Elio y Ruggero estaban sentados en una sala de un lujoso hotel, el primero estaba verdaderamente molesto
—¡¿Quién era ese tipo que estaba junto a Sol?! ¡Ese atrevido, estaba abrazando a mi hija!
—Dame tu orden, Elio, lo desapareceré de este mundo —dijo Ruggero con rabia
—No. Primero averiguaré quien es, y si es está dañando a mi Sol, entonces si lo desapareceré yo mismo —dijo Elio—. Además, tú la asustaste, no debiste perseguirla sin que yo diera la orden, ¿Por qué me desobedeciste?
—Lo siento yo… no quería perderla.
—¿Perderla?, ¡No te equivoques, muchachito! —dijo Elio poniéndose de pie, entonces lanzó un manotazo severo al rostro del joven que le miró palidecido—. Soledad no es tuya, ni de nadie, piensa con atención, Sol es mi hija, es intocable para ti, así que, saca cualquier fantasía que tengas en esa cabeza, Ruggero.
Elio salió de aquella habitación y Ruggero se quedó ahí con los ojos centelleantes de furia.
Las semanas se pasaban con rapidez, cada día se volvía más ajetreado, los maestros y las clases se volvían exigentes, como era común cuando era mediados del tetramestre.
Vanessa preparaba todo para la fiesta de Iris que se celebraba en Pueblo chico. Cada año se realizaba una vez, entre los meses de septiembre y octubre. Está vez, había escogido de fecha el séptimo día de octubre, que caía en domingo. Aquella celebración invitaba a todo el plantel de AEL, y público en general, había juegos, comida rápida, música, baile y atracciones. Los asistentes debían acudir con disfraz y antifaz, cuyo objetivo principal era casi no reconocer la identidad del otro. Toda la ganancia obtenida se donaba a un centro de ayuda para niños con enfermedades catastróficas.
Mauricio Hayas, estaba en el taller de diseño y confección de modas. Hacía los disfraces de algunos de sus amigos. Entre esos, el de Vanessa, Rosa y Alenka Vega. Él adoraba el diseño de ropa, pero además era un gran actor. Sol había entrado al taller, porque había colocado como una de sus tareas extracurriculares ayudar ahí.
—Casi llego tarde.
Mauricio alzó la mirada sonriente, mientras dibujaba en una libreta de diseño
—Has llegado a tiempo.
—¡Qué hermoso vestido! —exclamó Sol, al mirar un vestido dorado brillante en un maniquí
—Es para Vanessa Martí y más vale que le guste.
—Seguro que sí.
—¿Tú ya tienes tu disfraz?
Sol negó con la cabeza, pero fueron interrumpidos por Salma Vritz, quien llegó con un porte soberbio y lanzó a una silla su monedero.
—Hola, Mauricio —dijo besando la mejilla del hombre, quien no parecía complacido con su presencia—. Hablé con Luciano, quiero que me hagas un disfraz espectacular para la fiesta esa. Odio ir, pero tengo que apoyar a la familia.
Mauricio la miró desconcertado, esa mujer no le agradaba, era la más superficial y altanera que él había conocido. Entendía que Luciano nunca había sido muy listo para escoger una buena pareja. Mauricio pensaba que no había tanta diferencia entre Marina—pareja anterior de Luciano—, y Salma, excepto porque la primera era mucho más auténtica, y sin embargo ninguna era buena para él.
—Me tomas en el peor momento, Salma, si hubieses llegado a media semana aún podría ayudarte, pero ahora, tengo encima tres trabajos para el festival.
—Pero, si tú eres un genio, ayúdame, Mauricio. Hazlo por Luciano, él quiere verme hermosa y solo tú puedes diseñar algo digno de mí.
Sol, había mirado a aquella mujer de arriba hacia abajo, sin que lo notará, y se comparaba con ella. Ahora mismo se sentía vapuleada, con el aspecto elegante y sensual de Salma, entonces ella le prestó atención
—. Anda ayúdame Mauricio, mira tienes aquí una ayudante —dijo Salma acercándose a Sol, y tocando su pelo, mientras ella la miraba sorprendida—. Mira que belleza de chica, si fuera como tú, y tuviera tu edad, el mundo estaría a mis pies.
—Seguro de que sí —dijo Mauricio con sarcasmo—. Bueno, haré lo posible, dime que diseño es el que quieres.
—Quiero este diseño —dijo Salma y le mostró un recorte de un precioso vestido, con un antifaz veneciano—. Por supuesto, este vestido es de Zeriani, comprendo que jamás podrías hacer uno idéntico, pero me conformó con algo similar.
Mauricio la miró enojado, pero de inmediato disimuló.
