Capítulo IV Sol entre sus brazos

4073 Words
La colina de Chaise, se ubicaba en el bosque de los cerezos, a las afueras de Pueblo del norte, justo ahí había una casona vieja que contaba con un establo pequeño y una iglesia abandonada. Aunque era un orfanato, no era muy visitado, tenía muy pocos niños acogidos, ya que solo podían albergar por ley a veinte, por si fuera poco, el gobierno de Pueblo del Norte reducía cada mes su presupuesto, si no fuera por algunas donaciones, quizás aquel orfanato hubiese tenido que cerrar, para dirigir a los huérfanos a la casa hogar para la infancia nacional. Era un día tranquilo y aburrido como siempre en aquel lugar, pero pronto el rugido del motor de tres camionetas blindadas aparcó cerca del orfanato, descendieron de los transportes un total de ocho hombres armados casi hasta los dientes, dos de ellos parecían ser los líderes, vestían de traje n***o y llevaban reloj de oro en sus muñecas, también presumían algunos anillos brillantes y lentes de sol, dando una apariencia elegante. Uno debía tener más de cincuenta años, y el otro era un joven de algunos veinticinco años, caminaron de prisa hasta acercarse a la puerta del orfanato, observaron como una de las monjas se asomaba por la puerta asustada. No hizo falta que tocaran la puerta, pues la hermana Paulina había abierto ya la puerta invitándoles a pasar. Era una mujer mayor, de casi sesenta años, cabello blanco amarrado a una trenza, tez blanca y ojos azules que le sonreía con cierta amabilidad y zozobra a la vez. Solo pasaron dentro dos hombres, y el resto se quedó afuera. —Bienvenido, señor Pazttori, me da gusto verlo después de tanto tiempo —dijo la hermana Paulina —Gracias —dijo el hombre mayor, mientras miraba todo el lugar. —Puedo invitarle a la oficina, así hablaremos con más calma. El hombre asintió y caminó hasta ahí seguido por el jovencito. La hermana Paulina estaba en calma, aunque dentro de sí un miedo estaba naciendo. Dentro de la oficina, los hombres tomaron un par de sillas de madera y se sentaron, Paulina estaba parada frente a los hombres, entonces Elio Pazttori comenzó a hablar —¿Dónde está Sol? La hermana Paulina tragó saliva —Ella ya no vive aquí. Elio, arqueó las cejas, dudoso —¿Qué ha dicho? —luego se puso de pie mirando con duda a su acompañante—. ¡Cada mes le pago una generosa cantidad de dinero para que mantenga este lugar miserable!, todo lo que debe hacer es cuidar de esa niña, y ahora me dice que la ha dejado irse. —Sol ya no es una niña, cumplió dieciocho años este mayo, y ella misma decidió irse, ¿Qué podía hacer?, retenerla aquí a la fuerza. —Por lo menos pudo avisarme. —¿A dónde, señor Elio?, aquí no tenemos su número teléfono para llamarlo, ni su dirección. Elio la miró molesto, y se volvió a sentar —¿Dónde está? —Está bien, me envió una carta hace uno días, comenzó a estudiar en una academia de música. Elio hizo una cara de enojo y parecía exasperado —¡Qué rayos!, como pudo permitir que hiciera esas tonterías, ustedes debían criarla bien, y ahora resulta que va a seguir los pasos de la mujerzuela de su madre… —dijo Elio, pero enmudeció tras esas palabras—. ¿Sabe el nombre de ese lugar? —Se llama Academia Estrella de Luz, está en la capital. —Bien, ahora debo irme —dijo Elio, la hermana Paulina intentó decir algo más, pero la interrumpió —No se preocupe hermana Paulina, de todas maneras, seguirá recibiendo el dinero que mensualmente le otorgó. Siempre estaré en deuda con usted, y con la hermana Sofía. Paulina le brindó una breve sonrisa —Señor Elio, quiero decirle que Sol, es una maravillosa jovencita, tiene mucho talento, es muy generosa y gentil, considérelo cuando pueda presentarse ante ella. Elio la miró con seriedad, su mirada se había