—Te vi tan preocupada por ella ese día, que quise ayudarla de nuevo. Le di un hogar y un trabajo solamente por ti, porque sé cuánto la quieres y el amor que sientes por ella, pero… —suspiré y negué—. Es imposible lo que dice, que bien que cambiaste de parecer y querías que nuestros hijos vivieran libremente, no podría con semejantes costumbres, reglas… como sea, viviríamos discutiendo —sonreí por inercia—. Y buscaría la manera de arreglarlo todo, te sorprendería con una gran cena bajo la luna y terminaríamos profesando nuestro amor, pero en cambio estoy aquí, hablándole a la nada y pensando en ti…como siempre.
Pronto nos encontraremos mi habibati, lo prometo.
Llevé mi mirada a su ropa y negué levemente. No era capaz de hacerlo, aun no estaba listo para seguir el consejo de mi madre, tal vez nunca lo estuviera.
Guardar todas sus pertenecías. Jamás.
Mi teléfono empezó a vibrar en mis bolsillos y lo saqué rápidamente, al ver el nombre contesté de inmediato.
—Dime —me levanté del suelo y rápidamente abandoné el dormitorio, no sin antes cerrar con llave.
Ya eran más de las seis de la mañana y necesitaba alistarme para una jornada de trabajo.
—Hay un problema.
¿Acaso no podría tener una buena noticia de bueno días?
—¿Qué hay con eso? —suspiré cansado.
—Pensábamos que la niña era su uni…
—No quiero escuchar más —lo detuve antes de que siguiera, como odiaba este tipo de llamadas—. Solo quiero tenerla en mi poder, ¿me entiendes? Si hay un problema lo solucionas sin preguntar.
—Lo sé, pero es importante.
—Lo único importante es que se reúnan con su familia —abrí la puerta de mi habitación, quedándome sorprendido al verla en ella—. Tengo que colgar Antonini, eres bastante apto para resolver cualquier circunstancia así que la única llamada que estaré esperando de ti, es para avisarme que llegaste con el paquete.
— ¿En dónde estabas? —preguntó, levantándose de la cama.
Hice caso omiso a su pregunta y fui hasta el baño para ducharme. Empecé a quitarme la ropa cuando abrió abruptamente la puerta.
—Te hice una pregunta, Liam.
Continué quitándome la ropa y me adentré a la ducha aun sin responder absolutamente nada. Cuando el agua fría empezó a caer sobre mi cuerpo, mi mente empezó a despejarse, era el único momento del día en que no pensaba en literalmente nada.
Mi momento de Paz.
Quince minutos después, ya estaba alistándome. Antes de ir a trabajar necesitaba arreglar el asunto de Aysel y contarle.
— ¿Por qué no me respondes? —preguntó por quinta vez, ya agotando mi paciencia.
—No te debo respuestas Camila —respondí cansado de la situación. ¿Hasta cuándo lo entendería? —. Quiero que sea la última vez que hayas entrado de esa manera a mi dormitorio… y al baño.
— ¿Te incomodaste cuando entre al baño? —alzo una ceja y se acercó lentamente—. Tuve muchas ganas de entrar a la ducha contigo. Nada mejor que ahorrar agua en pareja… ¿no crees?
— ¿Acabas de darme una charla improvisada sobre el ahorro del agua, para no tener que pedirme directamente que nos bañemos juntos? —preguntó con una ceja alzada.
—Tienes que admitir que fue una buena idea, hay que ayudar al planeta.
— ¿Y la mejor manera es bañarnos juntos?
—Sí —sonreí.
Ese día…
“—Es hora de empezar hacer el cambio en el planeta —susurró, cuando ya nos habíamos separado”
— ¡Liam! —escuché el grito de Camila, haciéndome volver a la realidad—. ¿Acaso dije algo malo?
Agarré su mano, justo antes de que tocara mi cabello.
—Camila —musité, apretándola y bajando su mano lentamente.
—M-Me estas lastimando —intentó soltarse, haciendo que la presión en su mano aumentara—. Liam, ¿Qué te pasa? Liam me estas lastimando…me estas dando miedo, suéltame —aunque la escuchaba, aunque veía como el miedo llenaba sus facciones y sus lágrimas bajaban de su rostro, no podía detenerme…no quería—. Por favor Liam suéltame, te lo suplico…Ella…Da…Dal
—No vuelvas a intentar tocarme el cabello.
La solté y rápidamente salí de mi habitación.
Cada día empeoras Liam
Empecé a bajar las escaleras con mi mirada fija en las figuras de mármol, cuando un fuerte dolor se instaló en mi pecho. Me detuve casi al final de estas y respiré hondo, tratando de tranquilizarme.
Esta sensación la había experimentado años atrás.
