El ÁRBOL DEL REFLEJO
Capítulo 5 El pueblo Loma Roja
Reencarnado el árbol de la conciencia del mal y del bien, todos en el pueblo estaban por presenciar una serie de extraños sucesos que los sumergiría al terror. Ya no había inocencia que lastimar, pues en ese siglo ya conocían lo bueno y lo malo, esta vez Satanás no corrompería como lo hizo con Adán y Eva, pero sí podía arrastrar a todos al borde del abismo, hacerlos tener miedo y generar un caos entre ellos para hacer nacer la violencia y la maldad, usaría el hambre que combatía el pueblo, para llevar a cabo sus planes macabros, y manchar el nombre de Dios con la sangre de la estirpe de su creación, es decir, Adán y Eva, los padres de la humanidad, según la teoría religiosa o la santa biblia sagrada.
Cuando el niño que saludó a Esther, a su esposo y a su difunto hijo, vio marchar a la triste pareja, rato después, sentado sobre una roca china del tamaño de una cama para adultos, limpiaba su rostro lleno de barro, no había sido una caída o resultado de un juego, sino un empujón de varios niños, que solían molestarlo en su soledad.
—¡Lertaly! ¡Lertaly! ¡Lertaly! ¡Lertaly! —gritaba una mujer preocupada—, ¿Dónde estáis? ¡Hijo!
Al escuchar los gritos, el niño se levantó y caminó
—Aquí estoy mamá —dijo tristemente.
—¿En dónde estabas? Dime —dijo ella. Y observó la mirada triste en su hijo y la vez le preguntó por qué tenía la cara con rasgos de manchas de barro—, ¿Por qué no me respondes? ¿Habéis hecho alguna travesura?
Lertaly, llamado así, observaba la mirada de su madre y tenía miedo, quería ocultar el sentimiento de su mirada ante los de ella, pero vio que eran más grandes que él y su madre pudo observar su tristeza amarga.
—No, no mamá, he visto una pareja llegar al pueblo, al parecer venían de visita, llevaban a su hijo enfermo, era de mi estatura— contestó dolido y también le dijo que había caído en un charco de lodo.
—¿Cómo creer que lo que lo que me decís es verdadero? ¿A dónde se dirigió esa “pareja”?
—Se dirigían a la loma de los gatos
—¿A ese monte?
—Eso parece, madre
—Vamos
—¿A dónde?
—A la loma de los gatos
—¿Para qué?
—Para creer en tus palabras y ver a la pareja
—No entiendo
—Tú camina, niño, ¡anda!, ¡vamos!
Lertaly no entendía el comportamiento de su madre, la noche parecía ser la más larga en el pueblo, la luna apenas salía, era cuarto menguante, el sonido del viento arrullaba a los oídos de todos, pues ya se encontraban durmiendo, y el único despierto y caminando por el pueblo, era Lertaly.
—Mamá, tengo mucho frío, ¿A dónde vamos?
—A ver a un viejo amigo
—¿Cómo? Habéis dicho que querías ver a la parejas que…
—Ellos ya no están aquí
—¿Cómo sabes eso?
—Porque su hijo ha muerto —contestó con una voz demoníaca y al darse vuelta, con su rostro desfigurado, Lertaly se llenó de tanto miedo que cayó al suelo sin poder caminar, supo que con quien caminaba no era su madre, sino la muerte que quería llevarlo al árbol que había nacido en el cuerpo de Aureliano.
—¿Mamá? —expresó gagueando asustado
—Tu madre está durmiendo, y tú…
—¡Ayuda! ¡Ayuda! —empezó a gritar
Quien parecía ser su madre con un aspecto espantoso y desagradable a su vista, comenzó a acercársele lentamente estirando su brazo derecho con unos dedos poseedores de unas uñas largas y afiladas, que intentaban a acariciar sus mejillas rojas como la sangre. Temblando cerró sus ojos y empezó a llorar, cuando sintió que alguien tocó su hombro, dio un tremendo grito que despertó a todos eliminando el cosquilleo en sus oídos del sonido del frío viento, obra se Satanás.
