Capítulo 2: Cómo ser una esposa.

3270 Words
—¡No, absolutamente no! —Annie… —No, Tristan. Lo siento mucho pero este es mi limite. Tristan me sigue fuera de la cocina. Lo veo de reojo bajarse las mangas de la camisa después de lavar los platos. Aparto la mirada. ¿Cómo puede verse tan bien solo arremangándose la camisa. Es tan molesto. —Annie.— repite él. —Deja de decir mi nombre Tristan, no voy a hacerlo. No voy a dejar que mi hija de ocho años aprenda a desarmar a alguien. Ni siquiera se si eso es legal. ¿Qué vas a hacer cuando servicios infantiles toque a nuestra puerta? —Yo me encargo de servicios infantiles. No me encanta el tono oscuro con el que dice eso. —No vas a matar a nadie de servicios infantiles— lo señalo. —¿Por qué no?. ¿Qué? ¿Realmente me esta preguntando eso? —Porque no Tristan, no puedes solucionar todos tus problemas matando. Él me sonríe y veo la astucia brillando en sus ojos. —¿No te mordiste la lengua, Annie? Carajo. —Eso fue un accidente yo no quería que Victor muriera. Fue… un impulso. —¿Así se le dice ahora?— bromea con una astuta sonrisa en ese molesto rostro bien definido. Lo veo cruzarse de brazos y los músculos de estos se le tensan. Me obligo a seguir enojada. —Cállate. Lu no va a tener contacto con ningún arma y es definitivo. Tristan abre la boca seguramente para insistir cuando escuchamos un portazo que nos congela a ambos. Entonces veo a Lu entrar como un huracán al departamento, no trae su mochila consigo y entra corriendo directamente a su habitación sin siquiera saludarnos. Miró a Tristan esperando encontrar una respuesta en su rostro pero esta tan sorprendido como yo. Poco después la puerta vuelve a abrirse y Leo entra. Esta sin aliento y la mochila de Lu cuelga de una de sus manos, su camisa esta arrugada y lleva ligeramente torcida la corbata del uniforme de chofer que Tristan le hace usar. Leo siempre ha sido un chico realmente caballeroso y dulce, pero ahora ignora nuestra presencia por completo mientras va directamente al cuarto de mi hija. Tristan y yo vemos con sorpresa como Leo golpea la puerta del cuarto de Lu con desesperación. —¡Lu, lo siento! ¡Por favor habla conmigo! Escuchó un golpe como si Lu hubiese lanzado algo contra la puerta antes de escuchar su voz. —¡Vete! ¿Qué caraj… Veo una sombra cruzar a mi lado y en un instante Tristan tiene a Leo por las solapas de la camisa casi ahorcándolo. —¿Qué le hiciste a mi hija, cagna de mierda? Leo que no había reparado en nuestra presencia finalmente nos nota y puedo ver la culpa cargada en su rostro. —Yo… —¡¿Tú qué?!— le grita Tristan agitándolo por las solapas de la camisa. —Lastime a uno de sus amigos. No era mi intención pero el niño estaba… siendo inapropiado.— añade tensándose. ¿Inapropiado? —¿Cómo que inapropiado?— pregunto. Leon se aclara la garganta intentando respirar a través del agarre de Tristan. —Tristan déjalo hablar. Tristan no se mueve y casi creo que no va a escucharme pero finalmente lo suelta dejando su camisa aún más arrugada y desaliñada que antes. —Era un niño de sexto año, y él quiso… besar a Lu.— responde y puedo ver un ligero rubor en su rostro pálido.— ella es solo una niña, por supuesto que no lo iba a permitir, mi deber es su seguridad así que solo… bueno…— Leo de pronto pasa de tímido a avergonzado y culpable cuando baja la cabeza y la voz al susurrar…— yo le hice una llave y le rompí el brazo. Dios mío. —Leo…— mi voz sale cargada de incredulidad. ¿Le rompió el brazo a un niño de doce años? Leo me mira con profunda vergüenza antes de asentir con la cabeza. Vuelvo mi atención a Tristan pero él esta frente a mi dándome la espalda y no puedo ver su rostro. —Fue un accidente, solo quería inmovilizarlo. Para mi sorpresa veo a Tristan poner una mano en el hombro de Leo en un gesto casi paternal que me deja boquiabierta. Pero lo que dice después de eso es lo que realmente me deja congelada. —Buen trabajo. ¡¿Qué?! —¡Tristan estas loco! Le rompió el brazo a un niño, ¿Cómo que “buen trabajo”? —Vete por ahora, yo hablaré con Lu— le dice y Leo asiente mirando por última vez la puerta del cuarto de Lu antes de salir rápidamente sin levantar la cabeza en ningún momento. Tristan va hacía el cuarto de Lu pero yo corro y me atravieso en su camino. Él casi se tropieza conmigo pero se detiene a tiempo. Lo noto darle un rápido vistazo a mi vientre de embarazada cada vez más prominente antes de mirarme a los ojos como si se asegurara de que todo esta en orden. Últimamente lo noto hacer mucho eso. —A esto es justo a lo que me refiero. No puedes hacer esto Tristan, no puedes enseñarle a mi hija que esta bien que su guardaespaldas le rompa el brazo a un niño solo por que quiso besarla. —¿Solo?