Algo no estaba bien. Algo malo estaba sucediendo.
Alce mi mirada, sorprendiéndome por segunda vez en el día, esta vez al encontrar a Aysel limpiando el piso.
¿Qué mierda?
Me enderecé y fui hasta donde ella, aun teniendo ese mal presentimiento que empezaba atormentar mi mente.
— ¿Qué crees que haces? —cuestioné.
Se levantó torpemente del piso. Cuando subió su mirada, pude ver que sus ojos retenían lágrimas.
—Yo…
—Denali, fue ella quien puso a esta chica a limpiar el piso —escuché a Camila detrás—. Creo que ponerla a trabajar desde las tres de la mañana no es muy humano, pero si así es el señor de la casa, ¿qué podríamos esperar?
Chocó su hombro con el mío y se fue murmurando cosas sin sentido. No pasaría ni tres días, para verla de nuevo atravesando esas puertas.
Mujeres.
— ¿Lo que dijo Camila es cierto? —quise saber, viendo su vestimenta.
—Sí, agradezco que…
—Ahórrate tus palabras Aysel, ahora ve y cámbiate con tu ropa de ayer…saldremos.
Fui hasta el comedor, donde sabía que la encontraría. Tenía que frenar a Denali ahora mismo.
—Salam —saludé, entrando en el salón.
—Wa-alaikumussalam wa-rahmatullah (la paz y la misericordia de Allah sean contigo) —respondieron Leah y Denali al unisonó.
—Denali —nombré, empezando apretar mis manos—. ¿Por qué Aysel esta despierta desde las tres de la mañana y limpiando el piso de la mansión?
— ¿Así se llama? —preguntó sin interés—. Debe de adaptarse, además fue muy contestona y ese fue su castigo. Se levantará desde las tres de la mañana por una semana, aprenderá a comportarse.
— ¿Cuándo entenderás que no eres la esposa de Liam? —golpeó la mesa, levantándose—. No tienes derecho hacer algo como eso, ¡Tú no eres D-A-L-I-L-A!
—Leah ve a el estudio y espera a tu profesor, yo me encargo de esta situación.
— ¿Sí?, así como lo vienes haciendo todos estos años. Sí, claro. De igual manera ya me iba, no soporto respirar el mismo aire que ustedes dos —salió furiosa mientras maldecía en griego.
Retuve mis ganas de querer detenerla. Dejaría que por ahora pensara todas esas cosas malas de mí. Mas adelante le contaría que haríamos su viaje de quince, odiaba que estuviera enojada conmigo.
—Empaca tus cosas, viajaras hoy mismo a tu país. —informé seriamente.
— ¿Qué? —se levantó de inmediato—. No puede hacer eso.
— ¡Como tampoco tú puedes mandar a Aysel! —grité—. No tienes derecho sobre ella, ¿Quién te dijo que había llegado a esta casa a servirnos? ¿Quién te dio derecho a pensar?
—No seas tan duro conmigo —susurró—. Mi hermana nunca permitió que alguien me tratara de esa forma, ¿te imaginas qué pensaría si estuviera viva? Se enojaría contigo, la lastimarías Liam. No hagas esto, honra la memoria de mi hermana.
Me volteé rápidamente y negué.
—Aysel…—trague fuerte e intente con todas mis fuerzas que el maldito nudo en mi garganta me dejara hablar—. se quedará con nosotros, es una invitada, por lo que no volverás a mandarla.
— ¿Quién es ella? ¿Por qué la trajiste? ¿La trajiste para que ocupe el lugar de mi hermana?
—No…No sigas —volví a negar.
Llevé mis manos a mi cabello desesperadamente. Sabia como dar directo en la herida y constantemente lo hacía.
Tenia que controlar mis malditos sentimientos.
Denali me estaba controlando con lo que más me dolía.
Mi esposa.
—La viste y viste a Dalila en ella, una chica joven y musulmana… ¿no? La defiendes porque te hace recordar a Dalila, le encontraste reemplazo y la trajiste a la casa donde vivió tu amada. ¡Pero en qué piensas Ala! ¿Acaso dormirá en el cuarto principal?
— ¿Acabaste? —cuestioné frio, volteándola a ver—. Deja de decir estupideces, no me casaré ni con ella…ni contigo.
Antes de que dijera alguna idiotez me marche, estaba resultando asfixiante su presencia.
No sabia que le pasaba, de su ultima vez en la India había llegado preocupada e insoportable. Había algo que aun no me contaba y tenía que averiguar que era.
Empezaría a investigar.
