Mientras dormía, escuchó un fuerte golpe en la puerta. Se levantó de la cama, se puso la bata, se dirigió a la puerta y preguntó: - ¿Quién está ahí? - Soy yo, ábreme, - escuchó la voz de Gleb. - ¡Tyson! ¿Qué quieres? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Alguna vez tendré paz contigo? - Pica, cálmate, - esta voz provocó una ola de piel de gallina y un torbellino caliente en su cabeza. – Vengo a buscar la chaqueta. - Te la devolveré mañana, - respondió Lera. - Mañana es sábado. Y hace frío para irme a casa sin ella. - Está bien, al diablo contigo. – respondió ella enfadada y, tomando la chaqueta de Gleb de la silla, abrió la puerta. Gleb irrumpió inmediatamente en su habitación y la tomó en sus brazos. - ¡Tyson! - trató de alejarse. - ¡¿Qué diablos estás haciendo?! ¿Estás borracho? - Sí, cál