Capítulo 13 La anciana del bosque
—¡No es justo! ¡No es justo! Merezco algo también, ¿Por qué siempre ella? ¿Por qué? ¿H hecho algo malo? ¿Vosotros no son mis padres?
—Tu hermana es tan solo una niña, debes comprender que…
—¡No! ¡Ya basta! ¡Basta! ¡Yo también soy un niño! ¡No soy un adulto, mamá! —gritó llorando, y enfadado salió de la cabaña, hasta correr al bosque y ocultarse entre los árboles
—Mamá, papá, ¿Mi hermano me odia?
—No, claro que no mi amor, es solo que, eh…
—Como está creciendo es normal su comportamiento, Cristina —dijo su madre al ver que Josué no sabía que decir
—¿Entonces seré como él cuando crezca?
Mirla y Josué no sabían más que decir, por lo que decidieron no seguir diciendo palabras que para ellos era ridículo y entraron a la casa, sin ni siquiera pensar en buscar a su hijo, que en el bosque lloraba como bebé recién nacido.
—¡Hassall! ¡Hassall! ¡Mi hermosa muñeca! ¡Mi nueva amiga! —imaginaba Manuel en su cabeza—, ¡Mi hermano está solo! ¡Está solo! Ja, ja, ja, ja, ja
—¡Basta! ¡Ya basta! ¡Sal de mi cabeza! ¡Maldita!
Cuando se dio cuenta de la palabra que le dijo a su hermana en su ausencia, se sintió mal, aunque le tenía envidia y sentía un gran enojo por el trato de sus padres con ella, nunca imaginó llamar maldita a su hermana, recordaba momentos felices cuando era tan solo una bebé, la cargaba día y noche y se echaba a llorar, pues para él Cristina era la niña más hermosa del mundo y se sentía orgulloso de que fuera su hermana.
—Hoooolaaaaa —dijo una voz suavemente en el viento
Manuel se levantó asustado, miró por varias partes para ver de dónde provenía lo que creyó haber escuchado, ya hacía frío y esto lo asustó tanto que salió corriendo hasta su casa. Horas después, Cristina se encontraba jugando con Hassall frente a la cabaña en el suelo, su padre sudaba cortando leña detrás de la cabaña, su madre preparaba la cena, y su hermano lloraba dentro, lleno de rabia que se asomaba por la ventana viendo jugar a su hermana.
—¡Cristina, hija! ¡Cristina, venid por favor! —gritaba Mirla desde el bosque.
—¿Mamá? —reaccionó Cristina confusa, y miró hacía atrás mirando la cabaña
—Cristina, ven conmigo, te tengo otra muñeca —le decía la voz que parecía ser su madre
—¿Fuiste al bosque? ¿Qué estás haciendo allá? ¿Mamá?
Manuel de tanto llorar y ver a su hermana desde la ventana, decidió olvidar todo, como ver a su hermana hablando con el Y llorar por la poca importancia de sus padres hacía él, entonces caminó hacía la cocina y allí estaba Mirla preparando la cena, Manuel se preguntaba quién había llamado a su hermana que tenía la misma voz que su madre, por lo que sale corriendo preocupado, cuando vio que Cristina ya no estaba tirada en el suelo junto con su muñeca, empezó a mirar todo a su alrededor angustiado, sintiendo miedo de que a su hermana le pasará algo malo.
—¡Cristina! ¡¿Dónde estás?! —gritaba
En lo profundo del bosque se encontraba la pequeña siguiendo la voz, que fue quien la llevó hasta adentro, Cristina caminaba y la voz le decía: “hija venid a ver, hija venid conmigo”. Cristina continúo caminando lentamente mirando por todos lados gritando mamá, los árboles comenzaron a moverse sin haber viento, los cuervos comenzaban a cantar y este siendo el mayor miedo de Cristina comenzó a caminar para atrás viendo éste hecho tan espeluznante, y cuando caminaba hacía atrás sintió tropezarse con alguien, al voltearse lentamente ve una piel negra, alzando la mirada lentamente hasta ver el rostro de dicha cosa, Cristina queda muda.
Al parecer era una anciana con una enorme nariz, su cara tenía arrugas por todas partes, y la tenía toda quemada, vestía un abrigo de piel de oso, en su hombro tenía un cuervo y la anciana le dijo: “Hola niña, ¿Estas pérdida?” con una voz gruesa y poco entendible porque le faltaban muchos dientes. Cristina da un fuerte grito y la anciana la toma por el brazo, en ese instante llega su hermano Manuel, y le grita a la anciana: “¡Suelte a mi hermana!”, —¡ARA-BACK! —le gritó ella lentamente y se transformó en muchos cuervos que salen volando, los árboles se calmaron y los cuervos dejaron de cantar mirando fijamente a Manuel y a Cristina.
Manuel abraza a su hermana pidiéndole perdón y temiendo al ver como los cuervos los veían salen corriendo, y le dijo que sus padres nunca se debían enterar de lo que había sucedido. Mientras caminaban después de dejar de correr, Cristina se dio cuenta que ya no llevaba consigo su muñeca Hassall y pidió a su hermano regresar, Manuel la trataba de loca, y ella se tiró al suelo retorciéndose como una gallina llorando a su muñeca, Manuel se asustó y comenzó a gritar llamando a su padre, y cuando miró a su hermana estaba sentada y en sus brazos tenía a Hassall, Manuel observó algo extraño con la muñeca, le preguntaba a su hermana dónde la había encontrado, más ella estaba rara y solo miraba a su muñeca diciéndole hermosa. Él levantó a su hermana y ambos se dirigieron a su casa, pero Manuel mantenía la mirada en esa muñeca que desaparecía y aparecía, había sentido una sensación en su cuerpo, que nunca pudo borrar de su memoria, al llegar a la cabaña, sus padres le preguntaron en donde habían estado, ambos se quedaron callados sin decir una sola palabra, pues habían vivido en el bosque algo no normal, sabían lo anormal que vieron sus ojos y el miedo que sintieron, la leyenda de la bruja era real, está hambrienta y solo quiere a un niño.