Capítulo 4: Llévame al pasado

1841 Words
14 de octubre Al día siguiente me levanté como nueva, pensando que los eventos de ayer no habían ocurrido. Salí de la cama para arreglarme y luego me dirigí a la universidad. El edificio de la facultad ya estaba abierto por lo que entré directamente a la zona de estudio. Tomé una de las mesas y me senté. Saqué mi celular y mis audífonos para revisar mis r************* y no le presté la mínima atención a mi alrededor. Comencé a tararear la canción GUY.exe de Superfruit moviendo un poco mi cuerpo, cuando de pronto sentí que me arrancaron los audífonos. —¡Maldito hijo de…! ¡Tú! — al ver la cara de Jude casi me caigo de espaldas de no ser porque la silla tenía respaldo y estaba fijada al suelo. —¿Alguna vez te han dicho que tienes una boca demasiado vulgar? —¿Alguna vez te han dicho que eres demasiado entrometido? — me incliné sobre la mesa. Él sonrió burlón recostando sus codos. —Creo que para esta ocasión sería mejor decir: Hola Jude ¿Cómo estás? — hice una mueca. —Te obligaron a venir aquí así que no tienes que ser educado y tampoco yo. — Regresé a mi postura normal. —Hablando de eso ¿te gusta historia? —Aunque no me gustara igual tengo que estar aquí.— Hice una mueca. En definitiva, su trabajo es complicado. —Esa no fue mi pregunta. —Lo sé. — Suspiró. —Me gusta. Es interesante, más cuando has vivido algunos hechos en carne propia. — Abrí mis ojos denotando admiración. —Incluso conocí a Napoleón. —Abrí mi boca asombrada. —Te vi ayer estudiándolo. Jude era claramente muy observador, un punto que admirar debo admitirlo. —¿Y cómo es? ¿En serio es bajito? —En efecto. Sin pensarlo dos veces me subí en la mesa para acercarme a Jude. Coloqué mis manos sobre sus hombros y le dije: —Debes llevarme al pasado. Quiero vivir ese sueño. —No puedo hacerlo. —¿Cómo qué no? —Sabes que no tengo esa autorización. — Fruncí mi boca decepcionada. —-Por favor. —¡Qué no! — empujó mis manos lejos de sus hombros haciendo que perdiera el equilibrio en la mesa golpeándome la mano. —¡Maldición! — exclamé irritada. —¿Estás bien? — tomó mi mano preocupado. La alejé bruscamente para luego tomarlo del cuello de la camisa. —¡Eres un…! —¡Adri! — la voz de Hebe me regreso a mis sentidos. La miré, luego a mis manos sosteniendo el cuello del sudadero y finalmente lo solté para correr hacia ella. —¡No es lo que crees! —¿Qué es lo que creo? — preguntó con una ceja levantada. —Ehhh… déjame presentarte a Jude Dankworth, es nuevo en la facultad. Se transfirió— escuché como el pelinegro se reía burlón. Achiné mis ojos para verlo. —Soy Hebe Spinster y espero que Adri no te haya causado algún inconveniente. Suele ser así frente a chicos guapos— le di un golpe en el brazo. —Claro que no— hablé entre dientes. —Un placer y descuida, seguro ella no me ve de esa manera— asentí cruzando mis brazos. —Porque es algo ciega.— Lo miré ofendida mientras me amiga escondía su sonrisa. Uy, traidora. —Entonces Adri, qué hacías— en ese mismo momento nuestro salón fue abierto por lo que opté en entrar sin responderle a mi amiga. —¡Abrieron el salón! Vámonos— tomé mis cosas y fui a buscar un lugar. Una vez ubicada, Jude y Hebe tomaron asiento detrás mío. Jude en la misma fila que yo y Hebe a su lado. Ambos platicaban como si se conocieran de años, dejándome de lado. Suspiré mientras maldecía a Jude mentalmente. Cómo podía ser tan encantador frente a los demás. Inhalé hondo y exhalé para calmarme. Conforme la clase se fue llenando varios chicos se acercaron a hablarle a Jude. Muchas chicas fueron valientes y le dijeron lo guapo que era. De seguro habían elevado el ego del idiota. Negué con mi cabeza comenzando a sacar mis cosas para la clase y en minutos el profesor hizo su entrada. Presté la atención debida y una hora y media más tarde, tuvimos un descanso de diez minutos mientras el profesor de sociología venía. Hebe me dijo que iría a llenar su pachón de agua al dispensador del pasillo y yo simplemente asentí. Tomé mi mochila para poder sacar los folletos de la clase. —Eres muy buena prestando atención— dijo Jude de pronto. Giré a verlo y asentí. —Saber redactar es importante si quiero escribir un libro de historia y hacerme famosa— alardeé imaginándome dando charlas respecto a mi libro frente a un público enorme. Era mi sueño. Jude me observó con una mirada que no pude reconocer y sonrió amablemente asustándome. —No sonrías así. —¿Por qué? —Das miedo- me burlé. —¿En serio? — Noté que no le gustó mi comentario. —Bromeo— terminé de sacar mis cosas. —¿Cómo está tu mano? — miré mi palma y tenía un ligero rasguño. —¿Por qué? ¿Vas a compensarme?