo complacerlo porque así como me aceptó me puede mandar volando y o me puede sacar el cargo de la principal y eso seria mi ruina. —Aaagggg. —muerdo su hombro y clavo mis uñas sobre su espalda. —Aaa... Mawunkoooo. —se cierne sobre mi y alzo más mis piernas porque siento que debo hacerlo. —Oojjjjj. —siento que algo caliente me inunda haciéndome quedar paralizada de lo bien que se siente, es algo demasiado placentero—. Por los dioses. —Aaaaa. —suspiro entre cerrando los ojos del sueño que me dio. —Yankiray. —lo miro como se seca la transpiración y la otra mano la pasa por su vientre sin parar de jadear—. ¿Has tenido tus lunas de sangre?. —Hay vida dentro de mi Mawunko, quería decírtelo pero no me lo permitiste. —se sienta en la cama con brusquedad. —¿Cuántas lunas?. —Tres... Desde la primera vez juntos. —por primera vez lo veo sonreírme—. ¿Te pone feliz?. —Muy feliz... Ya no hace falta que hagamos esto. —siento que clavó un puñal en mi corazón al decir eso, me paro agarrando mi vestido. —Me voy a dormir con los nenes. —Quédate acá yo me voy. Lloré amargamente toda la noche, no tengo sentimientos hacia él sino que me da rabia la forma en la que me humilla, frente a todo el pueblo soy el asme reír diario y ahora con un hijo peor, me aseguro mi puesto y el de todos pero me importa el mío solamente, pero de ahora es mas voy a ser solo eso, la principal que le va a dar un heredero y nada mas y debo luchar para que mi hijo sea fuerte frente a los ojos del pueblo y de esa manera Mawunko lo va a tener en alto y respetado sobre los demás hijos que tenga. ***** Mawunko. Voy rumbo a campo abierto a casar algunos animales y llevar carne para mi gente, Caupolicán queda a cargo del pueblo cuando yo no estoy, aunque es menor que yo es el hombre de más confianza en mi vida, puedo quedar totalmente tranquilo cuando lo dejo a cargo, no como otro que estoy pensando todo el tiempo en que es lo que hace. Miro las estrellas pensando en Yankiray y su vientre, antes de venir la vi riendo con Ailin y eso me hipnotizó, cuando estoy a su vista no ríe, no habla y se mantiene concentrada en lo que hace haciendo de cuenta como que no estoy donde ella o que no me ve para nada. —Por fin alimento. —dice Yemai riendo por los animales que pudimos casar—. Ailin va a estar contenta de comer otra vez carne después de tanta verdura. —Yerimen me estaba pidiendo carne. —recuerdo a mis hermanos suplicando por un poco de carne. —¿Cómo va el bebé?. —Bien... Todo perfecto... Falta para que mi primogénito nazca. —¡Que felicidad! Así sea una hembra un hijo es lo mejor. —aún esta dentro de Yankiray y aún asi es lo mejor que me ha pasado, no quiero imaginar cuando lo cargue orgulloso de que sea mío—. ¿Estarías enojado si es una hembra?. —No... Para nada. —me rio porque ya he pensando en eso y mucho—. Tendré que hacerle otro hijo de inmediato. —se ríe a carcajadas—. ¿Has las divisiones si Yemai?. —No te preocupes, ve a verla. —entro a mi toldo viendo a Ayen haciéndole una leche a los más pequeños y eso es raro porque de todo se encarga Yankiray no mis hermanos. —¿Yankiray?. —Ah... Hola. —alzo las cejas por eso, ya hablan como ella y hacen los mismos gestos—. Fue donde Fiaki. —¿A qué fue?. —dejo la presa de nosotros a un lado y pienso que es un hombre solo sin deseos de casarse por lo que me ha comentado. —No lo sabemos, solo dijo que iba ahí. —salgo y apurado voy hacia el toldo de Fiaki, entro cuando escucho un gemido agudo, saco mi cuchillo dispuesto a clavárselo al mal nacido si esta tocando a mi mujer. —Quieto... Vamos Fiaki debes aguantar. —Ya no puedo Yankiray. —corro la tela y veo que le esta cociendo una herida en su pierna mientras Caupolican le sostiene la pierna utilizando todo su peso para que ella pueda hacerlo bien donde se mueve del dolor. —Listo... Todo listo. —le limpia la herida y le da agua—. Te voy a dar algo para el dolor. —cuando se gira me ve, pasa por mi lado sin decir nada. —¿Mawunko?. —miro a Fiaki todo transpirado, me pongo en cuclillas a su lado así no se esfuerza para hablar. —¿Qué sucedió hermano?. —El entrenamiento salió mal. —niego mirando su pierna, Yankiray se arrodilla como puede a su lado por lo avanzado del embarazo y le da un té de hierbas. —Listo. —le seca la cara con un paño—. Después vengo a mirar como va y voy a pedir que te vengan a dar de comer y ayudar en tus necesidades, vendría yo pero no puedo hacer mucha fuerza y eres un hombre corpulento. —¿Voy a poder volver a entrenar?. —Esperemos a que estos días lo mire para