[…]
—Señor Liam —murmuré un sí y seguí respondiendo correos. Ya había acabado con todo el trabajo pendiente y mostrado a Aysel lo que sería su trabajo de ahora en adelante, ahora íbamos de nuevo a la mansión—. Agradezco mucho su gesto de amabilidad y confianza al pensar que podría manejar la contabilidad de su empresa, pero solo soy una estudiante de cuarto año, no estoy aun lista para…
—Aysel, tres cosas —enumeré viéndola, sus manos temblaban, arrugué mi ceño al verlas—. Señor Licciardi, no Liam. Segundo, no pondría a alguien incompetente para manejar mi tan preciada contabilidad, vi tus notas y son buenas. Tercero, lo harás y mas vale que no te equivoques, no es gratis tu estadía en mi mansión. ¿Alguna otra cosa por decir?
—No es Aysel, soy Aysel para mi familia —se enderezo en su lugar, mientras sus ojos me miraban fijamente—. Usted es un amigo de mi padre, pero desconocido para mí. Señorita Aslanbey para usted.
Casi sonreí al ver su nueva postura. Asentí sin más y atendí el teléfono que empezaba a vibrar, dudé en contestar, pues ya estábamos entrando a la propiedad.
—Signori, llamaba para informar algo respecto a la Srta. Denali.
— ¿Ya se fue?
—Sí, recibió una llamada que la alteró y se fue hace diez minutos. Me temo que no pude entender que decía.
¿Llamada?
—Aprenderás hindi y me dirás exactamente que fue lo que dijo, porque de lo contrario te aconsejo que empieces a rezarle a todos los Dioses para que te oculten de mí.
Colgué enojado.
¿Qué mierda de empleados tenía?
¿Por qué Denali se iría de esa manera? Si algo pasara ya lo sabría.
—El Hindi no es algo que se aprenda fácilmente —escuché un murmuro a mi lado.
— ¿Quién te dijo que opinaras? —gruñí.
El auto se detuvo y abrí la puerta para salir cuanto antes, no quería estar mas tiempo de lo necesario a su maldito lado.
—Puedo ayudarlo —me detuve al escucharla—. Mi madre nació allí, sé el idioma.
— ¿Cómo la llamo ahora señorita Aslanbey? —pregunté burlón—. ¿San salvadora aslanbey? No se puede salvar a quien ya esta sentenciado.
Ella agrandó sus ojos sorprendida y negó.
—Ala, que cosas dice —agitó sus manos al aire varias veces y se detuvo abruptamente—. Sé que es alguien oscuro que perdió el rumbo de su vida, sé que es el Rey de la mafia Europea, también sé que mi padre trabajaba con cosas ilegales, pero yo..
—Se me olvidaba decirte —recordé suspirando—. Tu padre murió, di la orden de matarlo, se intentó escapar así que lo maté, tu padre quería venderte a un hombre sádico de sesenta años, no le importó lo que podrías pasar con él…solo te vendió. Tienes el día de mañana libre para que le guardes tu luto.
No la miré a los ojos, imaginaba posiblemente como estaría y quería evitarme tener esa imagen en mi cabeza.
Empecé a caminar hasta dentro, cuando un agarrón me hizo voltearme abruptamente.
—Mata al padre de otro y piensa que al decirle de sus pecados dolerá menos —su mirada ardía del dolor y la ira. Me sorprendí al ver como retenía las lágrimas—. Yo…ac-acepte, prefería eso a que… Pagaríamos la deuda, ya no le debería a alguien tan frio y sin corazón como usted señor Licciardi, porque sé que era a usted. Ahora lo sé y le digo algo…con Ala como testigo —señaló hacia arriba—. Deseo que todo el dolor que estoy sintiendo por la muerte de mi única familia, usted la sienta el doble.
Me acerqué hasta ella, haciéndola retroceder con cada paso que daba.
—Ya lo sentí —confesé indiferente y me señalé—. Ahora solo queda esto, alguien frio y sin corazón que hará que pagues hasta el último centavo que me debe tu difunto padre, después de eso te marcharas. Si no lo haces
—Me matara.
—A veces la muerte no es suficiente —un motor se escuchó a lo lejos haciéndome separar—. Cuando llegues de tu trabajo a la empresa, ayudaras en la cocina… ahora ve allá y espérame.
Sabía que quería hablar y posiblemente golpearme, pero solo asintió y se marchó.
Esperé algo impaciente hasta que el auto de la familia se estacionara.
¿Quién había llegado sin avisar?
—Mamá —dije sorprendido al verla bajar del automóvil, fui hasta su encuentro—. ¿Qué haces aquí? He dicho que iría, no quiero que te expongas.
Me detuve a medio camino cuando vi que su rostro estaba completamente serio.
Algo andaba mal.
—Mamá, ¿qué pa.. —mi rostro se volteó al sentir la dura cachetada que ella había impactado contra mi mejilla.
—No me llames mamá —lagrimas empezaron a caer de su rostro—. No soy madre de alguien como tú.
Sentí como mi interior se apretó al escuchar esas palabras tan hirientes salir de su boca.
—N-No digas eso —supliqué, intentando agarrar sus manos—. Déjame tocarte mamá. No digas estas cosas, yo soy tu hijo.
Negó.
— ¡No soy madre de alguien que es capaz de matar a una niña! —gritó—. Vi las noticias, la hija del Jeque Abdul ha desaparecido de la clínica. Todo Emiratos la esta buscando, pero no hay rastros de ella. ¡Mataste a una niña! ¡Mataste a una niña!
—Entiéndeme —supliqué con lágrimas en los ojos.
No podría perderla a ella también, no lo soportaría.
—Si lo sé —dijo desesperada—. Él mato a Dalila y al bebé en su vientre. Nos duele Liam, aun duele en cada uno de nuestros corazones, pero, debemos seguir y no quedarnos en el pasado. A Dalila la mató Abdul, no su familia ni mucho menos esa pobre e inocente niña.
—¿Por qué no me entiendes? —pregunté herido, esto realmente me dolía—. Eres madre, tu más que nadie tienes que entenderme.
—No hay excusa para lo que haces —negaba, pero yo asentía sin parar, claro que las había.
—Tuve miedo, tuve muchísimo miedo por muchísimo tiempo de llegar a tener un hijo, tuve tanto miedo, pero ella nunca lo tuvo mamá, aun sabiendo la posibilidad de que traeríamos a este mundo alguien enfermo. ¡Ella quería una familia! Y poco a poco disipo mis miedos, los arrancó, sembró en ella una ilusión, un sueño de ver a pequeñas Dalilas corriendo por nuestro hogar —señalé la mansión desesperadamente—. Tus nietas correrían por este jardín, estarían aquí y se alegrarían de verte, pero jamás lo veremos. Cuando Luciano anunció que seria padre, supe que quería un bebé con mi amada.
—Liam detente….
Negué, me escucharía en este momento.
—No tuve más miedo mamá, si naciera sano o no, seria nuestro hijo y lo amaríamos. Días después de que asesinaran a mi esposa, empecé a tener sueños mamá, en ellos teníamos a tres hermosos hijos, dos niñas y un niño y me...me llam…me llamaban —inhalé y exhale profundamente. El nudo en mi garganta crecía con cada segundo que pasaba y las lágrimas solo empeoraban todo—. Papá. Papá, ayúdanos, ayuda a mamá, pero no podía ayudarlos mamá, no podía y despertaba gritando un nombre…al siguiente día descubrí que perseguían a mi esposa y que estaba embarazada, ella lo sabía, ese día me dijo que me tenía una sorpresa para mí en la noche, ¡fue hasta esa farmacia a confirmar lo que su corazón le gritaba!
—No sigas mas —el llanto de mi madre era cada vez mas fuerte y sus lagrimas nublaban su vista…al igual que la mía.
—Cuando tuve la investigación de su teléfono, llamadas, mensaje…todo, encontré que —golpeé mi pecho varias veces, este dolor aún seguía intacto—. Su historial…había, ella había buscado “Hermosas maneras para decirle a tu esposo que será padre” ella me daría una caja y al abrirla, se reflejaría una nota de alguien para mí, esta caja tendría otra caja mas pequeña con otra nota y así sucesivamente hasta llegar a la ultima caja, en ella habría un…
Intenté seguir hablando, abría mi boca para pronunciar aquella palabra, pero no tenía voz, se había ido y en lugar había dejado solo un llanto agonizante y amargo
—Amor, tienes que dejar.
—N-Ni siquiera…lo digas —mi cuerpo convulsionada por el llanto y un hipido se escuchaba con cada palabra que decía.
—Si aun esta viva, no la mates…no lo hagas.
—¡Mamá no pudo! —estallé—. No supe la noticia, ni siquiera pude escuchar su corazón, no pude soñar con ella… ¡NO PUDIMOS! La mato sabiendo que estaba embarazada, la mató sabiendo que no la mataría solo a ella, mataría a una vida que se estaba formando en su vientre. Mató a un ser indefenso e inocente, no pensó ni por un momento que él tenía a una hija creciendo en el vientre de su madre, que su hija estaba en la misma condición que mi hijo. ¡No lo hizo! Yo —me señalé—. Mataré a su hija y lo haré de la misma manera en que murió mi bebé. Morirá en sus brazos y no podrá hacer nada para evitarlo. Si después de esto, sigues queriéndome matar en tu corazón, tienes que saber que no solo me mataras en tu corazón, me mataras en vida…mamá, nuevamente moriré.