Capítulo 8. Profesor Bolshakov.

3151 Words
El jueves, se les daría calificaciones por un gran trabajo de curso que presentaran la semana pasada. Los compañeros de clase se crisparon, temiendo la evaluación de Bolshakov, y Lera, por el contrario, estaba tranquila. El trabajo resultó difícil, pasó más de una noche haciéndolo, pero al final se las arregló. No contaba con una nota excelente, pero esperaba un sólido aprobado alto. El profesor Bolshakov le parecía un profesor al que le importaba un comino nada. Hablaba mesuradamente, su voz nunca se elevaba, no mostraba emociones, era distante con los estudiantes. Incluso cuando un estudiante estúpido fallaba el examen, el profesor le decía con calma: " vuelva después, cuando aprenda algo" y eso era todo. Lera no podía imaginar por qué todo el mundo le tenía miedo. Cuando entró en el aula, todos se estiraron en fila y se podía escuchar las gotas que caían perezosamente fuera de la ventana. Caminó hasta la mesa, se sentó, abrió sin prisa la carpeta en la que había traído los trabajos y comenzó a decir los resultados. - Antonov – aprobado, Birt – no aprobado. Carov - bien. Ermolaeva – excelente trabajo ... Y así sucesivamente toda la lista. Sucumbiendo a la emoción general, Lera esperó su resultado, conteniendo la respiración, y se sorprendió mucho, cuando su nombre no sonó. - ¿Todos escucharon sus evaluaciones? - aclaró profesor, apilando nuestros trabajos en un montón. Ella levantó la mano: - No me nombró, señor Bolshakov. Levantó la vista de los papeles y la miró de modo, que todo su interior se puso patas arriba. - Y usted es ... - Valeria Blance, - instó. - Blance, - sonrió entre dientes y volvió a abrir su carpeta. Allí quedaba el último trabajo. El de ella. – No aprobado. Fue como si le hubieran golpeado en la cabeza con una bolsa polvorienta. - ¿Como es eso? ¿Qué estaba mal? ¡Yo hice todo! - Si por "hizo" usted refiere los "trozos arrancados, no entiendo de dónde", entonces sí, - estaba tan tranquilo como un tanque, y ella estaba empezando a temblar. - No comprendo… Bolshakov cogió el marcador y se acercó al tablero. Lera levantó su mano de nuevo: - ¡Quiero ver mi trabajo! - Todas las vistas después de clase. - No puedo esperar hasta el final de la clase. Me destrozará. Necesito verlo ahora, son dos minutos. - dijo Lera con presión. El profesor arqueó las cejas en interrogación, y el grupo ya calmado de por si, como si no hubiera personas alrededor, se convirtieron en estatuas. Ella no apartó la mirada, siguió mirándolo a los ojos y sus pulmones apenas podían hacer frente a su tarea. Cada respiración empujaba ácido a través de venas. - Si insiste en eso ... - señaló Bolshakov a su trabajo final, - por favor. Ella se levantó de un salto de su asiento y corrió a la mesa del profesor lo más rápido que pudo. La página del título llevaba la palabra "No aprobado" en tinta roja, y una firma pulcra y compleja. Con manos temblorosas, abrió la primera página, la segunda, la quinta. Todo estaba bien. Ella no entendió las afirmaciones. ¿Con qué estaba insatisfecho? Todo estaba bien. Luego dio vuelta a otra hoja y sus ojos se dirigieron a su frente. Algunos números ridículos, conclusiones de la categoría "porque gladiolos". Gráficos de curvas. - ¿Qué es esto? – perpleja hojeó algo más. - Su trabajo, si no me equivoco, - la voz del profesor era tan fría como un océano. - Este no es mi trabajo, - siseó Lera con los dientes apretados, - ¡fue reemplazado! - Por supuesto, - sonrió con indiferencia, - eso pensé. - Yo estoy diciendo la verdad. ¡Yo no escribí eso! - O usted es infranqueable… ingenua, - reemplazó la palabra desagradable con un equivalente más cortés, - o usted es inaceptablemente insolente. De una forma u otra, pero no está aprobado. - Este no es mi trabajo, - repitió la chica de nuevo, pero no la escuchó. - Siéntese, Blance. No me decepcione más. Es hora de que comencemos un nuevo tema. Lera seguía estando indignada, pero él la miró de tal manera, que las palabras se le atascaron en la garganta. Los golpes en las sienes, como si estuvieran tocando una campana, y la respiración se cortaba, como después de una carrera. No tenía palabras, no tenía fuerzas para discutir. Estaba en shock. Volvió a arrojar el maldito trabajo sobre el escritorio del profesor y caminó hasta su asiento, incapaz de hacer frente a lo que estaba pasando dentro. “¿Como es eso? ¿Qué tontería es esta? ¿Qué tipo de trampa es esta? Por supuesto, lista ... “- pensó y sus ojos se oscurecieron. Los cerró, contuvo la respiración y luego se dio la vuelta lentamente. Gleb, como siempre, estaba sentado en la última fila, pero esta vez no la ignoró. Miró de cerca, sin una sola emoción. Solo observaba su fracaso con indiferencia. Su corazón se hundió. Le dolía tanto, que no podía respirar. "Esta es su obra. ¡La suya! No fue en vano que le tuve miedo y esperé. Es aburrido para él simplemente hacer pequeños trucos sucios. Prefiere actuar con seguridad, con el máximo daño. ¿Cómo pude engancharme a este bastardo?" – pensó Lera. * * * Alla llamó a Lera por la tarde, durante su descanso, y se ofreció para almorzar juntas en un café al lado de la universidad. Ella no tenía absolutamente ningún apetito, pero aceptó la invitación de su prima, porque quería comunicarse con alguien adecuado, con alguien que no escupiera veneno en su dirección. - Lera, ¿por qué estás tan pálida? - preguntó Alla e inmediatamente se llevó su mano a la frente de la chica sin ceremonias. - ¿Te enfermaste o qué? - No. Estoy sana como un caballo, - Lera sonrió con tristeza y continuó cavando en su plato de pasta. - ¿Entonces qué? – insistía su cariñosa prima. - ¿Algún problema? La miró pensativa y luego volvió la mirada hacia la ventana. Los últimos días resultaron ser sorprendentemente cálidos y la nieve comenzó a derretirse activamente, perdiendo su atractiva blancura, convirtiéndose en algo gris, sucio, sin brillo. Igual que su estado de ánimo últimamente. - ¡Lera! – dijo Alla disgustada. - Lo siento, estaba pensando. - ¡Parece que has caído en otra dimensión! - Sería genial. Caer en otro mundo, sin todos estos problemas. Pero soñar no está mal. - Entonces, ¿con qué estabas soñando? - Estaba pensando en lo mucho que tenías razón, cuando dijiste que mi nuevo grupo estaba lleno de bastardos. Alla inmediatamente dejó de sonreír y se puso completamente seria. - ¿Te están machacando? - Por decirlo suavemente. Pero no te voy a contar. No preguntes, - levantó la mano, deteniendo el flujo de preguntas, - no tengo ganas de recordarlo de nuevo. - ¿Te lamentas ahora por dejar tu universidad? - No. Lamento solamente haber entrado en este grupo, - miró a Alla con esperanza, - escucha, ¿tal vez hay una posibilidad de mudarme a otra facultad? - ¿Te estas riendo? ¿Un par de meses antes de la defensa del diploma? Con mucha dificultad pude persuadir que te cogieran aquí. La esperanza se desvaneció tan rápido como apareció. - Tienes razón. Nadie quiere una estudiante, que no sabe lo que quiere y corre de un lado a otro. - Por cierto, ¿cómo te va con tus estudios? ¿Aprobaste todo? ¿Encontraste al tutor para el diploma? - Eh, - Lera simplemente lo descartó, - con distintos grados de éxito. - ¿Me estás tomando el pelo? - Alla estaba indignada. - ¡¿Con qué variable éxito?! ¡Yo personalmente caí a los pies del rector, cuando pedía por ti! Dije que eres inteligente, hermosa y, en general, un milagro de estudiante. ¡Y tú, con distintos grados de éxito! ¿No pasaste algo? ¿Te lo reemplazaron? ¿Tienes problemas con algún profesor? - Bueno, no es que hayas tenido una bronca ... - la chica estiró las palabras evasivamente. - ¡Entonces! ¡Lera! - ladró Alla. - Cuéntame rápidamente lo que has hecho. - ¡Sí, no he hecho nada! Esto es justo de que tengo un montón de bastardos en el grupo. - ¡Valeria! - grito su familiar con tanta fuerza, que la camarera de al lado de estremeció. - ¿Qué estás gritando? - dijo Lera, tratando de calmarla. - ¡Dímelo! - Alla literalmente ordenó. - Okey. Obtuve una mala nota en el trabajo del curso, - su prima abrió la boca para regañarla por negligencia, pero Lera la adelantó. - Algún bastardo reemplazó mi trabajo, y Bolshakov decidió que yo hice trampa y le tomé el pelo. - Lera, esto es un desastre, - dijo Alla con voz trágica. - Bolshakov es el profesor con más peso y principios de toda la universidad. No perdona nada. No olvida nada. - Como un caballero sin miedo y sin reproches, - trató de bromear Lera. Pero Alla la miró como si fuera una completa idiota. - ¿Bolshakov? ¡¿Te las arreglaste para meter la pata en lo de Bolshakov?! - Alla gimió y enterró su cara en sus manos. - Te lo dije, me tendieron una trampa ... - Es un