transformado por un sentimiento de melancolía —Hermana Paulina, usted, sabe todo lo que he hecho, Soledad es lo único en mi vida que ha nacido por amor, soy su padre, considérelo, usted, también, cuando ella le cuente sobre mí. Elio Pazttori y Ruggero su ahijado, y mano derecha, salieron del orfanato, subieron a sus camionetas para abandonar la colina de Chaise. —¿A dónde iremos ahora, Elio? —Iremos a la capital, quiero ver cómo está Sol. —Sol, me has hablado tanto de ella, que siento que ya la conozco más que a nadie —dijo Ruggero —Es todo lo bueno que he hecho en mi vida, Ruggero, es hermosa. —¿Se parece a ella? —preguntó Ruggero, y el semblante de Elio se puso serio mientras arrugaba su frente al recordarla —No. —dijo Elio con determinación—. Sol no se parece a esa mujer en nada, es toda una Pazttori, tiene el cabello tan claro como el que tenía mi madre, y sus ojos son idénticos a los de mi padre, en paz descansen, incluso si esa mujer la conociera algún día, jamás la reconocería. Los socios siguieron hablando, mientras a bordo de su camioneta recorrían la carretera, alejándose de Pueblo del norte.  Ya era de noche, Rosa Vega estaba recargada sobre la pared de uno de los pasillos, intentaba recuperar el aliento, un ataque de ansiedad le había robado la respiración y trataba de recuperarse, Sol se encontró con ella y no dudó en detenerse para brindar su ayuda al mirarla pálida, confusa y llorosa —Señorita Vega, ¿Está bien? Rosa Vega no le había respondido, en realidad no podía, la angustia estaba ahogándola —Estoy bien… —balbuceó con dificultad, pero después habló desesperada—. ¡Déjame en paz! Pese a la actitud de Rosa Vega, Sol permaneció ahí. —Venga conmigo, por favor —dijo tomándola con suavidad del brazo, aunque no quería, Rosa Vega no tuvo fuerza para negarse cuando Sol la llevó hasta una pequeña sala, al fondo del pasillo—. Siéntese, debe respirar. Déjeme ayudarla, cierre los ojos. Rosa Vega dudó, pero al final entrecerró los ojos. —. Inhalé y exhalé con tranquilidad. Rosa Vega inhaló y exhaló, tal cual se lo decía aquella muchachita, su voz suave y dulce la comenzaba a relajar —Voy a pedirle que imagine un lugar especial, su lugar favorito, el que le colme de tranquilidad. —No tengo ninguno… —Entonces solo escuche mi voz —Sol hizo una leve pausa para imaginar—. Quiero que ahora mismo imagine un lugar hermoso, lleno de árboles de cerezos en flor, prados verdes y frescos, la luz del día que resplandece y el cielo azul. Ahora se siente tranquila, que nada duele, nada sufre, todo es paz. Rosa Vega experimentó tranquilidad, como nunca antes, y cuando Sol la invitó con su voz a que abriera los ojos, la mujer se sintió renovada —Eso fue increíble, ¿Dónde lo aprendiste? —La hermana Sofía me lo enseñó en el orfanato. —¿Qué orfanato? Sol se quedó muda, había sido indiscreta —. ¿Tus padres apoyan a un orfanato? —Así es… —Sol respiró salvada—. Mis padres son patrocinadores de un orfanato, y una de las cuidadoras me enseñó esa estrategia, para ayudar a las personas que están en crisis. —Es muy buena, gracias, Sol. Atinó a sonreír —Debo ir a dormir, que descanse, y cuídese señorita Vega. —Llámame Mariana, ese es mi verdadero nombre Sol asintió, sorprendida de conocer el verdadero nombre de la famosa actriz y por un instante, deseó también revelarle su nombre real, pero cuando lo pensó suficiente, no dijo nada. Aquella misma noche, Sol se desveló, escribía una canción que rondaba su mente. Mañana la presentaría a su compañero de dueto Pablo Hayas, y quería que fuera tan buena, que el chico no dudara en aceptar cantarla junto a ella. Sol quería terminarla, pero ya sus ojos estaban cansados, y somnolientos. Se levantó del suelo y miró aquella habitación que era el salón de