Estábamos terminando el desayuno cuando solo me observo, con sus ojos azules, de una manera llena de deseo, por no decir lujuria. Me percaté de su mirada, y me quedé con la taza de café en los labios mirándolo fijamente. —¿Q-qué pasa? —titubeé un poco la forma en la que me miraba me parecía bastante impresionante, ¿estaba aluciando? Cristopher se relamió los labios y sonrió después de medio lado. —Me encantaría tenerte en la cama. —dijo abiertamente, provocando que casi me atragantará con el café que acababa de sorber. —Pero hace un momento me dijiste que…—me interrumpió. —Sí, sé lo que dije, pero no puedo sacar de mi cabeza lo que paso ayer y lo que ha pasado hoy. —Explícate, por favor. —pedí contrariada. —Pues, tus gemidos, jadeos y ruidos de ayer, se clavaron en mi mente, pero