Capítulo 7: Mamá

1356 Words
Al salir del cementerio nos montamos de nuevo en un autobús. Tomé el asiento al lado de la ventana y me quedé observando la calle. —¿A dónde vamos? — preguntó. —Sé paciente. — Le dije con firmeza. —No es nada malo, así que no me hagas esa expresión. — Señalé su rostro el cual demostraba que no se veía conforme con mi escueta respuesta. Era divertido pero debía de ser paciente. Pasaron cuatro paradas cuando ea indique que debíamos bajarnos. Al estar en la acera, caminé hacia mi lado izquierdo llegando a una calle donde había un carrito de comida callejera. El lugar tenía algunas estampas viejas del nombre, sin embargo, eran la prueba de que el tiempo pasaba para todos. —¿Aquí es dónde querías venir?— Asentí. —Muero de hambre. — Expliqué tomando asiento en uno de los bancos de plástico. Ordenó un par de smoked meat sándwich, una de las comidas más comunes del país, junto a unas bebidas. —Venía a este lugar con mamá cada cierto tiempo luego de mis actividades escolares. Ya sabes, como los festivales, días patrióticos y actividades culturales. — Jude asintió comprendiendo a qué me refería. —Suelo venir aquí cuando la extraño. —Lo miré fijamente. —Recuerdo que, cuando estaba en tercero primaria, me trajo aquí aun cuando estaba disfrazada de margarita. —Aquella memoria me sacó un sentimiento de nostalgia. —Tuve que salir en una obra disfrazada así. — Solté una carcajada mientras el pelinegro sonreía de lado. —Su comida. — Un joven nos trajo los platos cuando este estuvo a punto de caerse. Para que las sodas no nos empaparan me moví y las atrapé cayendo sentada en el regazo de Jude. Ambos nos miramos con evidente sorpresa y al girarnos a ver al joven ya no estaba. Me sorprendió ver que incluso el sol estaba más claro, como si fuera la mañana todavía. Noté que, en lugar de los bancos, había unos botes. Miré confundida a Jude y luego me levanté, mirando el logo de la carretilla de comida, parecía nuevo y no desgastado. —¿Qué sucedió? — pregunté. —Parece que viajamos al pasado. — Me mostró su muñeca. Un extraño reloj yacía en ella mostrando la fecha y hora. 11 a.m. 15 de junio de 2008. —No puede ser. — Murmuré realmente sorprendida. —¿Tu pensaste en esta fecha? — Asentí violentamente. Tragué duro y luego miré hacia atrás. Ahí, venía mi madre sosteniéndome la mano. Se veía muy feliz y alegre. Estaba admirando mi presentación en la obra y con sus manos y ojos brillosos me miraban alegre. Mis ojos comenzaron a ponerse llorosos y quise correr hacia ella. Abrazarla y decirle lo mucho que la amaba. Jude pronto notó lo que estaba sucediendo. —¿Esa eres tú? — asentí. Él tomó mi mano y me alejó de ahí. —¿Qué haces? Quiero ver a mi madre. —No puedes hacerlo. — Yo intenté zafarme de su agarre, pero él no me lo permitió. —¡Suéltame Jude! — grité desesperada intentando ir hacia ella. Sin embargo, en cuestión de segundos su imagen desapareció de mi vista solo para ver la calle y la parte trasera del carrito con las estampas desgastada. Habíamos vuelto. Me acerqué a él desesperada tocándolo para volver a ver a mi madre, pero seguíamos en el mismo sitio. —Regrésame con mi madre— sollocé, pero él no se inmutó. —¡Regrésame! — le exigí golpeando su pecho mientras mis lágrimas se derramaban por mi rostro. ¡Mamá! — decía mientras toda la tristeza se acumulaba en mi pecho para sacar todas las lágrimas y emociones deprimentes que tenía almacenadas. Jude me abrazó fuertemente mientras yo lloraba en su hombro sin saber cómo calmarme. A pesar de mis pataletas y llantos, Jude no me abandonó. (…) Minutos más tarde, cuando por fin me había calmado, me ofreció un té de manzanilla y una mordida de un postre de banano. —Gracias.