No había pasado ni un día cuando Ivette me marcó. No tenía ni idea de como había conseguido mi número, pero al preguntarle ella me refirió que Martina, la chica que ayudaba en la limpieza del despacho, se lo había dado con antelación. Me pidió verme ese mismo domingo para afinar detalles, aun que me negué por el trabajo, aun que tenía una propuesta muy jugosa de su parte, no era pertinente que abandonará mi única fuente de ingresos, por el momento. Ella acepto a regañadientes, verme el martes, el día que descansaba, en un restaurante de la cuidad, aquello no me gustaba, pero ella de nuevo se ofreció a pasar por mí y a pagar la cuenta. Supongo que esto me generaba una sensación de satisfacción, por que muchas veces a lo largo del día me sorprendía pensando en los términos que tendría