Al final, por la fuerza de voluntad, ahuyentó todos los malos pensamientos, que producían una explosión atómica y un tsunami al mismo tiempo en su alma, se concentró en las preguntas que le haría Bolshakov. La tesis estaba ya preparada, solo le faltaba memorizarla y preparar los gráficos. Bolshakov era un buen profesor, severo, exigente, tenía un don de explicar muy bien. Lera tuvo mucha suerte con él. - Valeria, - dijo Bolshakov con severidad, - no me defraude con el examen del lunes. - Todo estará bien, - le sonrió moderadamente a su supervisor. - Estoy lista. - ¿Está segura? - Absolutamente. - Recuerde, nunca tuve alumnos con una nota baja. ¡Y no lo tendré! Si no aprueba el examen bien, le rechazaré. Y no me importará, que solo le quedan tres semanas antes de la defensa. Pero ell