CAPÍTULO 3

2725 Words
CAPÍTULO 3   Una semana después   — ¿No crees que eres muy duro con ella? —negué levemente, continuando con el postre que ella había preparado—. Trabaja mucho en tu empresa, llega ayudarme en la cocina, después termina sus trabajos pendientes, recibe sus clases de la facultad y .... ¿Aun sigues pensando que no eres duro? Solté la cuchara al terminar el último pedazo y sonreí. La sorpresa y la alegría llenaron sus facciones. —Quedó delicioso, tus manos son benditas —las agarré y le di un beso en cada una de ellas—. Gracias por prepararlo. —Si hubiera sabido que prepararlo te haría sonreír, lo habría hecho desde hace mucho mi niño, haré postres todos los días. Quiero verte sonreír todo el tiempo. —Engordare feliz entonces. —Que así sea —la miré fijamente y arrugué mi ceño al ver lo inquieta que se veía de repente. Había algo que no me quería decir—. Denali volvió en tu ausencia. Soltó rápidamente. — ¿Por qué no fui notificado sobre esto? —inquirí. —Yo fui la que no permitió que te dijeran, no quería que mi niña se disgustara al saber que había vuelto a casa, ni mucho menos que pelearan en lo que se supone serian sus vacaciones como hermanos. Ahora que sé que la pasaron muy bien y despejaron su mente, sé que hice lo correcto. La agarré de los brazos para tranquilizarla. —Esta bien, no me enojaré por algo como eso. Antes de que regrese Leah hablaré con Denali y le advertiré sobre algunas cosas, no quiero que mi hermana se sienta infeliz en su hogar —nana asintió, pero su angustia aún seguía. Había algo más—. ¿Eso es todo? —No, Aysel… — ¡Liam! —unos brazos me rodearon desde atrás, haciéndome tensar al instante—. Te extrañe tanto, la próxima vez que te vayas… llévame contigo. No soporto pasar tanto tiempo sin verte. Me deshice del abrazo y me levanté del taburete antes de que volviera a poner sus manos en mi cuerpo. No lo toleraba. —Camila —la llamé lentamente. Inhalé hondo para relajarme—. Me alegro verte de nuevo, ¿Cómo estás? —Lo sabía cariño —guiñó un ojo y fue hasta donde nana para saludarla con un caluroso abrazo y pedirle un pedazo de postre—. Siéntate, hablemos un rato…como los viejos tiempos Liam. Dude varios segundos en hacerlo, aun no terminaba mi conversación con nana y quería saber que más tenía por decirme. —Hazlo hijo, después seguiremos hablando los dos —la miré esperando su aprobación y asintió para después marcharse. Era sobre Aysel, lo hablaríamos cuanto antes. Claro que sí.   Me senté al lado de Camila, viendo como devoraba sin piedad ese trozo de postre. —Te ahogaras si sigues comiendo de esa manera —agarré su mano y la detuve—. Primero acaba con lo que tienes en la boca. Esta asintió totalmente roja. Me levanté y le serví un vaso de jugo. No quería muertos en mi cocina. —Gracias —dijo segundos después—. Lo siento, hace mucho no probaba sus postres y sabes que me gustan mucho. —Lo sé. Cuando éramos novios, siempre que me visitaba le pedía a nana que hiciera sus favoritos. Llegué a pensar que solo iba por la comida y no por mí. — ¿Cómo estás? —preguntó de repente. —Bien. —Está bien —asintió—. ¿Cómo estás Liam? Ahora sin mentir por favor. —No miento, hablar un poco de mis sentimientos con mi mamá me ayudó sin darme cuenta e irme también, estoy bien. Volvió asentir, llevando su último bocado a su boca y sonrió. Era la misma cara de satisfacción que yo tenía minutos atrás. —Ve hablar con tu mamá —sugirió en un tono suave. — ¿Cómo sabes que no he hablado con ella? —Te conozco, conozco