baile, rodeado de espejos. Miró su reflejo, vestía su uniforme de falda de gasa color blanco y su leotardo, llevaba sus zapatillas de bailarina, estaba agotada, pero eso no impidió que comenzará a cantar aquella canción que estaba componiendo. Entonces, una música que era perfecta para la canción resonó en el lugar, Sol no sabía de donde provenía, era hermosa, ella siguió cantando, y comenzó a bailar girando por el salón, hasta que en uno de sus giros fue detenida por Luciano. Ella lo miró atónita, cuando él le ofreció su mano para bailar, ella no dudó en aceptar. Sus cuerpos comenzaron a bailar al ritmo de la melodía en una sincronía talentosa. Ella miraba sus preciosos ojos azules, casi hipnotizada, que ni siquiera se preguntaba porque ese hombre estaba ahí, él la observaba como si quisiera leer algo en su mirada, y el baile seguía, cuando la música estaba por detenerse, Sol acarició la mejilla de aquel hombre, le sonreía con ternura y un suspiró escapaba de sus labios. Abrió los ojos conmocionada, descubriendo que aquello había sido solo un sueño. Sol se restregó los ojos con fuerza para reaccionar a la realidad, aquel sueño había parecido tan verdadero, que ella aún sentía el contacto de aquella suave piel en su mano. Finalmente, tuvo que resignarse y aceptar que aquello solo había sido un sueño, y quizás su sueño más salvaje. A kilómetros de distancia, Luciano Martí también estaba sentado sobre su cama, aquel sueño lo había hecho estremecer, hasta hacerlo despertar. «Que sueño tan estúpido» pensó al recordarlo, pero había sido tan real que aún no podía reponerse del todo. Esa chica se había metido en sus sueños, pero, ¿Quién controla los sueños? ¿Tienen algún significado? ¿Es posible tener el mismo sueño que otra persona? Luciano tocó su mejilla, porque aún sentía el calor de aquella mano acariciándolo. Al día siguiente tras terminar las clases, Sol se encontró con Pablo Hayas para enseñarle la canción, descubrió que Pablo era un maravilloso guitarrista —Me encanta la canción, es perfecta. —Me alegra que te gustó, pensé que tal vez no. Pablo y Sol vieron a Juliette espiando el salón contiguo, para descubrir que ahí estaban ensayando Manuel Justas y Regina —No entiendo a las chicas, un día te dicen que te quieren, y al otro te hacen a un lado. —Pues no lo creo, quizás estabas con la incorrecta —dijo Sol Pablo la miró sonriente, pensando que tenía razón, ¿Por qué sufría por Juliette?, sabía que era la clase de chica que no valía la pena, en cambio comenzaba a mirar distinto a Sol. En el otro salón, Regina se desvivía para captar la atención de Manuel Justas, y cuando estuvieron muy cerca, Juliette les interrumpió. Manuel abandonó el lugar para no hablar más con ella, sin embargo, Regina fue amenazada por Juliette, y Sol al escucharlas intervino a defender a Regina, entonces comenzaron a discutir entre gritos —¿Qué sucede aquí? —preguntó Luciano entrando a aquella habitación Las tres chicas enmudecieron mirándose —Lo mismo de siempre, Luke, ella está molestándome y ahora trajo refuerzos —dijo Juliette incriminando a Sol con falsedad —No es cierto, señor director —dijo Regina—. Juliette está molestándome, porque estoy trabajando con su exnovio, y me ha amenazado por sus detalles personales, Sol simplemente me estaba defendiendo. —Bien, vayan a sus dormitorios, Juliette la próxima vez consideraré una sanción para ti. Juliette intentó rezongar, pero al final se retiró molesta. Sol intentaba evadir la mirada de Luciano, junto a Regina se alejó de ahí. —Gracias, Sol —dijo Regina La chica le brindó una sonrisa —De nada —dijo Sol, mientras subían las escaleras, entonces giró su vista para encontrar a Luciano, estaba al lado de Salma, quien tomó el rostro del hombre y lo besó