María Helena continúa durmiendo, mi hija está muy feliz, de todas maneras, mis ojos estarán sobre ella, para que no sufra en esta crueldad de vida que llevamos. Me visto con una ropa demasiado elegante, pues según mi punto de vista es apropiada para la ocasión, espero que a Gonzalo le guste y sobre todo que no le incomode mi presencia ya que es una muy interesante sorpresa. Salgo de la casa y caminó hacia donde vive Gonzalo, para suerte mía no trabaja, pues está pensionado por haber pertenecido a la policía, confío mucho en que no me está mintiendo, llegó al corto tiempo y golpeó la puerta, él se asoma y abre a los dos segundos. —¡María! —Me abraza sin dejarme mover mis brazos, al menos me hace sentir muy bien. —Gonzalo —le digo y él de inmediato me suelta, se aleja un poco y espera co