al viejo Liam y aún sigue viejos hábitos de él. Aunque digas que estas bien sabes que no, no puedes soportar que Nicole este enojada contigo y que lo hayas soportado por tanto tiempo, me hace saber que te estas dejando dominar por este nuevo Liam, un Liam sin corazón ni razón —se levantó y rodeó la isla—. Tú mamá es lo que más amas, no dejes que tu venganza te haga perder a tu ángel. No solo le haces daño a ella, también te lo haces a ti mismo. Ve y arregla todo con tu madre. —Antes de irse me dijo… —¡AAAAH! —Me detuve al escuchar un grito—. ¡Auxilio! —Nana —dijimos al unisonó. Salimos corriendo a donde provenían los gritos, era de la parte trasera de la mansión. Nana no dejaba de gritar y empezaba a preocuparme. ¿Qué rayos había sucedido? Cuando llegamos y vi a nana casi saltando de la angustia y llorando, llevé mi mirada a lo que señalaba, quedé atónito a lo que mis ojos veían. — ¡AYSEL! —grité, corriendo y lanzándome a la piscina sin pensarlo para salvarla. Nadé hasta ella lo más rápido que pude y la alce, al ver su rostro un miedo me recorrió. Esta muerta —fue lo primero que pensé. —¡No! No morirás Aysel, ¡no lo harás! Nade hasta la orilla y la saque cuanto antes de la piscina. Empecé a darle los primeros auxilios, compresiones una y otra vez en su pecho. “100 compresiones por minuto” No respiraba y el tener a nana y a Camila gritando no ayudaba para nada a calmarme. —Tienes que darle respiración boca a boca, ¡hazlo Liam! —gritó Camila a mi lado—. Se está muriendo, hazlo. No, no podía hacerlo. No. —No…no puedo —susurré asustado, casi entrando en pánico. Esta situación y el tener que tener contacto con ella me traía malos recuerdos. La ultima vez mis labios habían besado a otros, fue una amarga despedida. No podía. —Hijo no dejes que muera, vamos tú puedes superar tus miedos. Eres muy fuerte. —No —susurré viéndola. Se esta muriendo y yo no puedo superar el pasado. —Tienes la posibilidad de que viva, tienes la posibilidad de salvarla Liam, haz lo que no pudiste hacer hace cinco años ¡vamos! —Camila me empujó hacia abajo, haciendo chocar mis labios con los de Aysel abruptamente. El sabor metálico rápidamente nos llenó.   Agarré sus labios temblando y cerrando los ojos, empecé a darle respiración boca a boca, segundos después hacia compresiones en su pecho y así hasta que empezó a toser y el agua a salir de su boca. La senté rápidamente, suspirando aliviado al verla reaccionando. —Liam —susurró antes de desvanecerse en mis brazos. —Aysel —suspiré—. Llama a cualquiera de los médicos que esté disponible Camila, que vengan ahora mismo —La agarré en mis brazos y la llevé adentro. Su cuerpo estaba liviano, tenía la sensación de que llevaba en brazos a una niña. ¿Cómo podía pesar tan poco? — ¿Dónde quedó el cuarto de Aysel, nana? —No tiene cuarto —volteé a mirarla completamente confundido—. El cuarto que le prepare fue ocupado para guardar cosas de Denali, ella la sacó. No pude impedirlo hijo, no pude y la mando a dormir a… — ¿A dónde? —quise saber. Sus ojos se aguaron de inmediato al dejar salir aquellas palabras cargadas con tanto dolor y pena. —Al establo. Soplé fuerte y negué consternado. Esto sobrepasaba todo. Continúe subiendo las escaleras y fuimos hasta mi habitación, la deje en mi cama con un sabor amargo en la boca de mi estómago. Esta situación sobrepasaba mis límites. Entré a mi armario y agarré ropa formal para mi y una pijama para Aysel. Eso le servirá por ahora. —Necesitamos quitarle esa ropa mojada, nana —comenté, pasándole lo que había elegido junto con unos boxers—. Cámbiala mientras yo me voy a bañar, si toca Camila que espere, solo tu estarás aquí mientras la cambias.   […]   —Ya puedes en… —no había terminado de hablar cuando ya estaba dentro. No sabía porque razón estaba tan malditamente nervioso, pero lo estaba y hacia enfadarme aun mas de lo que estaba. — ¿Y cómo esta ella? —Primero, no soy tu medico personal Liam, me tendrás que pagar mucho dinero por esto —rodeé mis ojos, jamás cambiaria—. Bueno, he llegado a esta conclusión. —No necesito escuchar tus estúpidas conclusiones, necesito algo verídico Luciana. —La tiraron de la piscina, la quisieron asesinar. Esta chica —la señaló—. Que por cierto es hermosa, debo aclarar, tiene desnutrición, moretones en diferentes partes de su cuerpo, ¿En qué mierda la pones a trabajar? ¿piensas que es unos de tus grandulones? Por dios mírala, se ve tan delicada que hasta me dan ganas de querer protegerla. Por su mal estado es normal tener mareos y si la encontraron en una piscina, tal vez la limpiaba, se mareo y vieron la oportunidad exacta para golpearla. — ¿Estará bien? —pregunté tenso. —Necesita mucho descanso, comer y suero. También le mandaré unos medicamentos y unas cremas para los moretones. — ¿Y después estará bien? —Luciana frunció su ceño y sonrió. —Estará bien, no te preocupes. —No me preocupo —aclaré rápidamente, no quería que pensara mierdas que no eran—. Solo quiero saber si estará bien, esta bajo mi cuidado así que debo saber. —Aja, como tu digas hermanito —empezó apuntar seguramente lo que le recetaría—. Estas son las cosas que tendrás que comprarle. Si algo pasa no me llames, llama al 911, vendré en dos días. —Gracias y dile que lo veré pronto, por favor. —Te extraña, sé bueno y ve a visitarlo —asentí, acompañándola a la puerta—. Otra cosa, por favor cuídala sí. Quiero que la persona implicada en esto pague, o de lo contrario lo haré yo y mis métodos son un poco sádicos. —Claro que lo hará —afirme. Esto no quedaría así. Salimos del cuarto cuando nos encontramos con Denali. —Liam, supe lo que había pasado en la casa, que terrible tragedia —miró a Luciana y sonrió—. Hola Luciana, Que misericordioso es Ala que me permitió verte una vez más. ¿Cómo estás? —Pues no opino lo mismo, dime Denali. ¿Qué pecado estoy pagando para tener que verte de nuevo? Ala, no me castigues tanto, por favor.  —besó mi mejilla y se fue sin decir más. —¿Dejaras que me siga tratando así de feo? —se quejó. No le preste atención y fui hasta su cuarto, quiso detenerme en el camino, pero nada de lo que dijera me haría detenerme. Había tomado una decisión y no la cambiaria. —¿Por qué vas a mi habitación? ¿Qué ha sucedido? —agarró mi brazo deteniéndome—. Respóndeme, no entiendo nada Liam. —Yo tampoco —confesé, quitando bruscamente sus manos de mi—. No entiendo que esta sucediendo contigo, no entiendo nada Denali, pero descubriré todo y ruega a Ala que no sea nada malo, ya sabes que hago con los que me traicionan. Abrí de una patada la puerta, no esperaría a que ella la abriera. —¡No puedes entrar de esa manera a mi habitación! ¡Sal ahora mismo! No la escuche y camine hasta su armario para sacar todas sus maletas y llevarlas hasta ella. —Ten, empaca todo y lárgate —bramé, viéndola fijamente a los ojos. — ¿Y ahora por qué me estas echando? —Ja y aun así lo preguntas. ¡me volverás loco mujer! Di una orden, preparar un cuarto para Aysel ¡un cuarto para Aysel! Pero tu agarraste su cuarto y lo utilizaste aun cuando hay muchas habitaciones en esta mansión, aun cuando yo lo había ordenado y ¡me desobedeciste! —pateé todas sus maletas—. ¡Te dije que Aysel era una invitada! ¡NO ME ESUCHASTE! —¿Qué te dijo esa víbora? —cuestionó con lagrimas en sus ojos—. Todos nuestros problemas tienen nombre, Aysel. —¡NO! —negué inmediatamente—. Solo tienen un nombre y es el tuyo ¡Denali!  Aun no me cabe en la cabeza que la hayas mandando adormir al establo, si fuiste capaz de algo como eso, no me sorprenderías que estuvieras atrás de su intento de asesinato. —Por Ala, ¿Qué cosas dices? Jamás seria capaz de algo como eso. —No te creo nada, lo único que quiero es que agarres tus cosas y te largues. —No me iré —se opuso, enderezándose en su lugar—. Tengo más derechos que todos en esta casa, soy la hermana de tu esposa que no se te olvide, ella nunca me echaría, yo era una joya para ella. —No la utilices, ¿no tienes vergüenza? Estaría avergonzada de tener una hermana como tú, no reconocería en lo que te has convertido —señale la puerta—. Te vas hoy mismo. —Todo esto es por Aysel, ¿Cierto? Todo por una desconocida —se acercó hasta mí y me agarró de la camisa jalándome—. Te dijo que me protegieras, te lo pidió y ahora romperás tu palabra por una desconocida. —Y lo seguiré haciendo, pero desde lejos como antes. Volverás a tu país y no volverás aquí. No quiero tu presencia en mi casa. La aleje de mí. El tacto en mi era algo que no toleraba. — ¿Piensas que te dañare tus planes con Aysel? ¿Recuerda que te tienes que casar conmigo y no con ella? ¿Cuándo entendería? —Tu recuerda que no me casaré con ninguna de las dos. —Aysel te gusta, te enamoraras de ella y todo ocurrirá bajo el mismo techo donde viviste con mi amada hermana. — ¿Por qué eres tan hipócrita? —cuestioné incrédulo—. Hablas de Aysel, pero todo lo que dices es exactamente lo mismo que quieres que suceda contigo…bajo el mismo techo. —Es diferente —desvió su mirada incomoda. —No lo es, Denali algo que tienes que saber es que si llegara el día en que yo me enamorara de nuevo, aunque sé que no llegará —mis ojos se llenaron de lágrimas—. Dalila estaría feliz, fue exactamente eso que me dijo antes de morir y en la carta… enamórate y no rechaces al amor. —¿Qué carta? ¿De que carta estas hablando Liam? —se acercó rápidamente. La curiosidad era evidente en su rostro. —No te diré nada, ahora arregla tus cosas y lárgate. Su rostro se tornó pálido de repente. La miré confundido y llevé mi mirada a lo que veía. Una foto, seguro se había caído cuando pateé leas maletas. ¿Por qué estaba pálida por una foto? ¿De quien era esa foto? Cuando vi que se agachaba, me adelanté y la agarré antes que ella, poniéndola nerviosa al instante. ¿Acaso estaba apunto de desmayarse?   —Estas invadiendo mi privacidad Liam —intentó agarrarla, pero la aparte—. Pásame la foto, respétame. — ¿Por qué te pusiste pálida por una foto? —dije, aun sin verla—. Es una simple foto Denali, no tienes que actuar de esa manera por una foto. La volteé para mirarla, quedando sorprendido al verla. ¿Cuándo había sido esto? ¿Qué era esta foto? — ¿Quién es el niño que esta contigo en esta foto? —exigí, viéndolo detalladamente. Se me parecía mucho a alguien—. ¿Quién es él y por qué no sabía de este niño? No me vayas a salir con que es tu familia Denali, porque en tu familia todos son indios. —Pues…evidentemente no es de mi familia —empezó a reírse nerviosamente—. Él es…                    Quer
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