El jueves de esa semana, llegué a casa después del trabajo y vi a Josh sentado en la sala.
-¿Qué haces aquí? –Vi mi reloj de pulsera y eran las 7, regularmente solo lo veíamos por las mañanas.
-Ada me invitó a cenar – contestó con burla.
-Esa niña es increíble – lo era, yo no podía pasar de un “hola”, y ella podía invitarlo a salir.
-¿Estuvo bien que aceptara? –Preguntó con duda.
-¡Por supuesto! –Me apresuré a responder. Era bueno que Ada hiciera las cosas que yo deseaba. –En un segundo regreso – me dirigí a mi habitación, me cambié por algo más cómodo y salí a la sala, para encontrarme con Ada mostrándole sus dibujos.
Después de algunos minutos Ema sirvió la cena, y nos sentamos a comer. El tiempo transcurrió gratamente, en medio de risas y conversaciones.
-Ada, ya es la hora de dormir – dijo Ema con un poco de pesar.
-Ya es tarde, yo también debo irme – Josh se dirigió a Ada.
-Josh, ¿puedes contarme un cuento para dormir? –Ada le pidió suplicante, Josh volteó a verme solicitando permiso, y yo solo me encogí de hombros, por lo que Josh soltó una carcajada.
-Tendrás que enseñarme qué hacer – le dijo Josh a Ada, mientras se ponía de pie. Ella de inmediato lo tomó de la mano y lo jaló hacia su habitación, mientras le iba diciendo la rutina para ir a la cama.
Después de 20 minutos, Josh salió con suma precaución de la recámara de Ada, la había dejado dormida.
-Tiene una batería infinita – intenté romper el hielo con ese tema.
-Es que la siesta la toma por la tarde, por supuesto que cuando llegas, ella está con la batería recargada – al decir eso, me hizo dar cuenta que la conocía más que yo, sabía su rutina y su personalidad, todo. –Creo que ya debería irme – lo vi rascarse la cabeza.
-Te acompaño – iba caminando frente a mí, abrió la puerta de la entrada y justo ahí se giró a verme.
-Yo… -Titubeó por un momento, y pasó un mechón de mi cabello por detrás de mí oreja.
-Es complicado, ¿cierto? –Apreté mis labios, me sentía triste, parecía que el resto de mi vida sería así.
Lo escuché suspirar. –No tienes idea… -Esa tormenta en su mirada, me ponía nerviosa. Me hacía sentir que me deseaba, tanto como yo a él; pero, ¿solo quería algo físico?
-Podemos sólo intentar tener una buena relación por Ada – propuse, aun cuando no era lo que deseaba, porque Ada tenía una conexión especial con él y yo no arruinaría eso.
Se acercó para abrazarme; se sintió tan bien, me perdí en su calidez, en su aroma, en su toque. Su corazón estaba acelerado, pero rítmico. Me gustaba lo que me hacía sentir. Estuvimos por algunos minutos así, hasta que besó mi coronilla. –Es mejor que me vaya – dijo casi como un susurro. No lo quería dejar ir, pero no lo podía retener; solté lentamente mis brazos, y él lo hizo de igual manera. Nuestras miradas se cruzaron, me sonrió sin ganas y comenzó a caminar hacia el elevador sin mirar atrás; sólo me volvió a ver con una sonrisa de lado, cuando estaba dentro de la caja metálica, y desapareció tras las puertas de ésta cuando se cerraron.
Cerré la puerta de la casa y me dirigí a mi habitación, me tiré en la cama y soñé con algo que sabía no llegaría.
…Se acerca a un lado de mi silla, y flexiona sus piernas hasta estar en cuclillas, me toma de la mano y volteo a mirarlo; pero él no me mira, tiene su vista hacia el suelo, me pregunto en mi interior qué es lo que estará pensando. De improvisto, levanta su mirada y se intercala entre mis labios y mis ojos. Mi corazón comienza a acelerarse, siento el calor subir a mi cabeza, sonrojada trato de abrir mi boca para decir algo; pero, Josh es más rápido y pone su dedo índice sobre mis labios a manera de que guarde silencio. Sus ojos grises se quedan estáticos en los míos, puedo ver su profundidad y caigo embelesada ante ellos. Se levanta gradualmente para que sus labios toquen los míos y…
La alarma me sacó del breve momento; apreté los ojos con fuerza, los abrí frustrada para levantarme y decidí perderme en mi rutina.