La Pequeña Lucifer y el CEO Despiadado

6. ¿Será posible?

6. ¿Será posible?

Daxter

Entra por la puerta el gerente de compañía y amigo de años, Jackson Collins. A pesar de ser mayor que yo, nos llevamos muy bien, incluso se puede decir que es de los pocos amigos que tengo. Él trabajó con mi padre y cuando éste se retiró, le pidió que siguiera fungiendo como mi mano derecha.

—¿Qué tal te fue en la fiesta? –es otra de las pocas personas que saben de mis pasos.

—Pues, la puedo catalogar de rara. Pasaron cosas, que no puedo decir que me fue mal.

Mi amigo sonríe de medio lado , sin entender mis palabras.

—Tal parece que no encontraste lo que buscabas. ¿No encontraste ninguna chica a la que llevar a tu casa?

Cuando menciona eso, el recuerdo de cierta mujercita, de las pocas que han visitado mi santuario, me provocan tenerla frente a mí, darle unos azotes y luego follarla duro. Pero al contrario de eso, estoy aquí, rumiando mi frustración.

—Efectivamente, no encontré lo que buscaba. ¿Tienes información del cargamento?

Jackson suspira. Se sienta en la silla frente a mi escritorio y me mira antes de hablar.

—Parece ser que las personas que están interesadas en jodernos la vida, cayeron en la trampa y siguieron el señuelo de la información falsa. El que hayan violado tu privacidad, nos dice que hay un soplón en la empresa. Es cuestión de tiempo para que caiga.

Asiento ante sus palabras. Pero el descubrimiento de saber que hay alguien entre los míos que me está traicionando, me provoca encontrarlo y enseñarle que conmigo no se juega.

—Ese cartucho ya está quemado. Ahora debemos encontrar otra manera de ponerle trampas. En esta fue más hábil y cayó, pero no tenemos ningún dato que nos lleve a él.

Veo que mi amigo se queda pensando en algo, pero no se atrevía a preguntar.

—Dime, ¿cómo hicieron para entrar a tu casa? –me pregunta directamente, pero la velocidad de mi cerebro me hace responder casi de inmediato.

—Al parecer fue un tipo de droga que hizo efecto cuando ya estaba en mi departamento. No recuerdo mucho de esa noche.

Solo asiente, y comienza a ponerse de pie.

—Estaré al pendiente. Vamos a hacer caer a ese grupo de idiotas que quieren vernos derrotados. Nos vemos más tarde. –cuando se va mi amigo, me recuesto en mi silla pensando en mi mujer.

Si. Mi mujer. Anoche mientras estaba en mi cama, decidí que cuando la encuentre, voy a retener mi lado a esa delincuente hasta que me aburra de ella. Debe pagar lo que hizo. Me vio la cara y me hizo parecer un imbécil, lo cual no pienso tolerar.

Tocan a la puerta y antes de que autorice a que entren, veo la cara de Cassandra que se asoma.

—Hola corazón. ¿Estás ocupado? –me pregunta con su típico tono de voz de niña mimada.

—Si, estoy muy ocupado. ¿Qué quieres? —no espera más e ingresa.

—Vine a ver como estabas. La verdad es que te extraño. Hace mucho que tú y yo no pasamos tiempo de calidad juntos. -hace un puchero que me parece completamente fingido.

—¿A qué te refieres con “tiempo de calidad” ? ¿A co-ger? –la manera en cómo llamo lo que hacíamos logra que se ruborice.

—No seas así conmigo. Sabes que te amo. Que siempre te he amado. Solo necesito una oportunidad para demostrártelo. –niego. No me interesan sus intenciones.

—Eso no va a pasar. Y te voy a pedir que me deje solo. Y de preferencia, cuando vayas a venir,saca una cita con mi secretaria.

Cuando digo eso, veo que se pone pálida. Está mal acostumbrada a ser una mimada en cualquier lugar que va. Se siente apoyada por su apellido y es algo que tengo que dejarle en claro. No importa lo que hicimos en el pasado ni de quién es hija. No me interesa tener una relación con ella.

—Está bien…me voy. Pero no me voy a dar por vencida contigo. Vas a ser mi esposo, porque es lo que esperan tu familia y la mía. –sale de mi oficina y da un portazo que estremece las paredes de cristal.

Algo en el tono de voz o sus palabras me hacen sentir incómodo. Sé que su objetivo siempre ha sido ser mi esposa y mi error fue haber caído con ella. En mala hora me metí en su cama. Pero era joven y no me importaba dónde meter a mi “amigo”.

La puerta se abre de nuevo y un par de idiotas entran por ellas.

—¿Qué le hiciste a la mujer? Está furiosa. —Angelo y Emmanuel, mis mejores amigos, entran a mi oficina sin avisar. ¿Acaso nadie pide permiso o esta es una oficina pública?

—Sigue con su obsesión. Pero olvidenla. Está loca. –mi madre de seguro me jalaría las orejas si escuchara como hablo de su ahijada.

Los dos tontos se echan a reír a carcajadas. Siempre dicen que yo seré el primero en caer en el matrimonio. Pero nada más alejado de la realidad.

Después de unos minutos, ambos se ponen serios.

—El hecho de que pudieran entrar a tu departamento no es tan extraño, si entendemos que tú mismo llevaste al enemigo a tu casa. El problema fue la facilidad con el que vulneraron tu equipo y tomaron la información. Según pude ver, tardaron solo unos minutos en extraer lo que según ellos buscaban y guardarlo en un dispositivo. Por lo que o tu contraseña era muy fácil o el experto era muy bueno. Lo más probable es que cuando caíste dormido, la chica dejó entrar a alguien. ¿Revisaste las cámaras?

Mi amigo Emmanuel es quien me está ayudando con todo esto del ciberespionaje. Sabe lo suficiente sobre el tema y el detective que me está ayudando es parte de su personal.

—Las cámaras fueron manipuladas, así que no pudimos ver quien entra. Ni tampoco se puede ver cuando sale la chica. —Al pensar en ella, siento una mezcla de furia y añoranza y sin querer, el recuerdo de la modelo también llega a mi mente. Ese maldito perfume me está jugando en contra.

—¿Y no has pensado que quien pudo haber hecho todo, fue la misma mujer que llevaste?

Una sonrisa de burla aparece en mi cara. No, eso no es posible. Era una chica demasiado simple para poder hacer eso. No, tuvo que haber dejado que entrara alguien.

—No, es imposible. Lucía demasiado ingenua y no muy lista. Estoy seguro de que ella no fue.

Ambos me miran con sospecha. Saben que siempre he desconfiado hasta de mi propia sombra, pero ahora, estoy poniendo las manos al fuego por alguien que se aprovechó de mi confianza.

¿Será posible que ella…?