4. ¿Qué voy a hacer cuando la encuentre?

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4. ¿Qué voy a hacer cuando la encuentre? Daxter Mi acompañante se fue hace mucho y no ha regresado. Veo que la organizadora de la fiesta se acerca a mí con algo de inquietud en su rostro. —Señor Jacobs, le pido una disculpa. Nuestra modelo se sintió indispuesta y tuvo que retirarse. Le invito a que siga disfrutando la fiesta y si desea que alguien más le acompañe a beber su coctel, con gusto estoy a su disposición. La observo y su cabello rojo me recuerda a mi Sara. Pero no. No es ella. —Está bien señora Robles, no se preocupe. Veo a su esposo que no luce muy feliz. Es mejor que le alegre la noche a él. Veo como ruedas los ojos. Es una mujer joven y hermosa y su esposo, aunque bien conservado, luce mucho mayor. —No se preocupe. Le dije que estaría ocupada y que me esperara en casa, pero no quiso. Así que tiene que esperar. Me causan un poco de gracia estos personajes. Se nota que se aman a pesar de todo. —No quiero ser motivo de que un marido celoso intente golpearme. No se preocupe, estaré bien. La dama sonríe, y entonces, con pena, se despide para seguir departiendo con los invitados. —¡Bu! –escucho que alguien se coloca mi espalda y acerca su boca a mi oído. –Yo puedo hacerte compañía querido. Ruedo los ojos de fastidio. Bueno. Aquí vamos. —Hola Cass. No sabía que estabas invitada. –delante de mí se coloca mi folla-amiga, Casandra Carson. —Sabes que siempre voy a todos los lugares importantes y a dónde sé que vas a estar tú. Intento sonreír ante sus palabras, pero solo me sale una mueca. Por supuesto que siempre aparece en todas partes. Lo que me extraña es que no lo haya hecho el día que conocí a mi pelirroja eléctrica. —Ya veo. ¿Tienes una especie de radar? –me sonríe maquiavélicamente. ¿Acaso lo tiene? —Jajajaj. Amo tu sentido del humor querido. Bueno, no tengo radar pero sí excelentes contactos. Me mira con autosuficiencia, pero yo comienzo a molestarme. Si se trata de alguien de la compañía, se las verá conmigo y por supuesto que debe considerarse despedido de este momento, pero, un aroma inconfundible llega a mi nariz. Soy bueno con los perfumes. —Creo que acaban de llamarme “radar” –me giro y veo a la mujer más maravillosa y hermosa del mundo. Sofía Jacobs, mi madre. —¿Mamá? ¿Qué haces aquí? –mi voz denota la gran sorpresa que siento, pues ella muy pocas veces sale de su ciudad y de los alrededores de mi padre, que la cuida como un tesoro. —Me enteré de este evento de beneficencia y sabes que siempre me gusta apoyar, pero, además, me enteré que una de las organizadoras era la gran diseñadora y abogada filántropa, Liliana Robles. Tenía que venir a conocerla. Y cómo vi que competiste por un vestido, imaginé que era para mí. Por eso eres mi hijo favorito. Mi hermano Michael suelta un bufido. Es quien siempre la acompaña, sin embargo, sé que en verdad soy su preferido. —Ah, no te había visto “copia”. –me burlo de mi hermano, ya que somos mellizos. Al ser el mayor y el que lleva el nombre del hermano de mi madre y el mejor amigo de mi padre, suelo tener cierta preferencia por parte de mis papás. —¡Hola Idiota mayor! –él también se defiende y eso me causa gracia. —Ya, ya, dejen de pelear y vamos a disfrutar la fiesta. Esbozo una sonrisa de medio lado. En realidad, este evento se ha convertido en algo aburrido, por lo que pienso retirarme. —Yo me voy mamá. Mañana tengo muchos pendientes que atender. Quédense a disfrutar ustedes. –me inclino para darle un beso a mi madre en la mejilla y a mi hermano solo hago una pequeña reverencia de despedida. Salgo de ahí y el chofer se apresura a abrirme la puerta del auto. —¿Se divirtió esta noche? –me pregunta el hombre. Tiene trabajando conmigo desde que estaba en universidad, así que tenemos confianza uno al otro. —Se puede decir. Y lo habría sido más, pero mi acompañante se retiró. –el hombre sonríe, creo que imagino que piensa que hablo de sexo. Pero en realidad no. Solo quería charlar con Rubí. Y el motivo principal era que su perfume me la recordaba. —Hace rato, una hermosa chica preguntó por el dueño de su limusina. Quizás la vio dentro. Muy hermosa, cabello oscuro. —comienza la descripción y sé a quien se refiere. —Precisamente hablo de ella. Pero ya habrá otra ocasión para vernos. Dejémoslo al destino. Mi chofer sonríe y sabe que en este momento necesito tranquilidad, así que coloca la división dentro del auto. Sin dudar, marco el número de mi investigador. Esta noche la recordé más que nunca. —Dime que tienes alguna pista. —le hablo fríamente. Pasa el tiempo y no la encuentro. —Lo siento, pero no. Lucifer debe tenerla escondida. Pero si la información que se llevó no le sirve de nada, lo más seguro es que sea ella quien se acerque y debe estar atento. Si, yo también lo he pensado, pero en mi ansiedad por encontrarla, me están haciendo cometer errores. —Estaré al pendiente. Debo salir del país, pero regreso en quince días. Sigue buscando. Cuelgo la llamada y me quedo pensando. Lo que no tengo claro es…¿qué voy hacer cuando la encuentre? Sara Mientras voy en el auto de alquiler, recibo un mensaje. Debes venir en cuanto puedas. Es importante. Doy un largo suspiro. No había tenido noticias de Demonio en estos días, así que imaginé que todo iba bien con la información que conseguí. —Señor, por favor…necesito hacer una parada rápida…¿cree que pueda llevarme y esperarme? –el hombre asiente y me lleva al lugar. Cuando llegamos, bajo de prisa y me dejan entrar. —Estoy aquí…¿cuál es el problema? —Damon levanta la vista de la mesa y me mira. Sé que siente muchas cosas por mí, pero yo no las siento. —Estás hermosa Lucifer. —me agrada cuando me llaman por mi apodo, pero no lo demuestro. —Tengo un taxi abajo esperando por mí. Sé breve. –me sonríe de medio lado. —Dile que se vaya. Yo te llevo. –lo miro y niego. Eso no está a discusión. —No, dime lo que necesito saber. –lo apremio y entonces comienza a explicar. —La información que trajiste es insuficiente. Lamentablemente ya están enterados. Ahora debemos encontrar la manera de que puedas infiltrarte nuevamente. ¿Crees que puedas hacerlo? Tenemos más miembros en la organización. Me dice dando a entender que no soy tan necesaria. —Puedo hacerlo. Solo dime lo que necesito saber. Quiere parecer un chico rudo, pero yo también lo soy. —Bien, te voy a enviar todo. –solo asiento y estoy a punto de marcharme. —Espera Luci, yo te voy a acompañar. –de una de las puertas sale mi Cancerbero. —De acuerdo, vamos. Sonrío y salgo con el chico que no para de hablar. Cuando llegamos a casa, alguien espera por mí en la entrada. —Hola abuelo, ya estoy aquí. –Franco sonríe. Solo espero que no me pida información, pero veo que es imposible. Es momento de hablar.
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