—Hijo, soy yo, Ross, tu madre, ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué te sucede hijo? ¿Lertaly? —decía preocupada
—¡Mamá! —gritó llorando miedoso y la abrazó
Su madre no entendía qué le pasaba, había llegado la noche y él no había vuelto, por lo que decidió ir a buscarlo al monte de la loma, en la que empezaron a escucharse a los gatos maullar. Después de ayudarlo a levantar, lo cargó y lo llevó hasta su casa, allí lo llevó hasta su cama, lo abrigó, le dio un beso en la mejilla y las buenas noches. Durante toda oscuridad, no durmió, solo esperaba el amanecer sin parpadear, parecía ser un trauma nuevo a su vida, ya que pensar en lo extraño y aterrador que vio con la forma de su madre, lo hacía tener un frío por dentro, que congelaba sus órganos.
Su madre, llamada Ross De Tragener, proveniente de Estados Unidos, una mujer de piel morena, cabello enrulado, ojos café, trabajadora, amistosa, dedicada al oficio de su hogar, se preguntaba sobre una mecedora, lo que le causó miedo a su hijo, nunca imaginó que una conexión de sangre, ataba a su hijo a vivir sucesos aterradores que lo llevaría a la muerte, el diablo como muchos le decían en el lugar, era puerco, y sus porquerías harían del santo, un demonio o tal vez, una muerte anunciada.
Lertaly solo contaba con siete años de edad, sus pensamientos positivos y su carácter de amabilidad, no contaban para ser el elegido del diablo. Aún en su cama, quiso olvidar de sus recuerdos lo que había vivido, y puso su mente en los recuerdos que tenía de su padre, aunque eran solo descripciones de parte de su madre, ya que no lo conoció debido a su desaparición en una guerra entre países hace años después de Cristo, cuando los homo sapiens fueron evolucionando, ya que estos están incluidos en la prehistoria cuando cazaban para comer y que poco a poco descubrieron el fuego y originaron la guerra, según la teoría de la evolución de Darwin.
Esta noche no hubo historia alguna de parte de su madre, quien se había quedado dormida de tanto mecerse, ella siempre le contaba a su hijo de grandes aventuras y también sobre la historia de la humanidad, fue así como creció, incluyendo la historia del primer hombre que según la religión fue Adán, pero aparte de él que todos venimos de monos llamados homo sapiens, quienes inventaron la guerra y descubrieron el fuego cuando estos ya eran cavernícolas.
—¡Mamá! ¡Mamá!
—¡Aaaah! —gritó Ross al despertar
—Tranquila, soy yo, Lertaly
—¿Qué ocurre hijo?
—No puedo dormir, ¿Podemos orar?
—Claro hijo, ven
Después de la oración, Lertaly le preguntó a su madre: “¿Mamá, papá y tú habéis tenido otro hijo a parte de mí?. Sin nada que decir, tristemente dijo: “Sí, tienes un hermano mellizo”, y le comenta que se perdió junto con su padre en la guerra.
—¿Y cómo se llamaba?, Nunca me quisiste decir el nombre de mí padre —dijo él triste
—Y nunca te lo diré —dijo su madre, y enseguida se puso estricta, derramando pequeñas lágrimas, le ordenó ir a su cuarto y que nunca volviera a tocar el tema. Y así fue, ya que dio fin a la última charla que tuvo con él.
Al amanecer, los silbidos de los pájaros que se encontraban en el patio de la casa, la cual era de piezas de madera, lo levantaron de su dulce sueño, alegre se levantó y corrió, cuando vio que se comían las últimas ciruelas que adornaban el viejo árbol que siempre le regaba agua para mantenerlo con vida. A pesar de que debía sentir odio hacía los pájaros por comerse lo que sería el desayuno del día, no le importaba en lo más mínimo, ya que le gustaban los animales.
—Que hermosos son, gracias Dios por esta bella creación —dijo feliz
En ese instante cuando los miraba con admiración, su madre llegó y enfurecida comenzó a espantarlos mientras los maldecía.
