Capítulo 5: Florentia

1829 Words
12 de julio 1514  Silas y yo caminábamos por las ajetreadas calles de Florentia tratando de no ser vistos por las ropas que llevábamos. Las capas nos cubrían hasta los pies por lo que no había problema. Aun así, yo sentía mucho calor y el polvo de la calle me estaba molestando —¿Por qué hiciste esto? —¿A qué te refieres? —¿Por qué me trajiste aquí? — me detuve. Él me imitó. —Tu lo querías. —Pues sí, pero primero que nada y según tengo entendido, no puedes traerme al pasado o a donde quiera y segundo, soy una extraña. — Sonrió para luego encogerse de hombros. —Bueno, primero que nada, —se burló de mi — no esperaba que con el hecho de que tu pensaras una fecha podríamos viajar. Yo no sabía a dónde querías ir— en eso tenía un punto. —Y por si no lo has notado no soy del tipo que sigue las reglas— reí burlona. —Eres un anti sistemas. — Le dije con intención de burlarme. —¿No me crees? — me encogí de hombros desinteresada. —¿Quieres que te lo pruebe? — elevé una de mis cejas divertida. Así que, sin previo aviso me tomó de la mano y comenzó a correr hacia un caballo que se encontraba atado en un poste. Me tomó de la cintura y me subió en él. —¿Qué haces? —Probándote mi rebeldía. Entonces un hombre comenzó a gritar algo en italiano que no logré entender. Supuse que estaba diciendo que nos detuvieran. A lo mejor era por el caballo que estábamos a punto de robar. Silas desató al animal y luego tomó las riendas para sacarnos de aquel lugar. Silas reía divertido mientras yo, aterrada, me sujeté a su brazo ya que jamás había montado un caballo. —¿Asustada? — preguntó cerca de mi oreja. —¿Cómo no? Jamás había subido en uno de estos. —Tranquila, no te dejaré caer— acercó más sus brazos a mi cintura para que no me cayera. Su sólido pecho me mantenía protegida por detrás. —Eres un anti sistemas— sonreí —y no lo digo de forma burlona. Eres un genio.— El movimiento de su pecho tras reírse erizó los vellos de mis brazos, su grave carcajada hizo que me sintiera nerviosa. Jamás había estado con alguien así, ni en mi imaginación. Y por alguien así me refería a un chico apuesto, con un aura y presencia masculina, divertido y rebelde. El sueño de cualquier chica, pero Oliver seguía en mis pensamientos. Cabalgamos por al menos una media hora saliendo de la ciudad llegando a un camino de terracería con algunos árboles. Era increíble estar en un ambiente como este. El futuro era simplemente contaminación, muchos edificios y un tráfico insoportable. Finalmente llegamos a una especie de finca. Había muchos árboles y una reja custodiada por dos guardias. —Hola chicos— saludo Silas. —Soldado Weber— sonrieron mientras abrían la puerta y nos dejaban pasar. —¿Conoces a esta gente? —Vengo en ocasiones. Además, esta es la base oficial de la S.U.V de esta época—Lo miré anonadada. —¿Tienen una base en cada época? —Algo así, de hecho, esta se estableció hace un par de años. En unos cien años será movida a Roma. —Increíble, por cierto ¿el haber robado un caballo no afectará el futuro? — pregunté mientras él se detenía en el amplio camino de tierra —Descuida, alguien se lo devolverá como si esto no hubiera pasado. —Dios, las paradojas temporales son tan complicadas— me quejé mientras el reí. Continuamos el recorrido hasta que llegamos a un establo. —¿Quién cuida el sitio mientras tanto? —Muchos agentes, el principal es un Duque sin nombre. —¿Ah? —Son nobles anónimos para evitar paradojas temporales. Su nombre es Leo Vitale. Unos de sus padres es un agente y trabajó en una ocasión para los Medicci. Vaya, todo esto era interesante y sorprendente, sin embargo, el estar encima de un caballo rodeada por los brazos de Silas no era una posición a la que estaba acostumbrada. Me dolía el cabalgar, en definitiva. —¿Te sientes bien? — preguntó mientras yo negaba ferviente. —Me duele de la cintura para abajo— se rio. —Pronto llegamos. Aguanta. Finalmente, al estar frente a la enorme mansión un hombre de aspecto refinado me ayudó a bajar del caballo y luego dirigió a dos guardias para que se llevaran al animal. —Hola Loui— saludó Silas mientras el hombre asentía educadamente. —Bienvenido joven Silas, es un placer tenerlo aquí de nuevo. —Hay Loui me halagas— bromeó. —Por cierto, ella es Adria. Necesitamos un cambio de ropa urgente si no es tanta molestia. — El hombre nos analizó de arriba abajo. —Claro señor. — Loui llamó la atención de una mucama y le pidió que me llevara a una de las habitaciones para poder cambiarme. Yo miré a Silas y me despedí de él. —¡Vay!a— solté de repente al ver la enorme mansión. Era una joya de arquitectura renacentista que me dejaba sin habla. Recorrimos un pasillo exterior que estaba sostenido por varias columnas, la vista hacía el área verde del lugar era increíble. Alcanzaba a ver el basto terreno repleto de