—Haré lo posible.
—Aunque tu diseño no sea tan lujoso como el de Zeriani, por lo menos será de buena calidad y parecido —dijo Salma con un tono de voz burlesco, después se despidió y se marchó
—Zeriani, fue mi pareja sentimental, terminamos muy mal y esta ¡Maldita mujer tiene que recordármelo!, es una malvada —exclamó Mauricio furioso, y Sol lo miró preocupada
—Entonces, si es tan mala, ¿Por qué Luciano está a su lado?
—Porqué Luciano es un tonto, nada quiere en la vida, y prefiere desvivirla al lado de esa bruja.
—¡Pobre!, es tan increíble…
—¡Qué increíble!, es un neurótico, pero nadie merece a la bruja de Salma. Algún día abrirá sus ojos.
Sol asintió sonriente, añorando que Mauricio tuviera razón.
—¡Sabes, se me ha ocurrido una gran idea!, le daré una gran lección a esa malvada víbora. Y tú, vas a ayudarme —dijo Mauricio con astucia. Mientras Sol le miraba confundida.
El festival de Iris en Pueblo chico, se celebraba en un terreno cercano al lago Milagros, a dos horas de la Academia. Eran casi las ocho de la noche, Sol vestía de Dorothy y Violeta vestía de Cenicienta, había sido todo un lío que dejaran entrar a Athena sin disfraz, pero se había negado a llevar alguno.
Juliette llegó con un vestido de princesa precioso que todo el mundo le admiraba. Al cabo de un rato la mayoría de los alumnos comenzaron a jugar, esta vez era un juego llamado verdad o reto.
El juego era sencillo, el primero al que le salía en una moneda cara, debía decir una verdad, si se negaba debía hacer un reto. Cuando fue el turno de Regina, le pidieron que dijera un gran secreto.
Regina se puso nerviosa y en lugar de mentir, porque nada le venía a la mente, eligió un reto
—Besa al chico que más te gusté —dijo Athena
Regina se puso de pie y se acercó hasta Manuel Justas, que estaba sentado al lado de Sol, y lo besó, todos quedaron boquiabiertos, pero Juliette estaba enfurecida.
Sol, Athena y Violeta caminaban por el festival, seguían hablando sobre Regina y el beso con Manuel, entonces se encontraron a unos pasos de Luciano quien estaba acompañado de Salma.
Sol tenía casi un mes sin ver a Luciano, pues no había vuelto a pisar la academia desde su disculpa, Sol se puso bien su antifaz, por una razón no quería que él la viera. No pudo dejar de observar lo guapo que lucía con aquel antifaz plateado. Entonces vio a Salma a su lado, casi no la reconocía, la mujer llevaba una peluca rubia y de no ser porque se había quitado el antifaz perlado no la reconocería, se veía radiante con su vestido rosado.
Luciano estaba distraído, miraba a todos lados buscando algo que no encontraba. Vanessa quien estaba al lado de Franco se acercó a ellos y les saludó.
Luego Salma se alejó de ellos para ir al baño.
—Qué bueno que pudiste venir, el año anterior no acudiste —dijo Vanessa
—Lo sé, pero hoy quise venir, para que veas que me importa mucho AEL —Vanessa sonrió complacida al escuchar a su hermano—. ¿Y vinieron todos los alumnos?
—Pues, casi vinieron todos, tuvimos mucha participación.
—Qué bien, ¿Y Juliette no ha causado más problemas?, espero que esa chica, Sol, no haya vuelto a huir.
—No, para nada, no he tenido más problemas.
—¿Ella vino?
—¿Quién? ¿Sol? —preguntó Vanessa intrigada
—Sí —dijo Luciano fingiendo indiferencia
—Sí, debe estar por aquí —dijo Vanessa mirando alrededor—. ¡Mira esta allá!
Luciano miró hasta donde su hermana decía, observó a Sol vestida de Dorothy del mago de Oz, se veía tan linda y dulce, que tenía que obligarse a dejar de mirarla, sin mucho éxito.
Mauricio encontró a Sol con desespero y le pidió que le ayudara con algo. Caminaron alejándose de los demás
—¿Qué sucede, Mauricio?
—He hecho una travesura, y tú, serás mi cómplice —dijo Mauricio con cara sonriente
Sol le miraba intrigada. Llegaron hasta los baños y escuchó la voz de una mujer pidiendo ayuda, entonces Sol reconoció la voz de Salma
—¡Pero…! —dijo la chica sorprendida
—Se lo merece, ¡La escuché hablar mal de mi vestido! —dijo Mauricio en voz baja
—¿Qué vas a hacer?
