Dos días después, estoy frente al espejo y siento un nudo en el estómago.
Debo asistir al funeral de William Baker y no podía negar que estaba algo tensa ante tal acto.
Miro el vestido recto, de escote cuadrado, manga corta, por debajo de mis rodillas.
—Este me encanta —Dice Alondra, mi amiga, que está sentada en el sofá de lectura que tengo en la habitación.
—Sí, no voy —murmuro.
Esta se pone de pie.
—Sabes que no tienes escapatoria —espeta.
Odio cuando tiene razón.
Se detiene detrás de mí. Sus ojos me miran con seriedad a través del espejo.
—La niña que él recuerda, no existe—. Habla en tono serio —Ahora, eres Marcella Johnson, una mujer independiente, inteligente, exitosa y empoderada.
Sonrío ante lo último.
—Aunque, lo de inteligente lo estoy poniendo en duda —dice en tono plano mientras toma mi mano donde descansa el anillo de compromiso.
—No empieces —pongo los ojos en blanco.
—Vamos. Mike es un imbécil, ¿Quién llama a su novia bollito? —Se estremece y yo hago una mueca porque odio el apodo.
Paso a su lado, entro a mi armario por unos Louboutin para completar el atuendo.
Mi cabello, sujeto en una coleta, deja al descubierto unos pequeños pendientes, que eran el único accesorio que me puse para la ocasión.
Miro a mi amiga y frunzo el ceño.
—¿Tú no deberías estar con tus pacientes?
—No tenía a nadie programado para esta tarde —se encoge de hombros.
Alondra es una siquiatra muy buena, y había obtenido reconocimiento dentro del gremio en el cual, la consideraban una de las mejores.
Atrás quedo la chica alocada y desbocada.
Hoy en día. Era mucho más madura y más selectiva con sus parejas.
Seguía siendo mi única amiga.
Salimos de mi departamento y nos despedimos con la promesa de una noche de chicas.
Subo a mi coche y emprendo el camino hasta la mansión Baker.
Miles de sentimientos pasan por mi cabeza. Pero, los alejo y me concentro en hacer mi deber para con ellos y mi familia.
Cuando entro a la propiedad, puedo ver la línea de coches que están dispuestos.
—Bien, aquí vamos —susurro.
Estoy por bajar, cuando mi móvil suena.
Miro la pantalla.
Mike.
Respondo.
—Supongo que estas el funeral del viejo Baker —dice en tono despreocupado.
—Mike —suspiro —No le digas así—. Replico.
—Bollito, sabes que ese viejo era famoso por ser un maldito.
Resoplo. Aunque tiene algo de razón.
—Lo sé. Pero mi familia lleva su imagen en el mercado.
—Tus hermanos, cielo. Tú solo haces las fianzas —su tono suena casi despectivo.
Me aclaro la garganta.
—Bueno, si mi labor en las finanzas de la empresa estaría en la quiebra.
—Seamos honestos, tu padre tiene la publicidad porque le gusta. Pero, con los diferentes negocios y el dinero que tiene, no le hace falta.
Abro los ojos, algo asombrada por su comentario.
Miro a través de la ventanilla y niego.
—No sabía que estabas al tanto de las fianzas de mi padre —digo en tono seco.
—Bollito, si no tuviera el instinto que tengo. Sería un mal abogado.
—Ya —murmuro. —Tengo que dejarte.
—Nos vemos esta noche, mi madre quiere vernos para cenar.
—Está bien—cedo antes de colgar.
Bajo del coche y luego de contar hasta diez, avanzo por el camino de adoquines que lleva a la entrada.
Mi familia ya está aquí. Reconozco el coche de Dylan y mis padres. Luca, por su parte, está en la empresa con algo para la última campaña de una reconocida marca de maquillaje del cual el mejor amigo de mi padre, Andreas, es dueño.
Él cuál está casado con John, un amigo muy apreciado de mi madre. Ellos, junto a sus hijos mellizos que son de mi edad, son parte de la familia.
Entro al vestíbulo y asiento a varias personas. Atravieso el camino y me detengo en la entrada del salón, donde hay personas cerca de la chimenea. Y, es entonces cuando deparo en su presencia.
Está hablando con Dylan, y la conversación se ve muy seria. Lo que me permite estudiarlos sin ser atrapada.
Su rostro se ha endurecido, pero sigue siendo guapo. Su cabello está corto y continúa estando en buena forma.
Siento que las piernas me tiemblan, y una parte de mí quiere salir de aquí, mientras la otra, quiere demostrar lo que soy.
Me inclino por la segunda. Me enderezo, y avanzo hasta donde se encuentran.
Él, niega y mira en mi dirección quedándose inmóvil. Sus ojos oscuros me estudian. No me echo para atrás. Continuo el camino y cuando Dylan me ve, sonríe.
Le devuelvo la sonrisa a mi hermano y me acerco a ambos.
—Solo faltabas tú —dice en modo de saludo mi hermano.
—El tráfico, ya sabes —murmuro antes de mirar a Jared que no deja de verme en silencio. —Lamento tu pérdida —extiendo mi mano de manera formal —Tu padre fue un cliente importante y un buen amigo de la familia —continuo.
No se mueve.
Me aclaro la garganta y este parece salir de su letargo. Extiende su mano y toma la mía.
La sensación que me atraviesa me deja sin palabras un momento.
—Gracias, Marcella—. Dice soltando mi mano —Años sin verte.
—Desde que se fue a Nueva York —replica Dylan, ajeno a la tensión que hay —Ahora mi hermana trabaja con nosotros.
—Soy la cabeza de la empresa —lo pincho —Sin mí, estarían arruinados.
Se ríe.
—Solo, no dejes que el Mike te aleje de nosotros —murmura antes de dejar un beso en mi cabeza.
Le doy una sonrisa forzada.
Miro Jared que me ve en silencio.
—Sé que estabas a cargo de las joyerías en Londres —espeto —Tu padre estaba muy orgulloso de tu trabajo.
—En eso, si tiene razón —secunda Dylan.
Miro al otro lado del salón, y veo a mis padres hablando con otras personas. Sin embargo, la mirada de papá oscila entre la persona que le habla y yo.
—Iré a saludar —digo alejándome de Jared y Dylan.
Sin más, me alejo de estos y me acerco hasta donde se encuentran mis padres.
—Llegas tarde —dice mi madre entre dientes mientras me abraza.
—El tráfico del centro estaba horrible — miento.
No puedo decirle que dude en venir.
Saludo a papá, que pasa su abrazo por mi hombro, y me ancla a su costado.
—¿Estás bien?
—Por supuesto —bufo.
No lo miro a los ojos. Si no, verá que miento.
Mamá está ajena a los que pasa, mientras un par de personas se acercan a saludar. De vez en cuando, miro en dirección a Jared y lo encuentro viéndome.
Eso genera que me sienta extraña y fuera de mí.
—Iré por una bebida y algo de aire —. Murmuro antes de alejarme.
Tomo una bebida de la mesa, donde el catering atiende a los presentes y salgo al jardín un momento.
Mi móvil suena, y miro para ver de nuevo el nombre de Mike.
—¿Si?
—Mi madre dice que nos espera a las siete —dice —Ni un minuto más, ni un minuto menos, Bollito. Sabes que ama la puntualidad.
Ruedo los ojos.
—Estoy con mi familia cumpliendo con un deber.
Bufa.
—También tienes un deber con mi madre.
—Desde que estamos juntos, no he faltado a tu madre. De hecho, estoy completamente segura que, soy la mejor nuera que ha tenido —mis palabras salen bajas.
—Te recojo a las siete —gruñe —La voy a llamar y le diré que estás en algo del trabajo.
Me muerdo el labio.
—Como sea—. Cuelgo y sorbo de mi zumo.
—Hace ocho años que no estábamos en el mismo lugar—escucho detrás de mí, y me enderezo ante la voz de Jared.
Mantén la calma, dice mi cabeza.
Ya no soy aquella niña que estaba enamorada.
—Bueno, ambos tomamos camino diferente —murmuro.
Miro a mi lado y lo veo detenerse, mirando al horizonte.
—Te llamé varias veces y nunca respondiste.
¿Me está reprochando?
—Tampoco estuviste en la boda —agacha la cabeza y me mira de lado.
—Después de nuestra última conversación, quedó claro que debía alejarme.
Confieso.
Levanto mi bebida y sorbo.
Siento como me observa detenidamente.
—Eso, ¿Es un anillo de compromiso? —inquiere con incredulidad.
Bajo mi bebida y lo miro.
—Así es. Me voy a casar pronto.
Asiente con sus labios en una fina línea.
—Supongo que es un buen hombre.
—Lo es —replico con rapidez —Espero ser tan feliz, como lo eres tú en tu matrimonio.
Me mira con el ceño fruncido.
—Claudia y yo no estamos juntos desde hace unos años.
Muda.
Me quedo muda.
—Lo siento.
—No tienes porque, lo mantuve en secreto—. Continúa— Solo mi padre estaba al tanto.
Asiento sin saber que más decir.
El corazón me late desbocado al sentir su presencia y olor.
Se supone que ya lo he superado. Me voy a casar con Mike, no debería sentirme de esta manera.
—Felicitaciones, Cherry —. Dice de repente.
Hace años nadie me llamaba de esa manera.
Alarga la mano, toma la mía y deja un beso en ella.
—Es afortunado en tenerte —dice en voz baja antes de liberarme y entrar al salón dejándome sola.
Su acción me deja sin habla y con la respiración atascada en el pecho, mientras lo sigo con la mirada.
—Eso es muy jodido —susurro a nadie, mientras me acaricio la mano.
Con un acoplo que advierte con derrumbarse, entro de nuevo al salón.
Jared está hablando con varias personas, pero sus ojos se posan en mí, nos miramos en silencio unos segundos.
Aparentando no estar afectada por el breve encuentro con él, avanzo hasta mi familia.