Capítulo 9 Entre verdades y dolores una voz llama
—¿Qué es lo que les pasa? ¿He hecho algo malo? —se preguntaba así mismo al ver como los siete salieron corriendo—, no debí traerlos, no debí traerlos, ahora le dirán a todos y se comerán mis manzanas, mis dulces y jugosas manzanas —decía asustado y preocupado, sintiendo como palpitaba su corazón
Por unos minutos comió como loco varias manzanas hasta llenar su estómago, después reposó y tenía algo en mente peligroso que lo llevaría a ser alguien conocido por muchos en el pueblo, pues su inocencia y equivocadas creencias que jamás pasaron, y un empujón del diablo, lo llevarían a cometer ciertos hechos sin ser consciente de que sus acciones eran realmente malas.
Terminando de reposar, se levantó del suelo lleno de valor, miró al árbol pero no al lago, y aunque sintiera sed no le daba por beber de su cause, pues sentía que una sola manzana le brindaba hasta un litro de agua, algo que Satanás creó en las redondas frutas del mal, después trepó al árbol, tomó cuatro manzanas, luego con su mirada llena de odio, salió del monte y fue hasta a aquél callejón dónde se ocultó de los siete ociosos para que no lo golpearan, allí vio al mayor del grupo, y apenas este lo vio, se le acercó hasta golpearlo, Lertaly le enseñó las cuatro manzanas y el chico se asustó y se alejó de él. Él podía ver lo que realmente era el fruto maldito, lo que contenía, lo que olía y sentía que pasaría si la comiera.
—¿Enserio le tienes miedo a esta simple manzana? —le preguntó Lertaly, y cuando miró a uno de los costados de las paredes de las casas abandonadas, vio las manzanas aquellas que le habían arrebatado
—¡Aléjalas de mí! —le gritó
—Veo que nunca comieron de las manzanas que me quitaron, esto me da a entender que realmente sí le temen a mis manzanas
Lertaly se fue acercando poco a poco hasta el chico asustado, este retrocedía debido a un extraño temblor en sus costillas, de repente Lertaly no caminó, sino que corrió, lo que hizo que el chico reaccionara a su miedo y lo empujara hasta caer al suelo.
—¡No te mee acerques! —le volvió a gritar
Rato más tarde, Lertaly se dirigía a su casa, ya no llevaba cuatro manzanas, sino nueve, las cuales compartiría con su padre y su madre. Al llegar a casa, estos nuevamente le preguntan de donde había sacado las manzanas, más Lertaly les vuelve a contar aquel relato del anciano, su padre no creyó y comenzó a gritarle. En ese instante sin entender qué había sucedido Lertaly quedó sordo, escuchando solo un extraño zumbado en sus oídos que resbalaban en el caracol, lo que le hizo perder el equilibrio, y cae al suelo sin sentir ninguna parte de su cuerpo.
—¡Lertaly, hijo! ¿Qué tenéis? —gritó su madre muy triste y angustiada
Llorando Ross se tira al suelo.
—Lertaly , despierta —decía su padre. Y junto con su esposa lo toman en sus brazos
—Perdonad por gritarte. —expresó su padre Mak tristemente. Pero no sabía que lo que había pasado era por culpa de las manzanas más no de él.
Mak golpeó suavemente mas de una vez sus mejillas, cuando vio que no reaccionaba, lo cargó desesperado, repitiéndose la misma historia de Aureliano, cuando moría, por el dolor de la semilla que tenía en su interior, esta vez esa no era la causa de su desmayo, sus cuerpo ya estaba llegando a un límite de resistencia, sus células morían, sus tejidos epiteliales parecían desaparecer, sus órganos ya estaban negros, su corazón palpitaba lentamente y sus neuronas también morían. Nadie podía hacer nada, ni Dios, ya que él alma de él, estaba bajo la ley de Satanás.
Su padre gritaba a los cuatro vientos pidiendo que lo ayudaran, todos ignoraban su voz, a su hijo y a su presencia, a nadie le importaba, todos merecían morir. De los cielos cayeron rayos, truenos y relámpagos, la furia del todos poderoso había despertado, no podía hablarle a ninguno, era parte de quien creyera en él, el todo divino era un espíritu, que aunque nadie lo vio, se presentó en Loma roja y con su voz furiosa, le habló a los habitantes.