apasionadamente. Sol sintió una punzada en su interior, parecida a una alarma de peligro. Era un dolor que no entendía, pero que le molestaba mucho; eran celos. Torció sus labios con enojo, Luciano y Salma ya habían dejado de besarse, y él levantó su vista para encontrar los ojos de Sol que le miraban fijamente. Luciano experimentó una rara sensación, como si estuviera haciendo algo mal, y descendió su mirada confusa —¿Estás bien?, Sol, te pusiste muy seria —preguntó Regina La chica asintió con el rostro pálido y se alejó de ahí. Por la noche Luciano llegó a su apartamento a dormir. El insomnio le jugaba malas pasadas, pero al cabo de un rato se quedó dormido y comenzó a soñar: «Luciano estaba sentado sobre una banca en un parque, era de noche y árboles frondosos decoraban el lugar. De pronto se echó a llorar, colocando sus manos sobre su rostro, sollozaba de dolor y tristeza, entonces, sintió unas manos que acariciaban su cabello, cuando alzó la vista encontró a su lado a aquella muchachita, Sol, intentando consolarlo. Luciano la miraba con fragilidad, buscando apoyo y puso su cabeza sobre su pecho, mientras ella lo abrazaba con fuerza —Tranquilo, sé que llegué tarde, pero al fin estoy aquí—dijo Sol» Luciano abrió los ojos, sobresaltado, era de mañana. Se levantó de prisa, y fue a la ducha, ni el agua fría había podido calmar el enojo y desesperación que se habían anidado dentro de él. Peinó su cabello oscuro y pudo ver en sus ojos azules el fuego de aquella rabieta, salió muy decidido hasta su auto y manejó hasta llegar a AEL. La clase de Alenka Vega había finalizado y Luciano la saludó al encontrarla, mientras avanzaba hasta el salón de clases. Aún había chicos dentro del salón, Luciano ingresó y los miró —¡Les pido a todos que se retiren del salón! —exclamó con firmeza, Sol tomó un cuaderno, y siguió a Pablo que ya iba rumbo a la salida—. Excepto tú. Luciano apuntó a Sol, y ella se quedó perpleja mirándolo, preguntándose que había hecho mal Pablo se quedó un momento observando la situación, y Luciano le prestó atención —¿Qué pasa Pablo? —Solo quería ayudar a mi compañera. —Sal ahora de aquí —dijo Luciano molestó, y Pablo tuvo que obedecer. Una vez que se quedaron solos en aquel salón, Sol estaba temerosa al mirar los ojos centellantes de Luciano. Ella estaba de pie, y el hombre se acercó —¿Qué crees que haces? Sol le miró dudosa —¿Yo... no entiendo? —dijo perpleja —¿Quién eres? Sol casi sufre un colapso, tuvo miedo, creyó que había sido descubierta y que Luciano sabía que no era la verdadera Sol Türelli, se imaginaba que ahora iría a la cárcel y nadie la ayudaría. Pero, Luciano la tomó del hombro y la empujó, lentamente, hasta acorralarla contra la pared, luego tomó su rostro con una mano, sin demasiada fuerza —¿Quién te crees que eres? —dijo Luciano con una voz autoritaria y gruesa, que provocó que Sol sintiera temor Estaba muy cerca de ella, le sacaba más de veinte centímetros de altura y la miraba hacia abajo, podía oler su cabello y su perfume, era delicioso, así que aspiró su aroma a lavanda y lilas, deslizó su rostro hacia el oído de Sol —Si vuelves a meterte en mis sueños, los convertiré en pesadillas —dijo Luciano casi como un susurro, y Sol se estremeció Luciano miraba sus ojos, obligándola a que le mirara, ella lo hizo, entonces sus rostros estuvieron tan cerca, que podía sentir su cálido aliento, estaban a punto de rendirse a sus instintos, pero, Luciano recuperó la cordura, estaba a punto de besarla, pensó que era una locura, ella era mucho menor que él, y era alumna en la escuela que él dirigía. Así que se alejó de ella, intempestivamente —¡Lárgate de aquí, no quiero verte! —gritó Luciano con fuerza y Sol le miró temerosa, salió corriendo. Se topó con