m*****o del comité de aprobación del diploma. Su opinión siempre es escuchada, por eso tener a Bolshakov como un enemigo, es un negocio desastroso. Hubo casos en los que bajó la nota a los estudiantes, que iban al título de honores. ¡Es un desastre! Y no puedo ayudarte en nada, no tengo buenas relaciones con él. - No te preocupes. Lo arreglaré, - la chica agitó su mano. - Lera, no seas tonta. No tendrás suficiente munición para disparar. - No exageres. - Debes entender, que, si el profesor quiere bajar la cualificación a cualquier alumno, puede. Te hace un par de preguntas para encontrar tu punto débil en el conocimiento, y eso es todo. Te batirá hasta que te rompas. Y otros profesores le ayudaran con las preguntas adicionales. - No exageres. No me bajara deliberadamente, ¿verdad? ¿Por qué lo va a hacer? - ¿Por qué necesita derribar a un estudiante insolente, que trató de engañarlo y presentarle un trabajo falso? ¿Eres realmente estúpida o solo estás fingiendo? – exclamó Alla. - El que te tendió esta trampa, sabía cómo terminaría todo. Sabía de las consecuencias, sabia a lo que te enfrentaras, teniendo un enemigo como Bolshakov. Lera de repente recordó los ojos brillantes e indiferentes de Gleb, y la amargura se extendió por su boca. Era él. - Tienes que arreglarlo, - Alla dio una palmada en la mesa, - hoy vas a Bolshakov y resuelves este problema. - ¿Cómo lo resuelvo? - ¡Como quieras! Cae a sus pies, suplica, presiona con lástima, promete que trabajarás el resto del tiempo. ¡Cualquier cosa! Pero haz, que cambie su ira por misericordia. - No sé qué hacer, - admitió Lera resignada. - Piensa en algo. Canta, baila, toca la pandereta. No me corresponde a mí enseñarte - respondió Alla con veneno, - siempre lograste salir de las situaciones más desagradables. - Eso era antes. Ahora he perdido por completo esta habilidad vital. Alla sacó el teléfono de su bolso y comenzó a hurgar en él, pasando rápidamente su dedo por la pantalla. - ¡Mira! Hoy tiene clases hasta las cinco de la tarde. En este momento, debes descubrir cómo encontrar un lenguaje común con él. - Alla, no lo sé ... - ¡No, ni me digas "no lo sé"! ¡Resuelve el problema! ¡Estate cerca de su despacho a las cinco como una bayoneta! * * * Lera estaba a la puerta de su despacho a las cinco menos diez. Su cabeza estaba en completa confusión, su corazón latía con fuerza, sus manos temblaban y no había ni un solo pensamiento de cómo rectificar la situación: "Definitivamente me echará. Tan pronto como me vea, inmediatamente me enviará a la distancia del cielo". Pero no tuvo mucho tiempo para pensar, la puerta del despacho se abrió. - ¿Qué está haciendo aquí? - Bolshakov la midió con una mirada distante y comenzó a cerrar la puerta. - Vine para hablar con usted. - le dijo a su espalda. - ¿Para qué? - no había una sola emoción en la voz, parecía un robot. - Sobre el trabajo del curso. - ¿Ha venido a arrepentirse? - No. Traje mi trabajo real. Lo imprimí de nuevo ... Una expresión francamente aburrida apareció en su rostro. - ¿Encontró una versión hecha para usar? - No. Yo misma la hice. Puedo demostrarlo. - ¿Me pregunto cómo? – preguntó, de hecho, no estaba interesado en absoluto. No le importaba. Lera había quedado como una mentirosa, que intentó engañarlo. - Aquí mismo, en su presencia, puedo escribir, como lo hice en la parte de cálculo. - ¿Qué quiere decir? - se permitió fingir asombro. - ¿Aquí? ¿Ahora? ¿E incluso conmigo? ¡Increíble! Cada palabra suya goteaba ironía. - Sí. - ¿Tan confiada está usted en sus habilidades? Bajo este desafío, como un hacha, su confianza disminuyó un poco, pero no había nada que hacer. No empeorará la situación. Debería arriesgar. - Estoy lista para intentarlo. – Dijo Lera. Bolshakov le lanzó otra mirada larga y penetrante y luego asintió. Abrió la puerta del despacho de nuevo. - Entre entonces, si está lista. – Ofreció el profesor, entrando y Lera lo siguió. - Bien. Aquí tiene una mesa y unas hojas, - señaló con la cabeza el lugar, justo en frente de él, - ponga su mochila allí, en la esquina. Tiene media hora de tiempo.  