—Habitantes de mi pueblo, he aquí la presencia de un espíritu moribundo, habla por escudo del inocente que clama ayuda, vosotros tenéis en su poder el Don de la conciencia, de la salud y el bienestar, actuar ante la presencia que necesita de sus peculiaridades
—¿Qué es esa voz? ¿De dónde proviene? ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué está pasando? —decían todos atemorizados
—El dueño de sus vidas, su salvador, sigan mi voz y no serán condenados
—Dios mío, ¿Qué sucede? —se preguntó Mak
—Sigan mi voz, sigan mi voz, sigan mi voz, sigan mi voz
Poco a poco la voz fue desapareciendo, hasta sentir todos calma en el ambiente, cuando vieron a Mak, sintieron en sus corazones que debían ayudarle, y fue así. Nadie imaginó que Dios era quien les hablaba, pidiendo ayuda en vez de ellos a él por la situación que pasaban, ahora todos gira entorno a la ignorancia.
—¿Alguien sabe dónde estuvo mi hijo? —preguntó Ross
Los niños vagos se le acercaron, excepto uno, que era el mayor de todos, estos le cuentan lo que había sucedido hace un rato. Pasaban las horas y la tarde se hacía larga, Mak y Ross se encontraban en casa cuidando a Lertaly junto con los seis niños, llegó la noche y Lertaly abrió sus ojos lentamente y en llanto hizo caer en dolor a los niños vagos. Al parecer, Mak sí recibió ayuda y Lertaly se salvó de una posible muerte.
—Lertaly, ¿Cómo te sientes? —pregunta su mamá llorando.
—Mal, muy mal siento que muero mami —contestó lentamente. El dolor no lo dejaba hablar.
—Perdónanos Lertaly, por todo lo que te hemos hecho, y por aquella vez que te empujamos al lodo —dijo uno de los niños tristemente. Y derramaba lágrimas que por un momento pasó de no tener un espíritu noble a ganarse el título.
—No pasa nada —les dijo a los seis—, te quiero mucho papi —dijo alegre, y sentía que no podía respirar, el aire del pueblo estaba contaminado
—No soy tu padre Lertaly —habló Mak llorando. Y miraba a Rosa diciéndole Lertaly que debía enterarse de la verdad.
—¿Qué? ¿Acaso me han mentido? ¿Me mintieron?, ¡¿Quién es mi padre?!
Él ya se lo había imaginado aquella vez que hablaba con él.
—Tu papá se llama Abelardo Vitola y tú hermano mellizo Aureliano —dijo su madre pidiéndole perdón, y apenada bajaba su rostro para no mostrar vergüenza
Entonces comenzó a narrarle en llanto que su padre Abelardo Vitola tenía otra mujer y que le fue infiel, que una noche cuando Abelardo dormía ella tomó a Lertaly y se lo llevó lejos hasta conocer el pueblo Loma Roja, dejando con su padre a Aureliano a penas siendo un bebé de meses.
Ahora ya sabemos que Lertaly tuvo la oportunidad de ver a su verdadero padre frente a él sin saberlo y conocer a su hermano mellizo Aureliano, el cual ya sabemos que tenía siete años, puesto que, no sabía que edad tenía más solo medía 1.20, he aquí la verdad más que solo la verdad, y es que Lertaly nunca pudo saberlo mientras vivía, sino cuando moría, no de vida, sino de dolor, pensamientos y cosas que en su cabeza lo volvían loco. En el momento que Lertaly hablaba, su padre Abelardo no notó que se parecía a su hermano Aureliano porque tenía la cara hinchada y Lertaly cubierta de barro, y ya su físico no era el mismo, el odio a los seis niños no sería olvidado, por ellos no conoció a dos seres queridos que no volverían a su vida viva. Ahora el pasado que perseguía a Abelardo se revelaba con tener a otro hijo que nunca vio crecer, pero que pudo saludarlo mientras se encontraba con el corazón marchito.