Pablo y Manuel que le esperaban afuera y escucharon los gritos de Luciano —¿Estás bien? —preguntó Manuel —¿Qué te dijo ese neurótico? —preguntó Pablo Pero, Sol no respondió, estaba llorosa y se fue corriendo. Sol estaba llorando hasta que Mine se acercó a ella —¿Qué te hizo Luciano Martí? —¿Cómo sabe que se trata de él? —Ya lo ves, soy una bruja. Sol sonrió sin creerle. —Es un tipo tan raro, me confunde, primero parece que busca algo más, y después me trata como un costal de basura. No sé qué hacer. —Algunos hombres son inmaduros, o tienen miedo, y actúan como idiotas cuando no saben demostrar su amor. —Él me odia—dijo Sol con hilo de voz —Nunca has escuchado ese dicho de los que odian aman. Escucharon el sonido de las voces de alumnos yendo y viniendo, Sol al fin recordó que tenía clase de deportes y se despidió apresurada de Mine, para ir hasta el jardín del centro. Al llegar encontró una multitud de gente rodeando en un círculo, al acercarse se unieron a ella, Athena y Violeta, de pronto descubrieron que Juliette acompañada de dos amigas, estaban golpeando a Regina, quien estaba indefensa y sobrepasada en fuerzas. Sin dudar, Sol y Athena se sumaron a apoyar a Regina. Juliette tomó contra Sol, tirando de sus cabellos con fuerza, pero la chica que tenía experiencia en peleas en el orfanato, usó su pie izquierdo para hacer caer a la morena al suelo y entonces comenzó a pegarle con poca fuerza, mientras Juliette intentaba defenderse aún sujetando sus cabellos. —¡Deténganse! —exclamó Vanessa molesta Entonces las chicas se separaron y se pusieron de pie. Luciano había llegado a donde estaban, y caminó hasta donde estaba Sol la tomó del brazo y la llevó lejos de ahí, Vanessa miró aquello extrañada, pero se mantuvo hablando con Regina y Juliette. Sol y Luciano estaban en el pasillo cuando él la soltó —¡Se acabó! Estás expulsada, ¡Vete ahora mismo! Sol no daba crédito a lo que escuchaba, comenzó a llorar, estaba tan impactada, después salió corriendo de ahí Vanessa llegó con su hermano y le miró —¿Dónde está Sol? —La expulsé. —¿Qué?, pero, ¿Por qué? ¡Juliette ha sido la culpable! ella atacó a Regina, tanto Sol como Athena la defendieron. Luciano se quedó perplejo. Se sintió como el peor rufián de la historia. Luego se desesperó, y salió corriendo de ahí —Pero, ¿A dónde vas? —preguntó Vanessa al mirarlo frustrado —¡Voy por Sol! Vanessa observó muy extrañada a Luciano irse, jamás había mostrado interés por un alumno o por alguien lejano a él, entonces ella tuvo una corazonada en su interior, pero decidió ignorarla. Sol corría enloquecida por las calles, hasta que se sentó en la banca de un parque. No sabía que estaban siguiéndola muy de cerca. A escasos pasos de ella, una camioneta blindada la seguía. Elio y Ruggero seguían a Sol —¿Quieres que vaya por ella? —preguntó Ruggero Elio asintió, y Ruggero descendió de la camioneta. Elio se quedó ansioso y temeroso por encontrarse con Sol. Ruggero encontró a Sol, que estaba a una avenida de él, sentada en un parque. Caminó hacía su dirección. La observaba, era más hermosa de lo que creía, ya no tan niña como la fotografía que Elio le había enseñado, comenzaba a despertar sentimientos dulces y tiernos, que un hombre como él jamás había experimentado, eso lo hacían sentir tan vivo, su imaginación voló hasta ver una vida al lado de Sol. Estaba por cruzar la avenida, y Sol levantó la vista, aquel tipo tenía mala pinta y ella recordó las palabras de la hermana Sofía, quien siempre le decía lo peligrosa que era la capital para las mujeres de pueblo. Con temor, Sol se puso de pie, y tras mirar de nuevo el semblante de aquel hombre, que no apartaba de ella su mirada penetrante, se echó a correr de ahí. Ruggero la observó, sorprendido, porque