Al culminar su arduo día de trabajo, Adela ingresó a la hermosa propiedad que tres años atrás había comprado su esposo Liam; subió los escalones de cristal que guiaban a su habitación mientras las luces comenzaban a encenderse simultáneamente conforme marcaba sus pasos, al llegar hasta la cama se sentó sobre ella y se retiró el calzado color n***o con tacones de aguja pertenecientes a una de las mejores marcas en el mercado. Soltó su cabello que hasta hace un momento estaba atado en una coleta y estiró sus brazos. Habían pasado quince días desde que le pidió a Liam el divorcio y le exigió que se marchara de su casa. La relación con Liam era complicada, ellos se amaban, sin embargo, los dos eran pésimos para expresar sus sentimientos, eran fríos y testarudos. Ninguno supo en qué momento s