ver como evoluciona ¿si?, pero hasta que no vea que estas en condiciones no te hagas el loco porque puedes perder la pierna. —Bien... Gracias Yankiray. —No es nada, solo haz caso nada mas. —Caupolican la ayuda a parar y salen sin esperarme. —Me tengo que ir... Mañana vengo a verte. —Gracias Mawunko. Veo que va sola hacia nuestra tienda, mi hermano va al rio y supongo que a buscar agua, la sigo diciéndome que si la ves desde atrás dices, ¿qué tiene que camina así? Pero si se gira un poquito le ves el terrible vientre que carga con mi hijo ahí, va a ser un bebé grande, estoy seguro de eso. Aún recuerdo la pelea que tuve con Aria por el embarazo de Yankiray, me reclamó el jamás acabar dentro de ella por miedo a embarazarla, pero ella no es mi esposa, por ahora no lo es, tengo que esperar a ver si el bebé es un macho o voy a tener que seguir acostándome con Yankiray, aunque no es tan malo como suena, es suave, tierna y pura, se entrega a mi como ninguna, ver su hermosura tan de cerca no tiene precio, sus labios hinchados por mis besos me fascina, y los ojos le brillan de deseo puro, no es ningún sufrimiento acostarme con ella. —Mawunko. —me empujan con fuerza casi tarándome, me giro y es Raimy riendo —¿Qué te pasa?. —Estas tan hipnotizado por tu mujer que no te das cuenta de nada. —no digo nada—. El mercader blanco esta en el lago, ¿Vas a querer algo?. —Si... YANKIRAY. —para la caminata y con la mano le hago señas de que venga hacia mi—. Vamos a ver al mercader blanco. —Esta bien. —vemos en el carro todo lo que tiene, es un blanco que sabe hablar nuestra lengua y trae de todo pero lo único que me pide es hilo, aguja y jabón—. Esto quiero. —¿Nada más?. —No. —agarro un collar con piedras lindas. —Este podrías usarlo en las reuniones importantes. —No gracias... Esto no mas. —arreglamos el p**o y se va sin esperarme. —Me llevo este collar también. —Tu esposa esta cada vez mas linda. —lo miro alzando una ceja y él sigue como si nada, todos se alejan del carro en silencio—. ¿Qué pasa?. —No vuelvas jamás a decir que miras a mi esposa. —me acerco y él traga duro—. O te despellejo acá mismo. —vuelvo a los toldos y la veo hablar con un joven, le toca el brazo riendo y él se va feliz dando unos saltos antes de correr—. Yankiray. —¿Qué pasa?. —¿Qué quería ese?. —Me preguntaba por unas hierbas ¿por?. —Y por eso lo tocabas. —da unos pasos hacia atrás donde me acerco, pero de inmediato acorto la distancia que se alejó—. Responde. —No lo tocaba Mawunko. —¿Y yo qué vi entonces?. —sus ojos se empiezan a llenar de lágrimas. —¿Ahora no puedo tener trato con nadie? ¿Debo quedarme encerrada mientras tu me humillas con la sucia de Aria?. —¿Qué?. —camina apurada a nuestra tienda y yo atrás—. Te estoy hablando Yankiray. —la alcanzo antes de entrar. —No me toques indio sucio mugroso. —la suelto de inmediato—. No me vuelvas a tocar. A la noche estoy acostado en mi cama escuchando como les cuenta historias a mis hermanos y ellos se rien a carcajadas, oírla reír es hermoso, todo en ella es hermoso, desde que llegó todo cambió, no solo el estado de nuestra tienda, ropa, alimento; sino que los nenes empezaron a reír, a comportarse como niños. Caupolican que no la quería ahora la protege de todo, la rodean como si fuera una piedra preciosa cuando se trata de defenderla, carga a Aneley como a una hija, a mis hermanos los reta con autoridad haciendo que la obedezcan, no entiendo que fue lo que hizo para que todos cayeran a sus pies, pensando en eso me duermo. Siento que me mueven, que alguien me sacude, agarro mi cuchillo que guardo debajo de las pieles y me doy vuelta. —Mierda Yankitay, ¿qué haces?. —Escuché que anda alguien. —¿A dónde?. —me siento alerta donde esta muy nerviosa. —Afuera... Los escuché hablar como los blancos. —me paro poniéndome el pantalón. —No salgas... Quédate adentro con los nenes. —Si. —despierto a Caupolicán procurando que mis hermanos menores no despierten. —¿Qué pasa?. —Yankiray escuchó a blancos. —Mierda. Salimos con tranquilidad y preparados para cualquier cosa, no soy como mi padre, no voy a correr como un cobarde, no voy a dejar que maten a mis hermanos y violen a mi mujer con tal de salvar mi propio culo, primero me van a tener que matar para llegar a ellos. Agachado doy vuelta por mi toldo y ahí los veo, dos blancos que hablan entre ellos, Caupolican me dice que son los blancos que buscan en el pueblo por abusar de unas crías de seis años, de esta no se salvan. . .
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