césped y flores. Finalmente, entramos y vi la decoración y algunos cuadros que ahí colgaban. La joven mucama me dirigió a las escaleras. Llegamos al segundo piso y caminamos recto hasta llegar a una habitación de puerta doble. Ahí, había una cama con dosel, en el centro de la habitación una ventana y al otro lado un tocador. —Esto es increíble— solté admirando la habitación. Incluso el arma dentro era muy peculiar. —Bien señorita, ¿qué le parece esto? — preguntó mostrándome un vestido de color rojo con blanco que me pareció muy lindo. Esto era un vestido tan de época. —Es hermoso— respondí acercándome a verlo. —Que bueno que le guste. Ahora déjeme ayudarla a quitarse sus ropas y vamos a vestirla. — Abrí mis ojos admirada, no esperaba esto. —Emm… claro. — Casi una hora más tarde me encontraba ya vistiendo aquella preciosa pieza. El vestido llegaba hasta el suelo. Dejaba al descubierto mis hombros en un escote rectangular y a partir de ahí las mangas flojas y algo robustas caían hasta el antebrazo soltándose hasta mis muñecas. La joven mucama me hizo un peinado creando un par de canelones en el nacimiento de mi cabello hasta abajo. Era como si tuviera una media cola, ya que dejaba mi pelo suelo y detrás de mi espalda. —¿Cómo te llamas? — le pregunté. —Soy Alfonsina señorita. — respondió con su acento un poco arrastrado. Claramente mi idioma no era su idioma natal —¿Cómo entiendes lo que te digo? —Estamos obligados a aprender muchos idiomas señorita. Yo, por suerte, soy experta en el español, inglés y el alemán. — Abrí mi boca claramente admirada. —Eres una genio— sonrió. Me levanté de la silla y me observé en el espejo. Me veía realmente linda. Parecía que había nacido para usar este vestido. —¿Qué opinas? —Se ve hermosa. —Gracias a ti— le dije dándole un corto abrazo. Ella se sorprendió claramente, pero aun así me devolvió el gesto. —Será hora de bajar— me comentó y yo asentí. Se dirigió a abrirme la puerta y juntas bajamos hasta llegar a la sala de estar, que consistía en una mesa de patas bajas y varios sillones que la rodeaban. Me sorprendí al ver Silas vestido con unos pantalones negros, que parecían mallas, y una camisa larga que dejaba ver su pecho. Dios, este hombre era apuesto Cuando me acerqué a su persona me miró boquiabierto. —Te ves muy linda— sonreí. —Pero no más que yo— le lancé una mirada de disgusto. —¿Iremos al festival entonces? —Sobre eso, hay un problema. —¿Cuál es? — pregunté curiosa. Silas se mordió el labio y luego me tomó por los hombros para hacerme girar sobre mis pies. Casi me caigo al ver a Jude mirándonos con enfado. Minutos más tarde, los tres estábamos sentados en los sillones sosteniendo una taza de té cada uno. Sin embargo, había mucha incomodidad en el aire. —¿Cómo supiste que estábamos aquí? — pregunté. —Te puse un localizador de tiempo en la manga de tu blusa. —¿Qué? — el té casi se cae de mi taza debido a la exaltación. —Eso va en contra de mis derechos. —Lo sé, pero por el tipo de persona que eres necesitaba un plan B por si te perdía. —Eso es muy inteligente— lo alabó Silas aplaudiendo. —No lo felicites— solté irritada aun sabiendo que había sido una idea genial. —Ahora volvamos. Ya viste disfrutaste la vista, tu indumentaria e incluso el té. — Jude se paró y me tomó de la muñeca para que lo imitara. Yo fruncí el entrecejo. —Bien— Suspiré. Podría ocurrir algo malo si insistía en quedarme. Quería ver las linternas que iluminarían el cielo nocturno del festival de hoy. Pero claramente eso no sucedería. —¿Te irás así nada más? — me preguntó Silas. —Tú serás un anti sistemas pero puedes arreglar tus problemas. Yo no.— solté enfurruñada. El hizo un puchero y yo le di un par de palmadas en el hombro. —Por primera vez eres una chica sabia— soltó Jude y yo asentí. —Pero antes, ¿podemos dar un paseo por el jardín? En el futuro no hay nada como eso — Jude suspiró. —Bien. Comencé a subir las gradas cuando Jude me detuvo. —¿A dónde vas? —¿No esperas que regrese a casa con este vestido y que vea el paisaje así de incómoda si quieres regresar de prisa? — pregunté irónica. El asintió al concluir que no tenía sentido regresar así. Tomando los laterales de la falda, subí frustrada hasta llegar a mi habitación. Cerré la puerta y estuve dispuesta a quitarme todo sola, sin embargo, eso era imposible ya que necesitaba ayuda. Así que me gire para llamar a Alfonsina cuando me tope con una persona frente a mí vestida de n***o. Quedé muda al ver que la vestimenta que tenían no parecía de este tiempo. —¿Viajero del tiempo? — pregunté por lo bajo. El tipo inclinó un poco su cabeza y luego se acercó a mí cuando yo solté un grito. Sin embargo, no me di cuenta que había alguien que lo acompañaba y ese alguien me dio un golpe en la cabeza dejándome desmayada.
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