— me pregunta Tristan ofendido— es una niña Annie, ¿quién se cree ese hijo de nadie para tocar a mi hija, para si quiera mirarla? Ademas, me estas diciendo esto cuando tu le rompiste la nariz a la maestra de religión por cortarle el cabello a Lu. ¿O ya lo olvidaste? De verdad tengo que empezar a cuestionarme mis elecciones en la vida. —Eso fue diferente— intento decir. —No lo fue. Annie tú elegiste casarte conmigo, cuando yo me fui después del secuestro de Lu lo hice con la intención de alejarte de mi mundo, con la intención de dejarte ser libre y vivir tu propia vida, pero tu elegiste buscarme, tu elegiste quedarte conmigo. Ahora eres mi esposa, y Lu es mi hija, tu lo aceptaste. Mi mundo no es un lugar dulce Annie, ser mi esposa implica ver y hacer cosas que una persona con un vida normal y mundana nunca hará. Soy un asesino Annie, vivo de ello, tengo más sangre en mis manos de la que puedo recordar, ni siquiera recuerdo el rostro de la primera persona que murió en mis manos. —¿Entonces solo debo resignarme y aceptar que Lu crezca pensando que esta bien lastimar a una persona si esta es molesta? ¿Crecerá para ser ESE tipo de persona? ¿Ese es el padre que serás para ella? Veo a Tristan bajar la mirada al suelo antes de dar un paso hacia mi. Sus cálidas manos sostienen mi rostro haciéndome mirarlo. Veo dolor en su mirada. —Puedo ser un buen hombre para ti Annie, puedo cuidar de ti y de Lu, puedo tratarte con delicadeza si me lo pides, pero no me pidas que sea un hombre bueno para el mundo, no me pidas que sienta compasión por las personas que me molestan o que se meten con mi familia. Si alguien presenta algún tipo de peligro para ti o para Lu voy a eliminarlo y no hay discusión al respecto. Sabes que lo último que quiero es que Lu sea parte de este mundo.— lo siento tocar mi vientre— pronto tendremos otro hijo, y mis enemigos verán en él como ven en Lu una debilidad, algo con lo que hacerme daño. Por eso debo criarlos fuertes, por eso debo enseñarles a protegerse, por eso es que quiero que Lu aprenda a defenderse, a no tener miedo de un arma porque podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte para ellos. Me tensó. Cierto. Se que es cierto, pero es algo demasiado crudo para que pueda aceptarlo. Me niego a admitir que yo misma puse a mi hija en este juego entre la vida y la muerte, que yo la metí en esta vida que ella no eligió. —Y por esta razón es que…— Tristan me deja y lo veo sacar algo de uno de los cajones del librero junto a la televisión. El librero más que de libros esta lleno de todos los videojuegos de Lu. Videojuegos que Tristan juega con Lu, pacíficamente, como si sus manos no estuvieran manchadas de sangre, como si fuéramos una familia normal. Tristan vuelve, toma mi mano y deja algo frío y metálico en ella.— por esta razón es que conseguí esto para ti. Una pistola sorprendentemente pequeña descansa en mi mano. Su peso se hace más grande entre más la observo. —Tristan… —Se lo que vas a decirme Annie pero esto tampoco esta a discusión, tendrás que llevar esto a donde vayas y tendrás que aprender a usarla. Tus clases comienzan mañana. Con esas palabras se va en dirección al cuarto de Lu. Aún estoy procesando lo que ha dicho por lo que apenas soy cociente de nada más que el arma en mi mano. . —¿Puedo pasar?— pregunto tocando suavemente la puerta. —No quiero ver a Leo. —Él se fue. ¿Puedo pasar? —Si— me responde Lu con una pequeña voz triste. Entró a su habitación. Ella esta en su cama con las piernas abrazadas a su pecho, veo en su rostro una profunda expresión de tristeza. Me siento a su lado. —¿Quieres contarme que ocurrió? —Leo lastimó a mi amigo— me dice y la veo apretar los puños con rabia.— él ahora esta en el hospital y mi maestra quiere hablar con ustedes. De nuevo. No podemos cambiar a Lu de escuela otra vez o estaremos en problemas. —Leo me contó que ese niño intentó besarte. ¿Eso es cierto? Lu parece tímida de pronto y asiente incómodamente con la cabeza. —¿Te gusta ese niño? Mi hija de pronto hace una expresión de asco muy graciosa y niega con la cabeza. —¡No! Los niños son desagradables. No me gustan. No puedo negarlo, me siento intensamente aliviado al escucharla. Me encantaría que ella pensara así por el resto de su vida pero se que tarde o temprano crecerá y que ese niño solo será el comienzo de un gran dolor de cabeza. Debo controlarme. Ya me ocuparé de ello en su momento. —Pero…— añade Lu de pronto. —¿Que ocurre?— pregunto tensándome. —No soy buena haciendo amigos. Los otros niños no quieren jugar conmigo cuando saben de mi enfermedad, piensan que voy a contagiarlos o algo así. No tengo muchos amigos y ahora que han visto lo que Leo hizo ya no tendré ninguno.— la voz se le va rompiendo hasta que la veo taparse la carita con las manos para que yo no la vea llorar. Tiró de ella y la pongo en mis regazo para abrazarla. La siento temblar pero me doy cuenta que esta luchando por no llorar. Ahora entiendo lo que Annie quiere decir. Por más que ella haya elegido estar junto a mi ellas son completamente ajenas a mi mundo. No puedo simplemente imponerle que haga lo que yo quiero que haga. Llevo mucho tiempo conociendo a Annie, más años de los que ella cree, claro que esa es una historia que ella desconoce, pero se como fue su infancia, con una familia extremadamente conservadora y unos padres terriblemente religiosos que ni siquiera le enseñaron a usar un condón sin satanizarlo, exigirle que aprenda de pronto a matar sin sentir culpa no es algo que pueda imponerle. No cuando Annie todavía despierta en las noches gritando entre pesadillas cuando revive una y otra vez el momento en que mató al padre biológico de Lu. Suspiro. Estoy haciendo este trabajo de padre terriblemente mal. —Hablaré con Leo, ¿de acuerdo, Lu? No pasará otra vez. Ademas, claro que tienes amigos, Leo es tu amigo ¿no es así? Lu parece pensarlo antes de negar con la cabeza. —Le lancé mi mochila a la cabeza, no creo que quiera ser mi amigo tampoco.—dice ella mirando su regazo con culpa. Contengo una carcajada y lucho desesperadamente por mantener el rostro serio. —Yo…—me aclaro la garganta. Se que debo mantenerme serio, se que Annie no querría que me mostrara orgulloso así que respiro un par de veces antes de añadir— se que él no esta molesto por que le lanzaras tu mochila a la cabeza, no esta herido así que solo hablen, él también se siente culpable por lastimar a tu amigo. —¿De verdad?— pregunta de pronto ella esperanzada. Yo sonrío al ver que su semblante mejora. —Claro, se que se disculpará contigo en cuanto tenga la oportunidad. —Y dime Lu ¿solo eso ha pasado en la escuela? Dices que se alejan de ti por tu enfermedad, ¿los niños te han vuelto a molestar? Lu niega con la cabeza. —No, solo… solo se alejan. Desearía poder ir a cada maldita escuela y obligar a cada niño inútil a ser amigo de Lu si con eso puedo verla sonreír. Contengo el aire para controlarme. Padre normal. Debo ser un padre normal, al menos intentarlo. Debo intentarlo por ellas. —Ya encontraras amigos que valgan la pena, ellos son personas malas, no quieres ser amiga de personas malas ¿verdad? Ya hablamos de eso. Lu niega con la cabeza enérgicamente. Sonrio. —Esa es mi chica. Lu me sonríe de vuelta. —¿Estas mejor ahora? Ella asiente. —Muy bien, ve a cambiarte y luego vamos a comer ¿de acuerdo? No debes saltarte comidas no lo olvides. Lu asiente con una expresión muy mejorada. No puedo ignorar la calidez que llena mi pecho. Esta es mi familia, nadie va a quitarle la sonrisa de la cara a mi hija. No sin que yo lo despedace. . Tristan y yo no hemos vuelto a hablar del tema del arma desde la comida. Se que Tristan habló con Lu y ella parece estar mejor. Ambos juegan videojuegos mientras yo respondo unas llamadas del trabajo. He estado haciendo trabajo desde casa gracias a mi embarazo que esta cada vez más avanzado. La empresa en la que trabajo: Tecnologías Fenix es relativamente nueva pero esta creciendo a pasos agigantados, cada vez el trabajo es mayor aun así estoy feliz de tener algo en que ocuparme. Escuchó de pronto un silencio. Me giro en la silla de mi escritorio y veo que Tristan ha apagado la televisión, lo veo tomar a Lu en sus brazos en silencio y veo que ella se ha quedado dormida. Tristan la deja en la habitación y vuelvo poco después cerrando la puerta con cuidado antes de acercarse a mi. Se sienta en mi escritorio tomando toda mi atención. —¿Qué… —Lo siento. Me trabo. Esas palabras definitivamente no las esperaba. —Estoy siendo muy exigente contigo, se que esta es una vida a la que no estas acostumbrada, se que esto no es algo para lo que estes lista, te daré tiempo para adaptarte, no tenemos que ir tan rápido, y no tienes que tomar las clases de tiro… —Lo haré— lo interrumpo esta vez yo. —¿Cómo?