—La dejaremos ahí, ven conmigo, me ayudarás con algo.
Sol y Mauricio llegaron hasta otro baño, donde ya tenía una caja alargada, la abrió ante los ojos expectantes de Sol y descubrió un vestido idéntico al que portaba Salma
—Tú me ayudarás para vengarme de Salma, vestirás como ella y harás algo ridículo para avergonzarla. Así, esa mujer tendrá una lección de humildad.
—Pero, ¿Qué haré?
—Aquí hay una amiga de ella, una editora importante, iras junto a ella y le contarás justo lo que te diré.
—Pero, no sé si debo hacerlo, esto es muy malo —dijo Sol temerosa
—Lo peor es que dejemos que gente como Salma lastimen a otros, y no hagamos nada.
Al cabo de unos minutos Mauricio convenció a Sol y ella comenzó a vestirse. Dudaba si podía hacerse pasar por ella, Cuando se miró al espejo con aquel vestido, Mauricio se encontró con dos disyuntivas: la primera era que Sol estaba mucho más delgada que Salma, y la segunda que era de estatura baja. La segunda la arregló con unos zapatos altos, y para la primera eligió arriesgarse. Mauricio arregló el cabello de Sol, como la peluca que llevaba Salma, le puso un antifaz idéntico.
Sol salió de aquel baño, caminaba muy lento por el tamaño de los zapatos, y una vez que estuvo frente a aquella mujer dijo una a una las palabras que Mauricio le dictó. La mujer no pareció de mucho humor y se alejó de ella molesta. Sol pensó que era muy exagerada. Decirle que aquel vestido era de tela barata porque ya no tenía dinero, hasta que pudiera casarse con Luciano Martí, no parecía ser tan malo, o quizás sí. Como fuera, la mujer se había vuelto indiferente. Sol cumplió la encomienda, caminó para regresar al baño y contar todo a Mauricio.
Entonces se topó de frente con Luciano.
—¿Dónde estabas?, te tardaste mucho Salma.
Sol se quedó inmóvil conteniendo la respiración, Luciano no hacía mucho caso y miraba hacia todas partes. Ella le miró un segundo, y el hombre le dirigió una mirada que estaba por evadir, pero que de nuevo volvió a ella.
—¿Estás bien?, estás muy seria.
Sol asintió, pero Luciano pareció extrañado de ver a Salma tan silenciosa
—. ¿Estás molesta?
Sol negó moviendo la cabeza con rapidez. Pero, Luciano frunció el ceño extrañado, de nuevo pareció ignorarla y Vanessa se acercó a ellos
—¿Por qué no están bailando, Luke?
Luciano sintió la presión de su hermana, e hizo una ceña para invitar a quien creía que era Salma. Sol casi se desmaya cuando sintió que Luciano tomó su mano, llevándola a la pista de baile. Luciano miró la mano que sujetaba y la observó con rareza
—No había notado que tus manos eran tan pequeñas.
Sol se limitó a asentir y sonreír.
Una música suave comenzó a sonar, Luciano la tomó de la cintura y comenzaron a bailar lentamente. Sol estaba nerviosa, sentía que temblaba
—¿Tienes frío?
Sol volvió a negar con la cabeza y Luciano dirigió su mirada hacia otro lado.
Sol aprovechó para mirar su rostro, algo tenía su cara que para ella era perfecta y hermosa. Luciano la miró por la insistencia de su observación, miró sus ojos con delicadeza, sintiendo algo en su interior, un vuelco que hacía que su corazón resonará como tambor. Se sorprendió, nunca antes le había pasado algo así con Salma.
«¿Qué me pasa?» pensó dudoso, pero se dejó llevar. El antifaz solo le permitía mirar sus ojos que entre la oscuridad de la noche solo los miraba brillantes. Luciano miró sus labios rojizos, se acercó a ellos peligrosamente, mientras ardía de deseo como nunca antes, Sol temblaba, pero estando tan cerca no pudo negarse. El contacto con sus labios fue tan suave y delicado como el roce de una flor, poco a poco el beso fue apremiante.
Él acercó con fuerza su cuerpo al de ella y con su mano izquierda tomó el rostro de Sol, que apenas podía sostenerse en pie, abrazándose a él, con poca fuerza. Se besaron con dulzura, pero también con el ímpetu de una pasión desbordada. Luciano no quería dejar de besarla, pero se alejó un poquito para recuperar el aliento, eso segundos de lejanía hicieron que Sol recuperara la sabiduría e intentó irse, hasta que el hombre volvió a enrollarla en sus brazos, y la besó con más premura, era la primera vez que ella besaba, pero seguía el movimiento de aquellos labios, instintivamente. Luciano rompió el beso al escuchar la voz de Vanessa
—¡Qué enamorados!
