Capítulo 7 Miedo de una mañana fría

1213 Words
Capítulo 7 Miedo de una mañana fría Olvidando las palabras de su madre y concentrándose en el presente con su padre, Lertaly buscaba entre las tantas preguntas en su cabeza para decirle una a su papá, quien bajaba la cabeza como si se sintiera incómodo con su propio hijo, por su mente pasaban respuestas sin haber preguntas aún, como ensayando a lo que Lertaly estaba por decirle. —Mmmm, papá, ¿Qué pasó con mí hermano —preguntó con miedo, aunque a la vez ansioso mirando a su padre con la esperanza de obtener respuesta satisfactoria sobre su supuesto hermano mellizo. —Eh, Lertaly, mmmm —¿Qué? —Tu hermano murió. —expresó tristemente Mak. En silencio y sin decir más nada, se levantó y se echó en llanto, mientras que en su mente decía que sería un dolor para él enterarse de la verdad. —¿Cuál verdad podría ser?, Pues las mentiras tienen un limite y tarde o temprano salen a la luz, tal vez con el tiempo se abriría el cofre que contenía las respuestas a las preguntas del pequeño Lertaly—. Él al igual que su padre se quedó en completo silencio, la triste noticia sobre el hermano que nunca llegó a conocer le había roto el corazón, miles de fragmentos se convirtieron en lágrimas de un llanto doloroso. Mak para no hacer de sus lágrimas tiernas un diluvio en el lugar, decidió dejar y olvidar el hecho de la muerte del hermano de Lertaly, su otro hijo, entonces se le acercó, lo acarrazó y le dijo que siempre iba estar con él y que nunca lo abandonaría, que lo protegería y conviviría para recuperar el tiempo perdido. Por la vista en la ventana, no se percataron que entre varios cuervos que adornaban las ramas de los árboles secos, se encontraba uno que hacía la diferencia, ya que tenía los ojos rojos, miraba el conmovido momento de Mak y su hijo como una persona, y miraba con odio, era Satanás, este era su nuevo rostro, ya que con su poder se podía convertir en quien menos se podían imaginar. Ya había llegado la noche, la luna apenas salía, todos regresaban a sus hogares, el sonido del viento estaba muerto y las lechuzas hacían un gesto de silencio por el frío. Después de la charla, ambos deciden descansar e ir a dormir, pues imaginaron que Ross no encontró nada para comer, Mak le da las buenas noches a Lertaly y un enorme abrazo lleno de cariño y amor que lo hizo sentir como si hubiese vuelto a nacer, aunque sentía también mucha tristeza en su interior, porque, anhelaba conocer a su hermano mellizo que hasta ahora no sabía más detalles de él, más que solo se podía parecer un poco y que había muerto. Mientras, Ross después de mirar varios árboles secos y sin fruto alguno, decide regresar a casa, ya que sentía que el frío se la comía viva, cuando llega y está a punto de entrar a su casa, logra ver el cuervo que observaba su casa raramente, estaba solo. Impresionada y con intriga quiso acercarse, aunque empezó a tener miedo, al intentar hacerlo, el cuervo volteó su cabeza y la miró, parpadeó y voló hasta desaparecer, Ros quedó totalmente paralizada que al sentir que alguien la tocó se asusta muchísimo y da un grito que despierta a los que ya dormían, cuando vio que era mal le pidió perdón, entraron a la casa y él sin entender qué le pasaba le preguntó qué le ocurría y por qué temblaba, sin decirle nada fue hasta su cuarto, Mak se sintió ignorado y durmió en el piso. Todo en el pueblo estaba en silencio, solo se veían las bolsas cuando las arrastraba el viento y solo se podía escuchar a los gatos decir miau. Al llegar el día, todas las mujeres se encontraban barriendo las hojas secas que caían de los árboles ya muertos, los hombres buscaban todo lo que fuera comestible por todas partes, y algunos niños solo lloraban del hambre y otros jugaban con las hojas que caían de los árboles. Los dulces llantos de los niños despertaron a Lertaly, que al ver que no había alimento alguno para desayunar y ver a su padre con el estómago vacío, decide ir al árbol de manzanas que había encontrado en el monte, sus padres sin darse cuenta cuando sale de casa, Lertaly por el camino solo deseaba que todo no hubiese sido un sueño y aquél árbol fuera real, estando ya cerca a punto de entrar al monte, vio a un señor angustiado porque su hija de siete años la cual llevaba entre sus brazos, lloraba por lo mismo que todos: hambre. Conmovido, Lertaly con su mano derecha en el corazón, decide invitar al señor a conocer su tesoro que era el árbol, el señor se entusiasma pero en su mente se revelaba realmente como era sin incluir su físico que daba pesar; Lertaly lo hizo jurar que a nadie más le diría de la existencia del árbol, pero el señor juraba otra cosa así mismo en su mente, decía que ahora ese árbol sería de él y juraba que se iba a deshacerse de Lertaly para que su hija no sufriera más, Lertaly lo miró fijamente diciéndole que ya lo había visto en algún lado y así era, el señor era aquel que llevaba a su hijo enfermo, es decir Abelardo Vitola. Llegando hasta el árbol, el señor trata de mentiroso a Lertaly, porque, el árbol estaba como todos secándose, y con las manzanas podridas llenas de gusanos. —Me has mentido niño —No, no, no, ¡Mírelas! Son manzanas grandes y jugosas Abelardo enfurecido tomó por el brazo a Lertaly tirándolo fuertemente al suelo, después tomó a su hija por la mano y se va enojado expresando que odiaba las mentiras, y también volteaba hacia atrás diciéndole a Lertaly que su nariz crecería, Lertaly nervioso comenzó a sudar y temblaba de miedo de que realmente el árbol que había encontrado había muerto, y se tiró al suelo llorando, al alzar la cabeza la cual le comenzó a doler, vio su árbol como nunca, pues estaba cargado de manzanas rojas como la sangre y grandes como una pelota de béisbol, Lertaly se limpió sus lágrimas con las manos sucias de tierra y comenzó a llamar al señor emocionado de que ambos estaban ciegos, el señor volteó y le gritó diciéndole que era un maldito niño estúpido y la niña que iba con el señor le gritó a Lertaly diciéndole hermanito, Lertaly nuevamente vio tan horrible caso, el árbol seco y con las manzanas podridas llenas de gusano. Y de la nada comenzó a crecerle la nariz, haciéndolo gritar como nunca en su vida. —¡Despierta, Lertaly! ¡Despierta! ¡Hijo! ¡Despierta! Y de la nada Lertaly se levanta asustado —estas temblando hijo —le dice su madre Asustado se levantó, se puso de pie y al ver a su padre lo miró fijamente para ver si su regreso era real, a su madre le da un abrazo y en su mente daba gracias a Dios de que todo había sido solo un sueño, pues sentía miedo en esa mañana tan fría.
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