no lo esperaba y corrió a seguirla, Sol volteó hacia atrás, y encontró a aquel hombre persiguiéndola, asustada aceleró su carrera. Dos hombres más descendieron de la camioneta y apoyaron a Ruggero en su persecución contra la chica. Cuando Sol dio vuelta en una calle se topó con una camioneta que se detuvo repentinamente, Luciano bajó de la camioneta, dejándola encendida, y con la puerta abierta, se acercó a Sol apurado, y ella le miró incrédula de verlo ahí, sintió alivio al estar frente a él, tenía los ojos llorosos, y sin pensar bien se arrojó a los brazos del hombre. Él la recibió extrañado, no le negó el abrazo, por el contrario, también correspondió, Sol lloraba y temblaba como una hoja de papel en el viento, Luciano se sentía culpable y preocupado de verla tan frágil entre sus brazos, así que la apretaba con fuerza a su cuerpo, puso su barbilla sobre la cabeza de ella y al oler el perfume de su pelo, lo besó, impulsivamente. Cuando alzó la vista se encontró a un hombre que los miraba desde una esquina, tenía una mirada oscura y retadora, que a Luciano le dio mala señal, pero después, aquel hombre se fue corriendo, lejos de ahí. —¿Estás bien? —preguntó Luciano al tomar su rostro entre sus brazos, Sol asintió—. Hay que volver. Sol intentó decir algo, pero Luciano no la dejo hablar, la subió a la camioneta y manejó hasta la academia, Sol estaba tan agotada de ese día que se quedó dormida, arrullada por el manejo, y el clima fresco del auto. Cuando llegaron a AEL, Luciano intentó sin éxito despertar a Sol, ella no respondía, él acarició con suavidad su mejilla, hasta que escuchó que alguien tocaba el vidrio de la camioneta. Se alegró de que los vidrios estuvieran polarizados, y no pudieran verlo. Sol se despertó al instante, y descendieron del auto. Vanessa abrazó con fuerza a Sol al verla —Qué bueno que volviste, Sol. Juliette está castigada, ha recibido lo merecido. —Bien —dijo Sol un tanto taciturna—. Les pido permiso para ir a mi dormitorio. Vanessa asintió y Sol estaba por irse, cuando Luciano sostuvo su mano regresándola hacía donde estaba él, ella lo miró sorprendida y se sintió estremecer —Lamento mucho lo sucedido, te ofrezco una disculpa sincera —dijo Luciano mirándola con suavidad Sol soltó su mano, dibujó una sonrisa falsa, y la borró de inmediato, para después irse caminando muy deprisa. Vanessa había observado aquella escena extrañada, no dijo nada, siguió a su hermano hasta la oficina de dirección. Miraba a su hermano sentado en el sillón, hojeaba el periódico, lo conocía bien y sabía que jamás le había gustado leerlo —¿Estás bien, Luke? Luciano alzó la vista con duda —Sí… ¿Por? —titubeó —No lo sé, te he notado raro —dijo Vanessa alzando las cejas y sonriente—. Has estado viniendo mucho a la academia, y no me molesta para nada, solo es algo raro. Y ahora, lo que pasó con Sol, no lo sé, casi siempre eres tan distante de los demás, pero siento que algo está cambiando —Luciano se quedó en silencio—. No te molestes —dijo Vanessa —Nada de lo que dices tiene sentido —dijo Luciano divertido Vanessa le sonrió, intentando ser congruente —Estos nuevos alumnos me han tomado de sorpresa, son diferentes, más rebeldes que nunca. —Sí, un día de estos van a quemarte la escuela. Vanessa se rio de las ocurrencias de su hermano. —No te preocupes, controlaré a Juliette y a su madre, los demás son tarea fácil, y Sol es un encanto, me cae tan bien que ya le tengo mucho cariño. —Ah, sí, ¿Y eso? —No lo sé, me parece tan buena y dulce, además es muy talentosa, llegará muy lejos. Lo tiene todo: juventud y belleza. ¿No lo crees, Luke? Luciano se quedó en silencio, pero no pudo sacar el recuerdo de Sol entre sus brazos.
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