Sol aprovechó para salir de prisa y dejar a todos confundidos.
Ella llegó hasta el baño, y encontró a Mauricio.
—¡Fue increíble!, escuché a Moray hablar pestes de Salma.
Sol se veía descontrolada, y se quitó el antifaz, de pronto, Luciano apareció ante ellos, mirándolos, sorprendido. Sol se quedó perpleja al verlo
—¡¿Qué es esto?!
—Yo puedo explicarte —dijo Mauricio
La mirada de Sol había pasado de la sorpresa a la angustia. Entonces salió corriendo de ahí
—¿Entonces era ella? ¡No era Salma! —dijo Luciano
Mauricio negó con la cabeza, y Luciano no le dio tiempo de decir nada porque salió deprisa de ahí.
Luciano alcanzó a Sol en la puerta del baño, sujetó con fuerza su mano para no dejarla ir, ella intentaba zafarse, pero no podía
—¿Así que eras tú? —dijo Luciano poniéndose frente a ella y sosteniéndola de los brazos.
Sol estaba temerosa y casi lloraba. Luciano se acercó a su rostro sin ningún límite. Después de todo ya había roto ese límite. Miró sus ojos, descendió su mirada a sus labios. Respiraba tan rápido, con su nariz tocaba el rostro de Sol, notó la respiración también acelerada de ella, y entonces rozó con sus propios labios los de Sol. Era una locura celestial el deseo por besarse, pero, ¿Podrían alejarse de nuevo si lo hacían? Un miedo comenzó a crecer entre ellos.
Mauricio hizo un sonido extraño en su garganta, provocando que aquel par se alejará al fin.
—Perdón por la interrupción —dijo Mauricio con el rostro enrojecido, al mirar la escena
Sol se dio la vuelta y corrió lejos de ahí.
—Luciano, ¿Qué está pasando? —preguntó Mauricio con confusión
Luciano le miró y puso sus manos sobre su cara haciendo un gesto de desespero
—Estoy loco… —dijo con angustia
—¿La confundiste con Salma?
Luciano asintió
—¿Y la besaste por error? —dedujo Mauricio
Luciano volvió a asentir
—Bueno, fue un accidente, es mi culpa yo quería hacerle una broma a Salma.
Luciano negó con la cabeza, aun cubriendo su rostro y Mauricio le miró con duda
—. Solo fue un beso, no significa nada.
Luciano puso sus manos sobre las sienes, miró a su amigo con ojos desesperados y Mauricio le miró preocupado
—No fue solo un beso, Mauricio, No le he dicho a nadie esto. ¡Pero, ya no puedo más! —dijo con una voz angustiante que hizo que Mauricio le mirará desconcertado—. Ella está en mi mente, todo el tiempo, no puedo dejar de acercarme a ella, como si fuera un imán que me enloquece.
—¿Hablas de Sol? ¿Sol Türelli? —preguntó Mauricio confundido
—Si.
Mauricio le miraba aturdido
—Pero, ¿Qué pasa, que sientes?
—Mauricio… Siento que… —Luciano miró hacia el cielo como un atormentado—. Estoy enamorándome de Sol Türelli.
Mauricio escuchó aquello, mientras miraba a su amigo con las pupilas enormes.
Mauricio y Luciano caminaron hasta sentarse sobre unas piedras cercanas al lago Milagros.
—¿Por qué no me habías dicho sobre esto?
—Olvida mis palabras, no sé bien lo que dije, fue un impulso.
—Nunca habías dicho que amaras a alguien, ni a Marina. Pero, hace un momento dijiste que estabas enamorándote de Sol.
Luciano que estaba cabizbajo alzó la mirada. Pero, no tuvo valor para seguir negando
—Estoy confundido, debe ser una crisis.
—Las crisis son un invento. Una estúpida forma de justificar nuestras acciones. Sol es muy joven, pero yo no te juzgaría, primero porque soy tu amigo, y después porque yo tengo mi propia vida. No existe una ley sobre el amor, algunas veces, aflora cuando menos pensamos, como un rayo que ilumina nuestro camino.
—¡Estás demente!, eres mi amigo, y yo estoy enfermo. Enfermé de estupidez —dijo Luciano exaltado—. Entre esa muchachita y yo no puede pasar nada.
—Pero, está pasando y si te empeñas en negarlo, por un tiempo resistirás y después explotarás. Hay cosas imposibles de ocultar, y el amor es una de esas —dijo Mauricio, para después irse, y dejar a Luciano pensativo observando el cielo estrellado.