Salimos del restaurante y sentía mi cuerpo ligero y feliz en un extremo que no había conocido antes. Agradecía la oportunidad de sentir todo esto, pero no dejaba de pensar que solo era un juego previo, sin lugar a dudas, el plato fuerte sería el mejor de todos en brazos de Cristopher. Acostumbrarnos a la luz de fuera del restaurante nos consto un poco de trabajo. Se ofreció a llevarme a otro sitio. Pero como era de esperarse, me negué. Ni si quiera pregunte a donde tenía pensado llevarme, me imaginaba la respuesta. —Tengo algunas cosas que atender, que no pueden esperar, pero te agradezco todo esto. —dije mientras él hizo una mueca en señal de inconformidad, pero terminó por asentir. —Correcto. Le llevo a tu casa entonces, Señorita Aragón. —Oh, no, tengo que ir a otro lado antes. —me