Bolshakov esperó a que ella se rindiera y se retirara. - Estoy lista. - Respondió Lera con firmeza, aunque no lo estaba en absoluto. Toda esperanza estaba solo en su memoria. - El tiempo empezó, - dijo con indiferencia y comenzó a revisar los cuadernos de los estudiantes. Lera agarró un bolígrafo y comenzó a escribir apresuradamente. Lo más importante era no confundirse con estas fórmulas y números infinitos. Salió bien al principio. Ella recordaba perfectamente el comienzo del trabajo del curso. Fórmulas, supuestos, condiciones. El bolígrafo voló sobre la hoja, dejando líneas rasgadas e irregulares a su paso. Incluso creyó por un momento que todo saldría bien para ella, pero después de un tiempo los recuerdos se confundieron y comenzó a dudar en conclusiones y transformaciones. - ¿Puedo coger otra hoja? - preguntó la chica. En lugar de contestar, el profesor simplemente asintió con la cabeza hacia una pila de borradores. Inmediatamente agarró otras hojas y continuó vadeando por el laberinto de sus conocimientos aprendidos. Salió muy mal. Lera giró un par de veces al lugar equivocado, tachó todo y comenzó de nuevo, y por un par de momentos se enojó tanto, que arrugó la hoja. El sudor le rodaba por la espalda, se sonrojó por completo y apenas podía respirar de emoción, pero no se rindió. Continuó por terquedad, por un deseo de demostrarle algo no solo a él, sino también a sí misma. - Maldita sea ... – siseó, cuando una vez más llegó a un callejón sin salida con sus conclusiones. - ¿Qué? - Nada. Lo siento, - y siguió escribiendo. Entonces, a través de la fuerza y maldiciones en voz baja Lera llegó a la final. Además, muy específico. Miró una hoja de resultados finales frente a ella, y eran completamente diferentes a lo que había hecho la primera vez. ¡Excelente! - ¿Qué le pasa, Blance? - Sabe, - dijo Lera con cansancio, - incluso si usted revisara mi trabajo real, no me pondría buena nota. Porque hubo errores, y las conclusiones no son así en absoluto. - ¿Está segura? - Él se sonrió con ironía. - Hice mal las transformaciones allí. Debería resultar así, ¿verdad? – Dibujó un círculo con el bolígrafo alrededor del resultado final y se lo mostró al profesor. Él miró brevemente la hoja y asintió. - Entonces, la primera vez estaba definitivamente equivocada, - exhaló ruidosamente y comenzó a recoger sus cosas. - Lamento haber hecho perder su tiempo. Era una pena. Intentó arreglar algo, pero el resultado siguió siendo el mismo. - Sí, ha pasado suficiente tiempo, - señaló Bolshakov a su reloj. Solo ahora se dio cuenta de que la media hora asignada se extendió en casi dos horas y media. - Lo siento, - dijo de nuevo y fue a buscar su bolso. - ¿Entonces dice, que le han cambiado el trabajo? - Preguntó de repente. - ¿Y quién lo hizo? ¿Alguien del grupo? La imagen del chico insolente que la engañó con tanta crueldad apareció ante sus ojos de nuevo. - No tengo ni idea. No tiene sentido quejarse. Esta es mi guerra. - ¿Quién es su supervisor del diploma? - preguntó Bolshakov. - No tengo supervisor, - murmuró en voz baja, - todavía no lo he encontrado. Alguien no me quiere llevar, y con los otros yo misma no quiero ir. - No me sorprende. Ella no tenía nada que decirle. ¿Qué podía hacer ella? Todo lo que pude, ya lo he hecho. - Adiós, señor Bolshakov, - murmuró Lera y, colgando el bolso al hombro, se dirigió a la salida. - Puedo llevarle yo, - dijo Bolshakov, cuando la chica ya había agarrado la manilla de la puerta. - ¿En términos de? - Lentamente la chica se dio la vuelta y lo miró fijamente, sin entender si estaba bromeando o no. - Estoy listo para convertirme en su supervisor del diploma. - ¿Por qué? Me equivoqué. Después de todo, ¿no es por la inteligencia sobresaliente y los ojos hermosos por lo que usted me propone ser mi tutor? - Por persistencia. Y coraje. Me impresionó su tenacidad. - ¿Sí? - ella no supo qué decir, y estúpidamente se movió de un pie a otro. - Pero si no le interesa ... - ¡Si! ¡Me interesa! ¡Estoy feliz! Sería un gran honor ... - No exagere. - Está bien, no lo haré, - asintió humildemente, bajando la mirada. - Se lo advierto de inmediato: no perdono a mis estudiantes ni un error. Tendrá que esforzarse mucho. - Bolshakov la miró evaluando, como si dudara de su decisión apresurada - Estoy lista trabajar duro. - ¿Está segura? - Absolutamente. - Bien. Entonces comenzaremos mañana. Puede quedar libre por hoy. Lera volvió a darle las gracias, se despidió y se arrastró hacia el pasillo con las piernas temblorosas, sin poder creer lo que había sucedido.
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