— Le dije. Él asintió mientras se acomodaba a mi lado. —Lamento haberte golpeado. — Lo miré arrepentida. —Golpeas muy suave para ser una chica de 19. — Lo miré boquiabierta. —De todas formas, no es problema. — Miró al frente dándole una mordida al postre. —Bien, a la próxima te golpearé mas duro. — El soltó una carcajada mientras yo lo veía divertida. Era raro verlo sonreír. —Por cierto, ¿por qué no pudimos viajar de nuevo? —Te lo explique antes, solo podemos viajar cinco veces. De cierta forma, estoy en mi límite. No tengo mucha energía gracias al alguien. —Me miró con una ceja levantada. —¿Acaso te desgastas? —En parte, este reloj. — Me mostró de nuevo su aparato. —Marca las veces que viajamos en el tiempo. La S.U.V nos da la autorización de hacerlos solo cinco veces. Si nos pasamos de ese número se nos restará el sueldo o castigará. Además, a partir del cuarto viaje, nuestro cuerpo comienza a sentirse con fatiga y es peor si no nos alimentamos. Es difícil defendernos así. Es posible que hagamos más viajes, solo si es meramente necesario. — Asentí comprendiendo su explicación. —Pero si es posible. ¿Por qué no viajamos? —Te bloquee. — Levanté mis cejas asombrada por lo que me decía. —Estabas muy afectada por ver a tu madre y podías hacer cualquier locura que afectara totalmente a tu persona. —¿Puedes bloquearme? —Por supuesto. — Afirmó mientras elevaba su vaso para darle otro sorbo. —¿Qué podía pasar si le hablaba a mi madre? —Podrías dejar recuerdos en la joven tú. Afectando, quien sabe cuánto, la red temporal. Es por eso que es ilegal encontrarnos con nuestros antiguos yo. ¿Por qué crees que no decidí hacerlo para no cometer el error de que me siguieras? — Asentí muy interesada con esta información. Era mucho que asimilar, pero era lo mejor para poder ser más cuidadosa. —Bien, si ya estás tranquila será mejor que te lleve a casa. —No será necesario. — Le dije levantándome al ver el autobús aproximándose. —Me iré en ese bus sin desviarme de mi camino. Lo prometo. Te veo mañana en la universidad. — Me despedí corriendo hacia mi medio de transporte. Al subir, solo noté como él me veía con confusión. (…) Una vez me cambié, limpié mi rostro y arreglé mis cosas, decidí tomar un ligero descanso en mi cama cuando escuché la puerta de la casa abrirse. Me levanté pensando que se trataba de papá, en estos momentos necesitaba un abrazo de él. Al llegar a la entrada, me di cuenta que no venía solo. —¿Papá? —¡Cariño! — me abrió los brazos para que lo abrazara. Gracias a su corpulencia y estatura, no podía ver a la persona detrás de él. —¿Cómo estás? Creí que aun estarías en la universidad. —No, hoy tuve tiempo libre así que vine temprano a casa. — Fruncí mi entrecejo queriendo saber quien estaba detrás de él. Mi padre notó mi impaciencia y me sonrió. —Recuerdas que te dije que debería dar en alquiler uno de los cuartos que tenemos para tener más ingresos. —Asentí. Hace un tiempo, mi padre me había platicado que quería dar uno de los cuartos de la casa en alquiler. Que podía ser a un universitario debido a que la zona donde vivíamos era muy accesible. Incluso me dijo que el realizaría las entrevistas personalmente, para no dejar a un loco entrar en casa. —Bien, he conseguido al nuevo inquilino y sus cosas serán movidas mañana. — Abrí mis ojos de par en par sorprendida por las noticias. —Así que, querida, te presentó a nuestro inquilino. El joven Jude Dankworth. — Se hizo a un lado, dejándome ver a nada más y nada menos que al viajero del tiempo, mi pesadilla andante, con quien me avergoncé hasta hace unos momento, Jude, el viajero del tiempo.
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