—Sos una mala mujer al tratar mal a esos inofensivos animalitos —dijo él enfadado
—¿Estáis tratando mal a la mujer que te dio la vida? Esas aves se comen nuestro desayuno y vos venir a decirme esto, a mí me respetas niño, de esas ciruelas vivimos, ¿Qué no veis que todos en el pueblo pasamos necesidades? —le dijo enfadada
Llorando su hijo sale corriendo se su presencia. Recordar que El pueblo Loma Roja pasaba necesidades y que comían de frutos que adornaban los árboles, entre ellos: ciruelas, tamarindos, guayabas, y guanábanas, lo hacía pensar que su madre tenía la razón. Aunque ya poco se daban esos gustos, puesto que, los árboles ya estaban secos y apenas los de ciruelas daban ese fruto, la falta de agua los afectaba mucho. El pueblo estaba tan silencioso, ya que, era un pueblo pero, creado por personas que buscaban lugar donde vivir y poco a poco fue creciendo la población, eligieron a su representante que delante de personas que no fueran del pueblo era uno y con los del pueblo era otro. Algunos habitantes eran nobles y buenas personas u otros eran egoístas e ignorantes. En el lugar daba pesar ver a niños desnutridos, ver la gente que dormía en las calles del pueblo, otros comiendo de lo poco que encontraban en la basura, daba pesar ver a los niños llorando porque no tenían para comer ni nada que beber, ni siquiera agua porque ésta acababa y apenas tenían para bañarse, daba pesar ver como los hombres machistas y malos golpeaban a sus esposas, no era un pueblo cualquiera, era un pueblo donde cada quien hacia sus vidas y nadie tenía derecho a intervenir en los problemas de los demás, ni siquiera cuando se estuviera cometiendo una injusticia. Y aquí enterraron a Aureliano, pensando que era un buen lugar más él odiaba la aldea Mocoan, esto daba a entender que el pueblo Loma Roja era lo mismo e incluso peor que la aldea Mocoan.
Después de caminar y caminar vagando solo por el pueblo, Lertaly decide ir al monte, al entrar caminaba entre hierba y pudo notar que había muchísimo monte que adornaba ese grande lugar, pues nadie cortaba dicha cola y Lertaly inocente decía que si seguía creciendo así invadiría el pueblo llevándolo a peores circunstancias de las cuales ya se encontraba. Al adentrarse más adentro, pudo ver el hermoso y grande árbol cargado de manzanas tan rojas como la sangre y tan grandes como una pelota de béisbol.
Se impresionó tanto que se acercó lentamente, ya que él sabía que ya todos los árboles no daban frutos, pero se decía así mismo que este árbol estaba en el monte más no en el pueblo, no daba a entender que eran manzanas mutantes, daba a entender que Satanás era astuto para engañar a niños inocentes. Su estómago comenzó a llorar y no se aguantó las ganas y se trepó al árbol y cogió una cantidad de diez manzanas; una por una la fue tirando al suelo y en su mente contaba la cantidad, pero al bajar se quedó dudando así mismo, porque habían quince y él bien contó que había tomado sólo diez, no le prestó atención y comenzó a comer llenando el vacío en su estómago que fueron cinco manzanas, feliz daba las gracias a Dios porque ya había desayunado un festín y decía que le llevaría las otras diez manzanas a su madre para que se le alegrara el día. Más Lertaly no sabía que las gracias que había dado a Dios no las recibió Dios, sino, Satanás porque dicho árbol de manzanas era de su propiedad, para que de él comieran y de el murieran como había sucedido hace muchísimos años atrás en el jardín Edén, cuando Dios hizo su hermosa obra que fue la creación.
Lertaly contento se levanta y corre a su pequeña casa llevando consigo las diez manzanas. De tanta felicidad no observó detalladamente el lago que estaba frente al árbol en el cual se reflejaba la verdadera identidad del misterioso árbol de manzanas, pues este lago sí era obra de Dios para que toda persona que se acercara al árbol viera su reflejo y no consumieran de este mal alimento que te llevaba solo a la muerte, como lo hizo con Adán y Eva que solo llegaron a ciento veinte años y que fueron expulsados de su hermoso hogar, el jardín Edén.