Sobra decir, que el grupo de estudiantes dirigidos por Caleb, ganó de nuevo los puestos en el consejo estudiantil. Así que me tenía que quedar una hora después de clases; a veces no hacía nada, en ocasiones había junta, y en otras, Caleb simplemente me pedía ayuda con preparativos o documentos por entregar.
-¡Amy! Hoy por la noche será la fiesta para la recaudación de fondos, voy a necesitar de tu ayuda – su expresión era una mezcla de diversión y autoridad.
-¿De verdad tengo que ir? –Pregunté con esperanza.
-¡Vamos Amy! Prácticamente ya terminó el año escolar y no has asistido a ninguna actividad extracurricular. Además, vas a divertirte – estaba en una disyuntiva, porque precisamente era lo que temía, divertirme; aun cuando lo extrañaba. No me dejó pensarlo más y me envió la dirección en un mensaje. –Te necesito a las 8 – puso su mano sobre mi hombro y salió del salón.
¿Qué de malo podría pasar? Me refiero a que yo no bebía alcohol, sólo ocasionalmente, así que no tenía miedo de perder la cabeza y hacer locuras; mis compañeros de clases no me llamaban la atención, y en el remoto caso de que alguien llegara a aparecer, bailaría o hablaría hasta ya entrada la madrugada. No tenía que preocuparme por Ada y al día siguiente era festivo, así que tampoco tendría que preocuparme por levantarme temprano o trabajar. Además, a decir verdad, me hacía falta distraerme, con tanto estrés, lo necesitaba.
Tal vez por costumbre, pero le pedí a Arturo que me llevara a la fiesta y que por favor estuviera al pendiente para pasar a recogerme. Me pareció de lo más curioso el lugar donde habían decidido hacer el evento, era un club nocturno; pero era comprensible, éramos jóvenes después de todo. En la entrada, ya estaban dos de los miembros del consejo, ellos se harían cargo de la puerta, y la larga fila de estudiantes esperando por pasar, era más que visible.
-Caleb espera por ti, está en la barra – me dijo uno de los chicos tan pronto me vio.
-¡Gracias! –Respondí y me adentré al lugar.
Era un lugar muy amplio, las luces estaban encendidas, permitiendo observar las mesas alrededor de la enorme pista de baile, un escenario al fondo y la barra, donde estaba Caleb, a un lado del escenario.
-¡Esa es mi chica! –Dijo cuándo me vio. –Qué bueno que viniste, de lo contrario no te hubiera gustado el castigo que tendrías que cumplir – entrecerré los ojos y suspiré profundamente.
-¿Qué voy a hacer? –Pregunté con cierto fastidio.
-Estarás a cargo de la subasta – sonrió con diversión y me entregó la lista de los chicos y chicas, esos que serían subastados para bailar toda la noche.
-¿Esperas que me suba ahí, y que hable enfrente de todos? –Cuestioné apuntando hacia el escenario, pero era más una queja.
-Bueno, podrías hacerlo desde encima de la barra si así lo deseas – propuso con burla.
-Me hubieras dicho antes, para venir con otro atuendo – extendí mis manos en mi dirección, porque llevaba un pantalón de mezclilla azul, una blusa negra con un ligero escote en forma de gota que se me ajustaba al cuerpo, y encima una chaqueta también de mezclilla, a juego con el pantalón. Como pensé que iba a trabajar, no sé, cargando cajas o llevando borrachos, había decidido usar zapatillas de piso. No llevaba maquillaje y mi cabello había sido peinado por el aire.
Me recorrió con la mirada. –No te ves mal; sólo quítate la chaqueta, para que llames más la atención – dijo sin decoro alguno. En ese momento se distrajo con otras personas que llegaban por instrucciones. Puse los ojos en blanco, fastidiada me fui al baño, al menos trataría de hacer algo. Me miré al espejo y era un completo desastre, no llevaba nada para intentar maquillarme o peinarme.
-¿Necesitas ayuda? –A través del espejo observé a Vicky, una chica de cabello castaño obscuro y rizos hermosos, compartíamos algunas clases. Su habilidad con el maquillaje, aunado a su piel blanca, la hacían lucir siempre fresca y bonita.
Incliné mi cabeza y sonreí de lado. –Si puedes hacer un milagro conmigo, soy toda tuya – se rio ante mi comentario y se acercó a gran velocidad hasta mí.
-No necesitas de mucho, eres muy bonita naturalmente. Tu tono de piel te favorece – dijo rápidamente, mientras sus manos comenzaron a recoger mi cabello en una sencilla trenza de cascada. Definitivamente tenía un don, en 5 minutos la había terminado. Después, sólo me arregló un poco las pestañas con rímel y me dio un labial rosa. –¡Estás lista! –Sonreí frente al espejo, mi apariencia había mejorado demasiado.
-¡Gracias! –Estaba realmente agradecida y ella me sonrió. De pronto escuchamos a una persona por el altavoz, quien daba el primer aviso.
-Creo que deberías salir – habló con obviedad.
-¡Gracias de nuevo! –Tomé los papeles que Caleb me había dado antes, y salí casi corriendo del baño.
Me encontré con que el lugar ya estaba a media luz, y el bullicio me hizo saber que había muchas personas ya adentro.
-¡Amy! –Me gritó Caleb. –¡Vamos, date prisa! –Me tomó del brazo y casi me llevaba a rastras hacia el escenario. Cuando subimos algunos escalones, vi conmocionada la multitud que ya estaba esperando porque comenzara el evento. Entonces se escuchó la segunda llamada.
Caleb se puso frente a mí, me tomó de las mejillas y se agachó hasta quedar frente a mi rostro. –¡Lo vas a hacer bien! –Sus perfectos dientes blancos se mostraron en una bella sonrisa. –¡Eres una experta en la espontaneidad! –Me tomó de los brazos, girándome; alguien me extendió un micrófono y Caleb me lanzó al escenario, donde una luz blanca me daba directo en la cara, evitándome ver el resto del gran lugar que algunos minutos atrás había descubierto.