HASSALL:
Capítulo 11 El bosque Araback
Nada había terminado, apenas empezaba lo que el diablo quería que sucediera, lo que planeó desde aquél momento cuando tomó la semilla y la trajo consigo durante muchísimos años. En Loma roja todo parecía funcionar bien, las muertes inocentes habían sido olvidadas, excepto por aquél niño que rompió el silencio e informó a todos que Lertaly era el único culpable de la muerte de los seis niños, el grupo ocioso conocidos por todos.
La revelación de todos hacía la familia de Lertaly empezó con un ataque de rocas, cuando vieron que nadie salía, decidieron entrar, no sabían que dejaron el pueblo y que el verdadero culpable era Satanás, autor del árbol que había sido encontrado por aquellos leñadores que se lo llevaron.
Después de una larga caminata, los dos leñadores que eran hermanos entre sí, el mayor de nombre Josué Domínguez; quien era un hombre muy fuerte acuerpado, musculoso, con barba delgada el cual tenía un buen carácter y su hermano menor llamado José Domínguez; quien a diferencia del físico de su hermano era delgado, mucho más joven, y muy alegre, su carácter era de admiración porque a lejos se podía notar lo noble y educado que era. Ambos tenían familia, y ya estaban agotados, pues cargaban consigo el árbol que encontraron en el pueblo Loma Roja, ambos llevaban su parte las cuales estaban pesadas, y hasta que al fin se acabó su rumbo cuando llegaron a su destino; un hermoso bosque lleno de árboles, entre ellos árboles ombú; los cuales eran prohibidos cortar y por tal motivo buscaban leña a las afueras del bosque.
El bosque era tan verde, tenía un letrero de entrada en el que decía: “Bienvenidos al bosque Araback” un detalle del bosque era que no había ningún ave hermoso que adornara las ramas de los árboles para cantar, más solo habían negros cuervos que espantaban a los animales con su horrible canto y algunos que u otros animales, algunos peligrosos y otros que cualquier persona desearía tener como mascota. El bosque era tan grande que hasta una persona con solo entrar de la nada se podía perder sin encontrar el camino de vuelta, tantos árboles, tantos arbustos y tanto monte que enredaban los pies al caminar hacia difícil regresar y volver a la carretera, pero para Josué y José ya no era del todo difícil, puesto que, cuando comenzaron a vivir en el bosque recorrieron varias veces por allá y por acá conociendo a la perfección el bosque Araback.
Despidiéndose a través de un abrazo, ambos cortaron camino hacia casa con cada una de sus familias, Josué se fue por el lado derecho y José por el lado izquierdo. Josué Domínguez caminó kilómetros para llegar a su casa, de tanto caminar y caminar, se detuvo a descansar sobre una roca en forma de caracol, en la que pequeños insectos comían. La tarde se iba, las nubes desaparecían, un frío se aproximaba y Josué quería llegar cuanto antes a su casa. Rato más tarde continúo caminando, hasta pasar por unos arbustos y ver su casa.
—¡Papa! ¡Papá! ¡Papá! —gritaron sus hijos felices al verlo. Y corrieron hacia él lanzándoseles encima.
—¡Hijos míos! —les dijo alegremente. Y tiró el tronco al suelo.
Después de que los abrazó y los cargó, abrazó a su esposa Mirla y le dio un hermoso beso de amor y pasión. Y allí estaba su humilde casa, que era una cabaña que Josué había construido con una fuerte y resistente madera, el cual su esfuerzo valió la pena, para él no fue fácil conseguir tanta madera viviendo en un bosque rodeado de gigantes árboles los cuales no podía cortar.
La esposa de Josué Domínguez, la señora Mirla Sánchez, llamada como un hermoso ave que hacía muy bien escuchar su canto en las mañanas pero en el bosque Araback nunca pudo escuchar ese hermoso canto que hacía un pajarito llamado como su nombre, más en las mañanas le tocaba soportar el canto de los cuervos que molestaban los tímpanos de sus oídos, Mirla Sánchez era una mujer muy dedicada, tenía su cabello rizado, su cuerpo era un poco grueso y demostraba amor a toda ahora a pesar de la situación, ya que, ellos vivían en el bosque apartados de la civilización. Josué y José Domínguez cometieron un crimen hace muchos años, ellos trabajaban para unos carpinteros donde hacían todo con madera: juguetes, sillas, camas, etc.
Y José se peleó con uno de los trabajadores y su hermano Josué defendiéndolo terminó matando al trabajador con el que peleaba su hermano, ambos huyeron con sus parejas y formaron su familia en el bosque Araback, esta es su historia que durante muchos años sus vidas estaban plantadas en el bosque.
Manuel, era el hijo mayor de Josué y Mirla; un niño simpático que tenía un hermoso cabello que brillaba cuando había luz aunque tenía un poco de mal genio que cargaba consigo una cara amargada, puesto que, no le gustaba vivir en el bosque. Cristina, una niña hermosa, dulce, cariñosa y muy seria, le temía a los cuervos y siempre se sentía sola, no tenia ningún juguete para jugar y ninguna amiga con quien hablar, su madre siempre estaba dedicada a los labores de la casa, su padre buscando leña, y su hermano haciendo travesuras en el bosque, y más porque a ella no la dejaban ir conocer al bosque.
Al cabo de unas horas, Josué y su esposa Mirla, se dedicaron a charlas sobre unos planes que tenían en mente, mientras que sus dos hijos se encontraban afuera, observando a los gigantes árboles.
—¿Qué piensas hermano?
—Nada, Cristina, no te importa
—Quisiera ir al bosque
—Pero nuestros padres no te dejan, eres una bebé
—No soy una bebé
—¿Entonces por qué no dejan que vayas al bosque?
Cristina Se quedó callada pensando en que decir
—¿Ves? No te dejan ir, eres una bebé
Enfurecida, Cristina entró a casa y se dirigió al cuarto en el que estaban sus padres, mientras su hermano se reía en silencio por como la hizo sentir.
—Papá, mamá, ¿Puedo ir con mí hermano al bosque? —preguntó sintiendo curiosidad de conocer el bosque y ver a los animales.
—No, no Cristina, ya sabéis de eso no podéis salir al bosque, lo tenéis prohibido —respondió su madre. Y le decía a Cristina que todo lo hacía para cuidarla.
No siendo obediente, Cristina salió de la casa, aprovechó no ver a su hermano y salió corriendo hacia el bosque, sentía que era libre para hacer lo que quisiera, a la vez miraba hacia atrás para percatarse que nadie la viera, corrió y siguió corriendo hasta adentrarse en lo profundo del bosque, y ya estaba muy lejos de casa.