—Abre los brazos, por favor. Estoy en el atelier de uno de los diseñadores de la marca de Marián la mañana siguiente. Las personas han sido amables y hasta ahora todo marchaba como reloj suizo. No hay muchos cambios que hacerle al vestido escucho que dice el hombre llamado Logan. Marián asiente satisfecha y yo respiro aliviada. —Te dije que era perfecta para el cierre del desfile. El hombre rubio y bajo me da una mirada sabedora. —Será un magnífico —cierre. —Espero que si —digo algo nerviosa. —Confía en nosotros, verás que todo va a quedar a pedir de boca y será el mejor maldito cierre que hemos hecho en muchos años. El hombre claramente ama lo que hace y está seguro de lo que tiene. —No la apabulles —espeta Marián —Mira que me costó convencerla para que la corras con tus extrava