— pregunté con una ceja elevada. —¿Eso quieres? —Llévame al pasado— giró sus ojos, evidentemente molesto. —Por favor, no te pido mucho. Sería un gran material para mi libro. —Ya te dije que no puedo— hice una mueca. —Bien— le di la espalda de nuevo. En segundos Hebe entró seguida del profesor. (…) Al finalizar la jornada salí de clase dispuesta a ir por comida. —¿Tu padre no estará? — preguntó mi amiga mientras yo negaba con la cabeza. —¿Quieres que te acompañe? —Olvídalo, tienes que ir a almorzar con tu familia. Estaré bien. —Pero te quedarás sola. —No lo hará— la grave voz de Jude nos sobresaltó a ambas. —¿La acompañarás? — el asintió. —Okay, entonces te la encargo mucho. —No soy una niña. —Ya lo sé— me dio un beso en la mejilla y luego se despidió de Jude retirándose. Yo regresé mi atención a la fila de la cafetería. —¿Sigues molesta? —¿Por qué lo estaría? —Tal vez porque cuando te hablo me das la espalda. —Estoy haciendo mi cola— tomó mis hombros y me obligó a verlo. Lo empuje fastidiada. —¿Qué haces? —¡Ves! Estás molesta— suspiró mientras peinaba su cabello para atrás.. —¿Haces todo esto porque no te quiero llevar al pasado? — cerré mis ojos. Debía admitir que en parte esa era la razón, pero entendía que no podía viajar de aquí a allá. Aun así, me sentía mal por no hacerlo. Además, la forma en que me rechazó me molestó. Incluso me dolía la mano por su brusca negación. —Bien, en parte es por eso. Pero ya no tiene importancia— solté regresando mi vista al frente. —Adria… —¡Jude! — Un chico alto de cabello castaño entró en la cafetería corriendo apurado. Lo primero que hizo fue abrazar a Jude quien se quedó quieto sin mover ni un milímetro de su cuerpo. —¡Hermano del alma! ¿Dónde te habías metido? — Jude lo empujó mientras el chico se reía divertido. —¿Qué haces aquí? —Inés me permitió ser tu ayuda mientras cuidas al código 013. Por cierto, quién es. Me dijiste que era un dolor en el trasero— abrí mis ojos admirada. Jude me lanzó una mirada nerviosa. —¡Yo no dije eso! — levanté mi ceja mientras me cruzaba de brazos. —¿Cómo qué no? Dijiste que no querías ser compañero de una chiquilla. Y que era un dolor en el trasero — Jude negaba con la cabeza mientras su amigo asentía divertido. Di un paso cerca del castaño y toqué su hombro. —Hola, me presento— sonreí. —Soy el dolor en el trasero, mejor conocida como Adria— el chico cerró su boca mirando a Jude nervioso. —Lo dijo de buena manera. — Me señaló con sus manos intentando ser cool. —Sí claro— volteé mis ojos. —Soy Silas Weber, por cierto— tendió su mano. La tomé sin mucha emoción. Finalmente, llegó mi turno y ordené mi comida para luego irme a sentar cerca de las ventanas. Los chicos me siguieron. —¿Te enojaste otra vez? — preguntó Jude. Lo miré sin muchos ánimos. —Cállate ¿sí? —Okay— Silas rio. —En mi vida creí que vería a Jude Dankworth siguiendo órdenes que no fueran de la sub capitana.— Comentó el castaño. —Es la única orden mía que ha obedecido — tomé un poco de arroz para colocarlo en mi plato. —¿Le diste otra? — preguntó. Lo miré a los ojos. —No— mentí. Ya no quería repetir el mismo tema. —¿No me digas? No quiso llevarte al pasado. — Mi tenedor se cayó. —¿Cómo lo sabes? ¿Acaso también pueden leer mentes? — Silas rio. —Esta chica es divertida. — Me dio un pequeño empujón. —¿Entonces eso quieres? — no respondí, pero Jude lo hizo asintiendo. —Bien. Piensa en una fecha. —¿Qué haces? — preguntó Jude serio. —Tranquilo. Ahora Adria, piensa en una fecha. Un poco confundida obedecí. A mi cabeza se me vino el siglo XVI, precisamente la imagen de una fiesta florentina. Al hacerlo Silas tomó mi mano y en un abrir y cerrar de ojos todo pasó muy rápido. La imagen de Jude gritando frente a mí desapareció por otro plano. Específicamente un callejón. El aire fresco nos rodeaba y se escuchaba mucha gente caminando y platicando. Al girarme a ver a Silas quedé confundida. —¿Qué ha sucedido? — pregunté. El me miró divertido y comenzó a reír. —Vaya que eres un ser único. No imaginé que con tu solo pensamiento pudiéramos viajar. —¿De qué hablas? —Bueno, solo el viajero en el tiempo que visualizó la escena o la fecha puede transportar a otro viajero. —Pero yo no soy viajera del tiempo. —Lo sé. Eso lo hace más extraño— quedé muda. Se acercó a mi tomando mi mano y caminamos escondidos por algunos metros. Silas robó un par de canastos de mimbre mientras yo asimilaba lo ocurrido. De ellos sacó un par de capas. —¿Qué es eso? ¿Los robaste? ¿Dónde estamos? — él me sonrió petulante. —Esto mi querida Adria, son nuestros disfraces. Dígamos que es un pequeño préstamos. No querrás que unos italianos del siglo XVI te vean con esos jeans rotos. —Oh claro… Un momento. ¿Dijiste Siglo XVI? Esto no podía creerlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD