-¡Oye! ¡No la regañes! –El rubio venía detrás de nosotras, al igual que su perro.
-¡¿Ahora también nos vas a acosar?! –Me detuve frente a él.
-Escucha, Ada y yo somos amigos –dijo y yo entrecerré los ojos.
-¡No puedes ser su amigo, eres mucho mayor! ¡Así que aléjate de ella! –Estaba alterada.
-¡Tú no puedes decidir eso! ¡Preguntémosle a su madre! –Cuando dijo eso, me sentí victoriosa y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
-Yo soy su madre – hablé un poco más serena y lo vi cambiar completamente de actitud.
-Ahora entiendo el por qué... ¡Lo siento! Me voy a despedir –se agachó para hablar con Ada. -Lo siento enana, pero tu mamá no quiere que seamos amigos, y hay que obedecerla aunque no estemos de acuerdo – no supe si fue el tono de voz que usó con ella, o las palabras que dijo, pero me hizo ver algo en él. No sabía lo que era, pero sentí algo dentro de mí.
Ada jaló mi mano, llamando mi atención. -Amy, si Josh quiere ser mi amigo y yo quiero ser su amiga, ¿por qué no podemos ser amigos? –Cuestionó, mientras él levantó la mirada, esperando mi respuesta.
-Porque es mayor que tú Ada, debes tener amigos de tu edad – intenté explicarle.
-Pero Ema es mi amiga – refutó.
-Ema te cuida… - intenté explicar de nuevo, pero me interrumpió.
-¿Qué hay de Arturo, Marcos, la tía Amaia, el tío Daniel? -Me agaché hasta quedar a su altura.
-Ya capté la idea – suspiré profundamente, y observé al rubio que tenía una sonrisa de burla. -¿De dónde se conocen? – Le pregunté a él un poco molesta.
-Trabajo ahí – el rubio apuntó hacia el jardín de niños.
-¿Eres maestro? –Cuestioné, porque él no tenía el perfil.
-No, trabajo para el comedor – respondió; pero, yo quería algo más específico.
-¿Eres el chef? –Cerró los ojos, como fastidiado y se puso de pie.
-Mi abuela está a cargo del comedor, yo solo me encargo de transportar la materia prima, platillos o lo que sea necesario - esa respuesta fue más convincente. Entonces me puse de pie.
-Pueden ser amigos – sonreí fingidamente a Ada y después me acerqué un poco al rubio, poniendo mi dedo índice en su pecho, amenazante... O al menos intenté serlo. –No te quiero a solas con ella – sentencié.
-De acuerdo – respondió.
De cualquier forma, regresé a casa con Ada después de ese encuentro.
El lunes llegó, y necesitaba saber qué clase de tipo era el rubio, por lo que fui al jardín de niños a hablar con la directora, y aproveché para dejar a Ada.
Entré a la dirección junto a la directora. -No quisiera tomar mucho de su tiempo; pero, ¿podría despejarme algunas dudas acerca del servicio de comedor que tienen? –Pregunté, quería ser lo menos obvia posible.
-¿Hubo algún problema? ¿Ada tuvo alguna reacción con algún alimento? –La directora se escuchó alarmada, incluso se detuvo a medio camino, sin alcanzar siquiera a tomar su asiento.
-No es para nada lo que piensa, es solo que Ada mencionó algunos alimentos que no acostumbramos en casa, solo quiero asegurarme que sea una alimentación saludable. –Debía ser cautelosa, no podía arruinar el negocio de la pobre señora, por culpa de su retorcido nieto.
-No debe preocuparse por eso – dijo más tranquila, tomando su lugar detrás de su escritorio. –Siéntese por favor, tenemos años trabajando con Café & Más… De manera personal conozco a la dueña y sé por experiencia que utiliza ingredientes frescos y saludables. No debe preocuparse por eso Señorita MacDowell – me sonrió amablemente.
-Ahora que menciona el nombre del lugar, escuché que la señora tiene un nieto, Josh, ¿cierto? –Crucé mis dedos para que mordiera el anzuelo.
-¡Claro! Josh es un joven muy atento, educado y servicial – en mi opinión, no tenía nada de educado, me había gritoneado en la calle hacía un par de días atrás - constantemente le ayuda con las entregas. Es un buen chico – dijo de manera honesta.
-Bueno, me tengo que retirar, solo quería asegurarme del servicio del comedor; pero me quedo más tranquila con sus comentarios – me levanté, con una tranquilidad parcial, porque al menos su voto de confianza hacia el rubio, lo consideré genuino.
-Me alegra que tuviera la franqueza de venir directamente a preguntar, cualquier otra interrogante que tenga, no dude en hacérmela saber, estamos para servirle – terminó dándome la mano, aún cuando yo no había sido realmente franca, salí de ahí.
Bueno, al menos era cierto lo del trabajo, y esperaba que cumpliera su palabra de no estar a solas con Ada. De cualquier manera, tendría que estar platicando con ella al respecto, y pedirle a Ema que también se mantuviera alerta con las conversaciones de Ada.
Algo me incomodaba, por lo que giré mi vista y lo vi a unos metros de distancia, recargado en un camión, fumando. Levantó su mano para saludarme; era un cínico.