— él parece sorprendió. —No me detuve a pensar en lo que dijiste. Las cosas son diferentes ahora, mi vida es diferente ahora, no puedo simplemente intentar vivir una vida normal cuando la realidad no es así, no quiero volver a estar vulnerable y tampoco quiero que Lu lo esté. Si tengo que aprender a disparar para cuidar de mi hija aprenderé. No seré la víctima nunca más. Veo las facciones de Tristan relajarse. De pronto una intensidad oscura ilumina sus rasgos. —¿Tristan? En un instante me levanta sobre el escritorio tirando mis papeles al suelo. —Eso es del trabajo…— me quedo sin aliento cuando su boca va directo a mi cuello y sus manos levantan mi falda estremeciéndome.— debemos ser cuidadosos…— le recuerdo, mi embarazo ya esta muy avanzado y Tristan no es precisamente suave en el sexo. Doy un brinco inconsciente cuando su mano se cuela entre mis piernas. —Lo se— me responde haciendo que me recueste sobre mi escritorio. Él se para entre mis piernas y las abre para él. —Seré muy cuidadoso— dice con voz oscura mientras se arrodilla ante mi. Lo siento besar mi muslo con una caricia como alas de mariposa— muy, muy cuidadoso. Sus caricias son tan lentas, tan suaves y tan ligeras que me estoy volviendo loca, su boca deja pequeños besos en mis muslos y va subiendo lentamente. Me estoy humedeciendo al instante, mi deseo s****l esta como loco pero Tristan solo me besa de forma tan casta y suave que quiero gritar. —Tristan…— me agito desesperada pero el sostiene mis muslos para que no me mueva. Dios, lo esta haciendo adrede. Quiero tanto que me toque pero él solo sigue acariciando mis muslos jugando conmigo. Entonces me besa justo ahí, siento mi clítoris tensarse pero él no se queda lo suficiente para que resulte un alivio. ¿Está disfrutando torturarme? Pierdo la noción de cuanto tiempo él hace esto, cada vez que quiero luchar para acercarlo más a mi él me sostiene evitando que me mueva haciendo mi desesperación más fuerte. Voy a enloquecer. —Tristan por favor. Me enderezo un poco y puedo ver esa mirada de perversa astucia en sus facciones. Por supuesto que lo hace a propósito. —¿Por favor qué?— pregunta sonriendo con esa expresión de pirata que me desarma —Tócame. En ese momento siento como sus largos y firmes dedos se entierran profundo dentro de mi. Mierda estoy tan sensible que ya estoy gimiendo con solo la penetración de sus dedos. Entonces algo se agrega, siento el calor de su boca directo en mi clítoris cuando él comienza a succionar. Me tapó la boca antes de soltar un alarido. Se que Lu esta dormida y no sería nada lindo despertarla en estas circunstancias. Entonces él succiona más fuerte y yo me muerdo la mano. De pronto se aleja y yo siento que voy a gritar. —Tranquila Annie, solo estamos comenzando. . —Lo siento mucho. —Pero… —La droga que consumió actuó como píldora abortiva, debió tener más cuidado. El doctor es despiadado, su rostro se mantiene impasible mientras me habla. —Pero… —Usted mató a su hijo… — entonces él sonríe y su rostro se convierte en el de una mujer. Annie. Esa maldita, parece feliz mientras me muestra un vientre redondo y un embarazo avanzado. —Tengo todo lo que siempre quisiste y más, tu no tienes nada. Te lo he quitado todo. Despierto y el sudor me hace pegarme a las sabanas. Miró las oscuridad a mi alrededor y la pequeña ventana frente a mi. Sigo en este maldito hostal de porquería mientras mi hermana vive en ese maldito edificio costoso. Ella dió a luz a una bastarda pero soy yo la que pagó por ello. Perdí a mi prometido, a mi hijo y a mi familia y mi madre se puso de su lado. Lo perdí todo. Ella tiene que pagar. Pagar con la misma moneda.
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