Capítulo 19 El ataque de los cuervos

1064 Words
Capítulo 19 El ataque de los cuervos —¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! —gritó José varias ves hasta que hubo silencio —¿Mamá? —Silenció Samuel Fue extraño que todo quedara en silencio como si no hubiese sucedido nada, no se escuchaba ningún ruido, más solo el suspiro de los tres que asustados temblaban anhelando que todo terminara, lo que llevó a José Domínguez intentar una vez más abrir la puerta, para poder escapar. —José, ten cuidado —le dijo Martha preocupada tomando su mano —Si algo sucede corran lo que más que puedan y salgan del bosque —les dijo, y continuó hacía la puerta —¡Papá! —Samuel, cuida de tu madre —Pero papá… —¡Haz silencio! Hijo, cuida de tu madre y nunca la dejes sola —José, ten mucho cuidado, por favor —le dijo Martha—, oh, señor, ayúdanos por favor, te lo ruego, líbranos del mal, no dejes que caigamos en tentación, te lo pido señor —decía en su mente nerviosa  José caminó lentamente después de despedirse de su familia, ya que sentía que todo era un trampa y lo que los que los había asustado no se había ido y lo esperaba afuera para atacarlo. Al abrir la puerta lentamente,  miró por varios lados y  no había nada, entonces voltea mirando a su esposa y a su hijo y les dice que no había peligro alguno y que ya podían salir, pero caminando muy despacio sin hacer ni un solo ruido, siendo muy extra cautelosos, sin embargo, cuando ya lo están haciendo, Samuel se tropieza con un carrito de madera que su padre le había hecho para jugar, al parecer del mismo tronco con el que hizo las tablas para la cabaña. —Lo siento —dice él asustado Sus padres se quedan quietos y le hacen la seña a Samuel que no se moviera y no hiciera ningún ruido, sin embargo, el silencio no fue suficiente para despertar el mal, ya que de la nada salen muchos cuervos de las paredes de la cabaña, con un horrible canto que los hace perder la confianza entre ellos, de salir con vida y no pisar más el bosque, estos los comienzan a atacar como flechas de guerra. —¡Aaaah! ¡Ayuda! ¡Papá! ¡Mamá! —gritó Samuel  Samuel tenía como veintes encima, que lo picoteaban y lo rasguñaban a la vez, causándole dolor y haciéndolo llorar, e igual a su madre Martha Palacios, que se quitaba a varios de encima pero le caían el doble de los que se quitaba. —¡Hijo! ¡Samuel! ¡Noooo! ¡Déjenlo! ¡José! ¡José! —gritaba ella quitándose a la plaga de encima que al igual que su hijo le causaban dolor, ya que, los picos de estos cuervos eran puntiagudos, y no picaba, sino que mordían, no eran la alarma de Martha, sino obras de Satanás, su ejército José Domínguez escuchando los gritos de su esposa y de su hijo, logra quitarse los cuervos que lo atacaban, se levanta enfadado y coge el hacha con el que estuvo picando madera y empieza a matar a varios de ellos gritándoles que no se metieran con su familia,  sin embargo,  era inútil, ya que el horrible canto de los cuervos molestaban a los tímpanos de sus  oídos y los hacían débiles, lo que los hacía perder la fuerza para  defenderse, y ya sentían que sus cuerpos se paralizaban, entonces José en vez de seguir matando a cuervos decide partir la puerta y así fue, dio con el hacha fuertemente tirando la puerta, pues pensaba que si lo hacía todo desaparecería, José ayudó a su esposa y luego a su hijo, después se tomaron de la mano y los tres corrieron hacia lo más profundo del bosque para perderlos de vista, cuando sintieron silencio y no escuchaban ningún cuervo cantar, se detienen por un instante y deciden voltear, al mirar hacia atrás no podían creer lo que veían su bella cabaña tenía gusanos por todas las paredes, una plaga tan horrible que hizo a Martha vomitar, los mismos gusanos que adornaban las manzanas del árbol del reflejo. —Jesucristo, ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué sucede? ¡Señor! ¡¿Acaso has olvidado a tus hijos?! —gritaba  En ese instante los cuervos salen por la chimenea, otros por las ventanas y comienzan a volar por los cielos formando un círculo en forma de una carabela que comenzaron a bajar con una fuerza y rapidez, que se lograba escuchar como un zumbido, hasta que llegaron hasta ellos y empiezan a atacarlos. —¡Martha, levántate! —le dijo a su esposa que aún continuaba vomitando José Domínguez preocupado, cargó a su hijo Samuel y agarró la mano su esposa Martha Palacios, miedosos comienzan a correr por el oscuro bosque, mientras Samuel gritaba diciendo papá. Pero a pesar de que corrían con todas sus fuerzas los cuervos los atraparon y entre muchos se llevaban a Samuel volando muy cerca del suelo,. —¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Papá! ¡papá, ayuda! —¡Hijo! ¡Ya voy!  Él lloraba y gritaba ayuda, su padre José Domínguez corrió enfadado velozmente tras los cuervos y logró quitarles a Samuel. Samuel tenía su cara con rasguños, y cuando su padre lo tomó entre sus brazos, vieron que Martha estaba allí tirada inconsciente, hasta que uno de los cuervos se le lanza encima y se comienza a reducir metiéndosele en la boca a, allí iba el cuerpo en su interior moviéndose hasta llegar al estómago, Martha se despertó al escuchar los gritos de su esposo y de su hijo, al ponerse de pie se dirige hacia ellos y los abraza. Viendo que ya los cuervos se habían ido, José Domínguez quería regresar a la cabaña, pero Martha Palacios lo trataba de loco y le decía que nunca volvería allá, así que, José decide ir a casa de su hermano Josué para contarles lo que había sucedido, a José le dolía dejar la cabaña que tanto trabajo le había costado hacer. Algo si era seguro para ellos y era que la cabaña ya no era un hogar para ellos, y que todo lo que había sucedido no era normal y tampoco obra de Dios.
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