5. Lucifer se enamoró

1324 Words
5. Lucifer se enamoró Sara —Pensé que ya estabas en casa. —El tono de voz de Franco me hace ver que está enojado a pesar de su sonrisa. –Aún no has explicado donde te quedaste la otra noche. –me cuestiona. Pensé que ese asunto ya estaba olvidado. —Me quedé con Dante, ¿cierto amigo? —Cancerbero asiente, a pesar de que siempre le ha tenido miedo a mi cuñado. —S-si. Ella estuvo en mi casa. A mi madre le gusta que se quede. –el silencio del “abuelo” me da a entender que no me cree ni una palabra. Dirige su mirada hacia mi amigo que entiende la indirecta visual —Creo que te espero en la habitación Lucif…digo Sara. –Una risita escapa de mis labios. Estuvo a punto de llamarme por mi apodo. Cuando nos quedamos solos, me tiro al sofá. —Pensé que seguías en la fiesta. –le pregunto, pero sigue en silencio. Se sienta en el sillón que está frente a mí y apoya sus antebrazos en las piernas. Esa posición me dice que viene una larga charla. —¿En qué líos te estás metiendo? —ante sus palabras me quedo callada. A él no puedo ocultarle todas mis cosas, porque él también ya ha estado de mi parte en algunas otras. Como vulgarmente se dice, me ha salvado el trasero cuando lo he necesitado. —Son mis asuntos, no te preocupes. Puedo manejarlos. —da un suspiro y me mira. —Sabes pequeña Sara, tengo miedo. Ya no soy joven y me da terror pensar que te metas en algún lío peligroso y no estar para ayudarte. Sé que tienes a tus padres y a tus hermanos, pero les has ocultado bien tu verdadera personalidad. Lo escucho hablar y me recorre un escalofrío. —No seas tan dramático, aun te quedan muchos años por delante para cubrir mis travesuras. —¿Travesuras les dices? –veo que hace una mueca sarcástica. –Estuviste a punto de quedarte encerrada con todos esos criminales adolescentes. Me quedo callada porque tiene razón. Esa vez fue la vez más peligrosa, pues el grupo al que pertenecía, aún eran novatos. —¿Me lo vas a reprochar toda la vida? –trato de fingir debilidad. A mi hermana y a mi sobrina le funcionan. Con mi padre también me ha funcionado a mi. —No quiero que sigas corriendo riesgos. La adrenalina que corre por tu cuerpo debe ser canalizada de otra manera. El ser modelo no ayuda mucho. ¿Por qué no quieres ingresar a la universidad? ¿Cómo le explico que la escuela me parece una pérdida de tiempo? Que hay muchas cosas que hacer en el mundo y que tener un título no es mi sueño. —No me gusta la escuela. –le digo con voz lastimera. Creo que mi puchero funciona pues va a sentarse al lado mío. —Pequeña Sarita. ¿O debo llamarte Pequeña Lucifer? –me quedo callada. Él es el único que conoce mi apodo además de Dante. –¿Qué es lo que quieres de la vida? ¿Cuál es tu propósito? No le respondo porque ni yo misma lo sé. Ayudo a esos chicos con sus grandes ideas de cambiar el mundo y reparar injusticias. Quiero ser como una de esas heroínas que logran vencer al mal. —Quiero un mundo mejor. Sé que puedo hacerlo. –el “abuelo” acaricia mi cabello como cuando era más pequeña. Aunque a mi padre le daban el doble de celos, yo veía a Franco como un padre más. Además de que el señor Juan Luis se ha vengado de cierta manera, porque procura mucho a mi sobrino José Luis. Creo que ha pensado en hacer un intercambio con mi hermana y pedir a su hijo y entregarme a mí. —Eres una soñadora. Noble, generosa y preocupada por el futuro, pero debes pensar en el momento y no desviarte de las cosas buenas. Debes tener cuidado, porque la maldad está a tu alrededor y tu ingenuidad puede ser utilizada al contrario de tus propósitos. Tal vez, pueda ser que lo que piensas que está bien, termine dañando a alguien que te importe. ¿Me prometes que no serás imprudente? Escucho sus palabras y desde el fondo de mi corazón, hago un movimiento afirmativo con mi cabeza. —Eres una buena chica. Algún día entenderás que todo lo hacemos por tu bien. –Franco comienza a ponerse de pie para irse. —¿Por qué me proteges? –le pregunto con un toque de ansiedad y curiosidad. —¿Sabes? Pocas veces he sentido envidia en la vida. Una de ellas fue ver a tu padre, cuidándote y mimándote de pequeña. Eras una niña muy intensa, pero te dabas a querer. Anhelaba tener una hija y en tí canalizaba ese deseo. Aún cuando nacieron mis hijos, para mí siempre había un lugar especial en mi corazón para tí. Eres como la pequeña hija que pedía al cielo. No puedo evitar que sus palabras me conmuevan. Es cierto. Cuando era una niña hiperactiva, siempre estuvo para mí, para jugar y dedicarme de su tiempo. Tanto él como mi hermana, fueron unos padres más. ¡Que afortunada fui! —Gracias “abuelo” . – Me lanzo a sus brazos y él me estrecha. Me da unas palmaditas en la espalda y me despacha con cariño. —No tienes nada que agradecer. Anda a tu cuarto que el niño raro ese que es tu amigo debe estar comiéndose las uñas. —suelto una risita porque conoce muy bien a mi cancerbero. ***** —Te tardaste una eternidad Lucifer. ¿Qué te dijo tu “papibuelo”? –suelto una risita al escuchar la manera como lo llama. —Solo está preocupado porque me pueda pasar algo. ¿Te dijo algo Demonio antes de que yo llegara? —le pregunto mientras comienzo a quitarme la peluca y mi cabello suelto cae sobre mi espalda. —Si, revisaron la información que entregaste, pero no había ningún documento comprometedor ahí. Deben seguir buscando. Pero creo que deberías dejar que otra persona se haga cargo. Se está volviendo peligroso. Muevo mi cabeza, negado enfáticamente. —No. Yo voy a encargarme. Quiero descubrir si en verdad ese hombre tiene que ver con la fabricación y el envío de los lotes de medicamentos. –Mi amigo me mira extrañado. Sabe que siempre cumplo mi trabajo pero no me arriesgo de más. —¿Qué tiene de especial esta misión? Demonio estuvo mirando la hora toda la noche y a cada instante se ponía más furioso al ver que no llegabas. ¿Qué pasó? Me tiro en la cama boca arriba, mirando hacia el techo. Cierro los ojos y los recuerdos de esa noche se reproducen en mi cabeza. —Dante…me acosté con él. –le digo lentamente y mi amigo guarda un silencio que dura mucho tiempo. –¿No me vas a preguntar nada? –lo apuro para que me diga que piensa. —¿Por qué? –es todo lo que dice. Precisamente es la pregunta que no puedo responder. —No lo sé. Solo pasó. –trato de quitarle importancia al asunto. Pero dentro de mí, sé que esa no es la respuesta correcta. —Yo sé por qué lo hiciste. –levanto mi cuerpo, dejándolo apoyado en mis codos. Solo necesito ver su cara para saber que va a decir…porque presiento que su respuesta va a aclarar las nubes en mi cabeza. —¿Por qué, según tú? –hablo de manera sarcástica. Me mira a los ojos y sé que sus palabras van a estar llenas de razón. —Porque te enamoraste amiga. –mis ojos se abren con sorpresa, pero dentro de mí, al fin se revelan mis sentimientos. –Lamento decirte que Lucifer se enamoró.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD