Capítulo 6: Un viaje alegre, una vuelta nostálgica

2126 Words
Mi estado de inconsciencia no duró mucho. Al tener un cráneo tan duro normalmente los golpes no me afectaban. Así que en cuestión de minutos me di cuenta que estaba siendo subida a un caballo con uno de los tipos que me había secuestrado. Fingí estar inconsciente ya que, al no tener ningún plan, no saber que tan peligrosos eran estos tipos y además, el que mi fuerza física era nula, no podía arriesgarme tanto. ¿Qué podía hacer? De reojo noté que aún estábamos detrás de la mansión y nadie había notado el hecho de que no estaba en la habitación. Dios, solo tenía una opción. Cuando el tipo se subió atrás mío sosteniéndome, respiré hondo y cerré los ojos tratando de tomar toda la fuerza que mi débil cuerpo tenía y sin pensarlo dos veces le di un cabezazo y un codazo al hombre haciendo que cayera al suelo. Torpemente tomé las riendas del caballo y sin saber que hacía trate de dirigirme a la entrada de la mansión mientras gritaba por ayuda ya que el otro tipo venía detrás de mí. Intentó jalarme de mis cabellos y ropa por lo que perdí el equilibrio, ya que era más difícil moverme con el vestido que cargaba puesto. Cuando caí con todo y caballo al suelo, sentí mi cuerpo entumecido y mi cabeza daba vueltas. Escuché pasos acercándose a mí y quise llamar a Jude, pero mi voz no salía de mi garganta. Este era mi fin. Sin embargo, algo ocurrió. Escuché un par de golpes, gemidos de fuerza y finalmente algo cayendo al suelo. Cuando recuperé el sentido intenté levantarme y dos brazos me tomaron por debajo de mis axilas para auxiliarme. De pronto un olor parecido a la menta se internó en mis fosas nasales y al girar mi cabeza me encontré con el rostro de Jude ensombrecido. —¿Estás bien? — su grave voz me hizo sentir a salvo y sin pensarlo tomé su muñeca fuertemente con mis dos manos. —Gracias por salvarme — el me miró sorprendido por mi acción y luego asintió. —¡Diablos Jude! Aun sigues teniendo ese oído biónico — al escuchar aquello supe de inmediato que Jude me había escuchado pedir auxilio. Dios, le debía una a Jude. Al dirigir mi vista a Silas me di cuenta del desastre en el jardín. Lo que más me impresionó fue el ver a los dos tipos en el suelo desangrándose. —¿Lo-los mataron? — Jude tragó duro y negó con la cabeza. —Cuando los atrapamos sacaron unos cuchillos y se atravesaron la garganta— me cubrí la boca aterrada por eso. Gracias a Dios no estaba en todos mis sentidos sino, hubiera presenciado cómo estos hombres se quitaban la vida. —Esto es algo sospechoso. —Será mejor que entremos — dijo Jude mientras me tomaba de los hombros y me alejaba de aquella espantosa escena. Minutos más tarde, todos nos encontrábamos en la salita. Jude me ofreció una taza de té para poder calmarme y la acepté con gusto —Esos hombres eran de nuestro tiempo ¿no? — Jude asintió. — ¿Cuál crees que era su plan? — Jude se encogió de hombros. —No lo sé. Pero debemos investigarlo. Incluso llegaron al extremo de suicidarse con tal de que no fueran interrogados. — Yo temblé debido a aquello. Después de todo no era normal presenciar algo como esto. Jude lo notó y sin previo aviso me brindó un par de palmadas con el fin de reconfortarme. A pesar de ser un tanto brusco, yo le sonreí agradecida por su gesto. —Necesito descansar un poco — les dije y ellos asintieron. Así que me acomodé en el sofá tomando mis rodillas y sin mucha dificultad me quedé dormida. (…) “Te encontraré.” Luego de escuchar una voz cerca de mi oído me levanté súbitamente de donde estaba. Sorprendiéndome al ver que ya estaba oscureciendo y que además cargaba una manta encima de mi cuerpo. Frente a mí se encontraban Jude y Silas quienes me veían con preocupación. —¿Estás bien? — me preguntó el castaño. Yo tomé con fuerza la manta extrañada por lo que había escuchado. Seguramente había sido un sueño. —Lo estoy — comencé a sentarme. —Parece que dormí demasiado. Deberíamos volver —solté algo desanimada. —Lo haremos, pero antes te llevaremos a un lugar. Si es que no tienes miedo de salir. — Los miré curiosa. A decir verdad, prefería estar en cualquier lado menos en esta enorme mansión. Así que sin rechistar acepté la invitación de los jóvenes. Alfonsina arregló mi cabello ya que este se había hecho un lío luego de lo sucedido. Me cambió de vestido, siendo casi parecido al que tenía anteriormente, solo que este era de color verde con borde dorados, y el escote cubría mis hombros. Al bajar las gradas me encontré a los chicos muy bien vestidos con aquella indumentaria tan extravagante, donde sus mangas eran más voluminosas que una camisa normal. Tenían una capa cada uno y Jude usaba una boina negra en su cabeza destacando su atractivo. —Si sigues mirando desgastaras mi cara — enrojecí como loca mientras Silas se carcajeaba. —El carro está listo señor — el mayordomo interrumpió mi vergonzosa situación y decidí seguirlo para acelerar el paso. Claro que todo fue mas admirable al verme metida en un carruaje jalado por caballos. Dios, esto era emocionante. Me senté cerca de la ventana para observar el paisaje nocturno y por un momento olvidé todo lo ocurrido hace unas horas. Supuse que habían decidido llevarme debido al mal rato que pasamos. La belleza del camino era inimaginable, me sentía como si estuviera en la novela de Jane Austen. Prados bañados con la luz de la luna y cubiertos por las sombras de los arboles que se encontraban a la orilla del camino. —¿Te gusta? — preguntó Silas y yo asentí sin siquiera voltearlo a ver. Entonces, me sentí en duda. No sabía hacia donde nos dirigíamos. —Por cierto, ¿a dónde vamos? — regresé mi mirada a ambos. Silas sonrió. —Vamos a ver las luces que tanto querías ver. — Luego de escuchar aquello, no pude evitar sonreír ampliamente y mirarlos con agradecimiento. Una vez llegamos al centro de la ciudad, se notaba la euforia de la gente, muchas bailaban en medio de la calle mientras los demás se encontraban admirando el baile. —Vaya, esto es increíble — les dije a los chicos mientras veía todo a detalle. Las decoraciones, la iluminación, la gente hablando en su lengua. —Ven conmigo. — Soltó Silas de pronto tomándome de la mano alejándome de Jude quien ahora nos veía preocupado y sorprendido. En cuestión de segundos reaccionó y nos siguió. Silas nos dirigió a una torre donde se podía ver todo el paisaje de la antigua Florentia. Las calles vacías debido a la fiesta y el hermoso iluminado que las estrellas y la luna mostraban. —Esto es hermoso — murmuré. —Es una lástima que no haya traído una cámara. —Conociéndote, lo hubieras dejado en cualquier lugar creando una anomalía temporal— abrí mi boca indignada por el comentario de Jude. —¿En serio me ves tan torpe? —No te veo, lo eres— afirmó mientras yo me cruzaba de brazos. —Eres un grosero— le dije mientras tomaba a Silas del brazo. —¿Qué haces? — me preguntó el castaño al ver mi acción. Sonreí inocente. De pronto las luces comenzaron a salir maravillándome. —Vamos a ver las luces— lo empujé un poco para acercarnos a la vista y apreciarla mejor. Las luces iluminaron nuestros rostros y el resto de la noche. Jamás creí que presenciaría un evento como este. Era algo asombroso y único. —A pesar de haberles causado tantos problemas. Les agradezco esto— expresé. Me giré a ver a ambos y por un momento creí que se habían sonrojado, pero luego pensé que a lo mejor había sido obra de la iluminación de aquellas linternas. (…) Al estar de vuelta en casa, nunca creí que apenas había pasado un minuto. Jude, Silas y yo estábamos de nuevo en el campus como si nada hubiera sucedido. Está vez nos encontrábamos en la terraza de un edificio, ya que ahí casi nunca había gente por lo que era la mejor opción para regresar. Había mucho calor y me sentía muy cansada. —Bien, debo volver a casa— les dije mientras me estiraba un poco. —Te llevo— Jude y Silas hablaron al mismo tiempo dejándome perpleja. —Mmm… Creo que no será necesario. Puedo ir sola, además debo ir a ver a alguien super importante de camino a casa y quisiera ir sola— sonreí. Los dos me miraron con una expresión que no pude comprender. —¿Alguien importante? — preguntó Silas y yo asentí sin entender porque estaba curioso por aquello. —Bien, cuídense. — Y sin decir nada más salí corriendo de ahí para poder llegar a la parada de autobús lo más pronto posible. En mi camino encontré una venta de flores donde compré un ramo de girasoles. Seguramente a mamá le gustarías verlas y olerlas. Una vez las obtuve me subí al autobús que me llevaría a mi destino. Casi media hora después me bajé y caminé un poco hasta llegar a la entrada del cementerio. —Buenas tardes— saludé al guardia, quien ya me conocía, y seguí mi camino por un buen rato hasta que llegué a la tumba de mi madre. Sonreí con pesar al ver su lapida frente a mí y a las flores que alguien le había traído. Cada vez que yo venía alguien ya había colocado un ramo de rosas en cada espacio disponible. Algunas ya se estaban marchitando así que las quité para tirarlas a la basura. Hice un arreglo con las margaritas y el resto de las rosas para que la tumba de mi madre se viera bonita. —Lamento nunca haberte comprado margaritas cuando estabas viva mamá. — Sonreí de lado acariciando la lápida. —Lamento no haber podido repetir el día de tu muerte mamá— sollocé intentando retener mis lágrimas que a estas alturas no servirían de nada. Mi madre había sido una buena mujer, vecina, madre, esposa. Y su muerte había sido un accidente provocado por personas malvadas que no saben más que causarles problemas a los demás. Ese día, cuando yo tenía doce años, le había pedido a mi madre con muchas ganas un paquete de jugos de manzana para poder llevar a la escuela. Ella había ido por ellos, sin embargo, unos hombres con armas y bombas entraron al supermercado a asaltar y mataron a mucha gente inocente, incluyendo a mi madre. Desde ese día recé con todas mis fuerzas para que el día se repitiera y yo pudiera evitar que mi madre fuera a ese supermercado, pero desgraciadamente eso no sucedió. Ahí me di cuenta entonces que era algún factor externo el que causaba que yo recordará los días que se repetían y que claramente, nunca podría traer a mi madre de regreso. Miré por última vez la foto de mi mamá en la lápida y luego me despedí para regresar a casa. Sin embargo, casi me resbaló al ver a Jude frente a mí. —¿Qué haces aquí? —Vigilándote. — Lo miré con el ceño fruncido. —Claramente te dije que no quería que nadie me acompañara. —Y tu claramente escuchaste que tengo la orden de vigilarte. — Me quedé sin palabras luego de escuchar su comentario. Este chico. —¿Cuánto viste? —Lo suficiente— tomó asiento en una banca que estaba en la acera. Me dirigí hacia él y me senté. —Perdón —¿Por qué? —Por haber sido imprudente. — Suspiré y luego recosté mi cabeza en el respaldo de la banca para ver el cielo azul. —No importa, tarde o temprano lo sabrías. —De hecho, lo supe el día que te conocí. —¿Ah? —En tu expediente, estaba toda tu información. Incluso la de tu madre— me miró avergonzado lo cual me sorprendió en demasía. —Claro. — Dije simplemente y regresé mi vista al frente. —Sabes que no fue tu culpa, ¿cierto? —Lo sé, pero tiendo a sentirme así— suspiré, no quería deprimirme en ese momento. Así que me levanté y le ofrecí mi mano a Jude. —Vamos. —¿A dónde? —Solo sígueme— sonreí. Me miró con una expresión extraña, pero al final tomó mi mano y me obedeció.
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