Capítulo II Un encuentro con cupido

2689 Words
Sol estaba sentada en la recepción de AEL, tenía su maleta a un lado de ella, estaba preocupada por cómo habían sucedido las cosas, pero a pesar de ello, estaba ilusionada por cumplir su sueño de estudiar en una academia tan prestigiosa, cuna de artistas talentosos. —Hola, tú debes ser Solange Türelli —dijo Vanessa acercándose a Sol Sol la miró con angustia, pudo recomponerse para saludarla. Ella no era Solange Türelli y fingió serlo —Hola. —Bienvenida, acompáñame a la dirección para platicar un momento Sol, siguió a Vanessa, no pudo evitar estar con un manojo de nervios. Dentro tomó asiento a lado de Vanessa, quien le esbozaba una sonrisa dulce —En la audición has dejado sorprendidos a los jueces con tu talento. —Gracias —dijo Sol con humildad. —Sé que tu padre es un empresario petrolero muy importante, me imagino que siempre está muy ocupado. Las manos de Sol sudaban y temblaban, asintió. —. Me da mucho gusto que estés en nuestra academia. Solange, acompáñame, te llevaré a tu habitación. —Puedes llamarme Sol. —Muy bien, sígueme, Sol. Durante el trayecto al área de habitaciones, Vanessa le enseñó a Sol las instalaciones de la academia. Era un lugar amplio que se dividía en dos áreas; una fungía como zona escolar y la otra tenía dormitorios. Estaba rodeada por jardines verdes. Cuando finalmente llegaron al dormitorio, estaban dos chicas, con las que Sol compartiría —Violeta y Athena, les presentó a Sol Türelli, quien será su nueva compañera de estudios y de habitación. Sol las saludó amable, parecían unas chicas agradables que debían ser casi de la edad. —Espero que se lleven muy bien, Sol, me retiro cualquier duda o cosa que necesites, puedes decirme —dijo Vanessa y después se fue Sol, acomodó a un lado las maletas y Violeta le enseñó cuál sería su armario para guardar su ropa. —¿Eres conocida de Vanessa? —preguntó Athena —No. —Me pareció que le eres familiar, así que pensé que eran amigas. Sol negó con la cabeza, en el fondo Vanessa le había caído muy bien —. ¿Y cuántos años tienes? —Acabo de cumplir dieciocho, ¿Y tú? —Tengo diecinueve —dijo Athena—. Es mi segundo año estudiando en AEL. No he querido graduarme, porque no he conseguido un papel como actriz, aún no me siento preparada. —Lo estás, solo que eres insegura —dijo Violeta —¿Cuántos años puedes estudiar aquí? —preguntó Sol —La academia te permite estudiar por tres años seguidos, posteriormente deberás graduarte. Pero se estudia por año, y al finalizar el año escolar puedes elegir graduarte o continuar, claro que también depende de tus buenas calificaciones —dijo Violeta Una vez que Sol acomodó sus pertenencias, las chicas decidieron enseñarle el resto de la academia. —No sabía que usaríamos uniforme —dijo Sol al mirar algunas fotos de alumnos uniformados —Así es, pero bueno son reglas, Vanessa es muy tradicional en ese aspecto—dijo Violeta —¿Y cuál es tu talento, Sol? —preguntó Athena —Yo adoro cantar —dijo Sol sonriendo —Entonces, debes mostrarlo. —Oye, déjala tranquila, Athena —temerosa de que su amiga fuera agresiva —Vamos, no te da vergüenza, ¿Cierto?, queremos escuchar tu talento —dijo Athena, insistente Pero, Sol no era tímida para mostrar su talento, desde que pudo hablar comenzó a cantar, y nunca había dejado de hacerlo, así que ahí, a unos pasos del jardín, comenzó a cantar para sus compañeras. Tenía una voz tipo mezzosoprano, tan dulce como prodigiosa, que había dejado sorprendidos a todos los oyentes. Violeta y Athena aplaudieron con fuerza cuando terminó, mientras ella sonreía ruborizada. —Eso fue maravilloso —dijo un apuesto joven que se acercó a ellas, conmovido por aquella voz cantora —Gracias —dijo Sol con algo de timidez Violeta y Athena susurraron algunas palabras que fueron inaudibles para Sol. —Muchas felicidades, y bienvenida a AEL, me llamo Manuel Justas, un placer —dijo y le dio la mano a Sol —Yo me llamo Sol. La forma en que Manuel la había observado provocó bastante conmoción entre sus compañeras, pero después del saludo, Manuel se retiró. —Manuel Justas, era novio de Juliette Fontaine, pero resulta que han terminado, porque se rumora que ella tuvo un romance de verano con Pablo Hayas —dijo Athena como si se tratara de un cotilleo de farándula —¿Quiénes son ellos? —Ah, claro, no los conoces Sol, pero Manuel es el chico más popular de AEL y Juliette, bueno ya sabes, es la favorita de todos y la más antipática arpía. Pero, como te digo, ella ha engañado a nuestro adorado Manuel, y ahora está libre, pero por lo visto él ya fijo sus ojos en una gran cantante —dijo Athena, con un tono burlón —¿De qué hablas?, nada que ver —dijo Sol apenada Las chicas siguieron discutiendo aquella situación. Manuel Justas iba caminando por uno de los pasillos, cuando al girar tropezó con una chica; Regina Robles, quien le miró con rabia al mirar sus pertenencias sobre el suelo —Lo lamento —dijo Manuel y se apresuró a ayudar a recoger sus cosas Regina, recogía con rapidez sus libros y al ver al chico no pudo evitar darse cuenta lo atractivo que era. Manuel miró aquella mirada, era tan típica en todas las chicas que conocía que se limitó a sonreír, sin placer —Bueno, creo que son todas tus cosas. —Gracias, me llamo Regina. —Mucho gusto, soy Manuel. —¿Estudias aquí? Manuel hizo un gesto de sarcasmo ante lo evidente, y Regina sonrió tontamente —Que pregunta tan obvia, lo siento, soy nueva aquí. —No eres de la capital, ¿Cierto? —No. Soy de pueblo del centro. —Pues, bienvenida —dijo Manuel y dio media vuelta marchándose, mientras la morena no pudo apartar sus ojos de aquella, figura hasta que no estuvo más a su vista. Regina soñaba despierta, que podía conquistar a un chico como Manuel, y cumplir su sueño de cantar, para al fin olvidar su terrible pesadilla. Había escapado de su horrible vida, su madre la había vendido a un mafioso hace cinco años, pero al fin había podido escapar de él, y ahora intentaba cambiar de vida, había obtenido una beca en aquella academia y tenía la esperanza de una vida mejor. Al día siguiente, en AEL, había un gran ajetreo, gente que iba y venía, todos decorando, trayendo comida y bebidas. Era el primer día de agosto, y se celebraba el nuevo ciclo escolar 2007-2008. Sol estaba emocionada, ayer Vanessa, le había pedido que cantara en el escenario, a pesar de que solo se daba oportunidad a los mejores alumnos de hacerlo. Había preparado una canción magnífica para el evento y estaba nerviosa. Aún no estaba vestida, pero bajó hacía las escaleras, buscando a Athena quien le ayudaría a peinarse. Vanessa estaba en el lobby, vigilando que todo estuviera perfecto, tras el concierto de talentos, se invitaba a un cóctel en el jardín a los invitados y la prensa nacional. Ella estaba nerviosa, si su hermano no acudía, sería el tercer año consecutivo que no estaría, y entonces volverían los rumores de la prensa, que aseguraba la mala relación entre ellos, además que tenía, como siempre, que dar explicaciones. Vanessa estaba con los brazos cruzados, ya estaba arreglada para el evento y su cabellera rubia se movía con el viento. Sol se acercó a ella —Hola, Vanessa. —Hola, Sol, ¿Cómo estás? ¿Nerviosa? —Un poco, pero intento conservar la calma. —Lo harás increíble, estoy segura de que nos dejaras boquiabiertos a todos —dijo Vanessa, cuando vio a su hermano detrás de Sol, le volvió la tranquilidad y dibujó una gran sonrisa—. Hermano, ¡Estás aquí, bienvenido! Sol se hizo a un lado, para no interponerse en la vista de Vanessa y miró al caballero al que saludaba —Permíteme presentarlos, Sol, te presento a mi hermano Luciano Martí. Luciano extendió su mano para saludarla, y ella también, el contacto entre ambos hizo que Sol se estremeciera, prestará atención a aquel hombre. Al hacerlo miró sus ojos, tenía unas enormes pupilas, tan azules como el mismo cielo, era un hombre muy atractivo, alto y con un porte elegante, su cabello era oscuro, su piel era clara y su nariz recta, pero pese a todo, tenía un semblante demasiado serio. —Mucho gusto —dijo Luciano con un tono de voz indiferente Pero, cuando Sol no soltó su mano, el hombre tuvo que prestarle atención, al principio creyó que buscaba atraer su atención de una forma ridícula, pero después comprobó que no era así, la chica estaba como en otro planeta, porque no parecía tener alguna intención. —. Me devuelves mi mano —dijo Luciano en un tono sarcástico que hizo que Sol volviera al aquí y al ahora, soltará su mano, y sonriera por aquel acto vergonzoso. Su rostro estaba ruborizado, optó por disculparse y retirarse de ahí, alegrándose de que Vanessa, ni Luciano, hubieran puesto suficiente atención. —¿Qué me paso?, es cierto que el hombre es guapo, pero nunca me había comportado así, perdí la noción del tiempo, que vergüenza —dijo Sol, mientras caminaba subiendo las escaleras a los dormitorios. —¡Eso si es un tremendo ridículo! —exclamó una mujer con ropa de afanadora Sol la miró extrañada —¿Qué ha dicho? —Pues tú decías que te daba vergüenza y yo estoy de acuerdo. —Yo… —Bueno, yo qué sé, me llamo Minerva, pero llámame Mine —dijo mientras chocaba la palma de la mano con Sol, quien la miraba con gracia —Bien, yo soy Sol, Mine, te veo después, ahora debo irme a cambiar de ropa —Bien, ¡Suerte! —dijo Mine, mientras escuchó que Sol gritaba gracias El auditorio estaba en el mismo terreno donde estaba la academia, pero en un edificio aledaño, era ahí donde los chicos presentaban sus exámenes en recitales de talento cada tres meses; ahora, era el clásico festival de talentos, que año con año apertura el ciclo escolar. Estaba repleto de gente y detrás del escenario estaban los camerinos, donde los alumnos aguardaban su lugar para la presentación. Manuel Justas sería el primero en subir a cantar, esperaba su turno, cuando apareció Juliette, habían tenido un romance de seis meses, pero se había terminado cuando él supo que ella se había ido de viaje con Pablo Hayas, traicionándolo. —Hola, Manuel, me alegro verte —dijo Juliette, Manuel la ignoró, cuando el chico sonrió al mirar cerca a Sol, caminó hasta ella, y dejó a Juliette con la palabra en la boca, está le miró muy molesta —Hola, Sol, ¿Vas a cantar? —Sí, cantaré —dijo Sol —Te ves muy linda —dijo Manuel, al mirarla con aquel vestido azul y su cabello lacio —Gracias —dijo Sol ruborizada Juliette los miraba con furia, tenía unos celos enormes, siempre deseosa de lo que no tenía, ahora que Manuel escapaba de sus manos lo quería de vuelta. Cuando pronunciaron el nombre de Manuel Justas, el joven caminó rumbo al escenario —¡Suerte! —exclamó Sol y el chico le brindó una cálida sonrisa. —¿Quién eres tú? —exclamó Juliette molesta, acercándose a Sol La chica la miró aturdida, sin entender el tono de voz malhumorado de Juliette —Me llamo Sol. —¿Y qué haces aquí? —Pues… Voy a cantar —dijo Sol con obviedad, ante las preguntas de Juliette —¿Tú vas a cantar? ¡Eres una novata! Y las novatas nunca han cantado en el festival de talentos, ¡Hazme el favor de largarte de aquí, ahora mismo! Sol, primero se rio, creyendo que aquello era una broma, pero al mirar el semblante negativo de la chica, tuvo que creerse que estaba frente a una persona antipática —¿Y tú quién eres?, No me iré de aquí, así que guarda tus palabras. —Vas a arrepentirte —dijo Juliette acercándose peligrosamente a Sol, quien le sostuvo la mirada con una breve sonrisa de burla. Pero, cuando Juliette intentó darle una bofetada, Sol la paró en seco, tomando con fuerza su brazo, y girándoselo hacia atrás. Tantos años criada en un orfanato, sabía cómo defenderse de las niñas como Juliette que querían lastimarla, y ella no lo permitiría. —¡Suéltame! —exclamaba Juliette a gritos —¡¿Qué sucede aquí?! —preguntó Luciano Martí apareciendo de pronto frente a ellas, mirando aquella escena bochornosa. Sol se alejó de inmediato de Juliette, y ella comenzó a quejarse con amargura —¡Está salvaje!, casi me rompe el brazo, Luke, mira mi pobre brazo —dijo mostrándole el enrojecido brazo Sol, estaba nerviosa y sentía su respiración agitada. Luciano revisó el brazo de Juliette, comprobando el ataque, y después dirigió una mirada felina contra Sol —¿Qué sucede con usted? ¿Acaso cree que este lugar es una lucha libre? —No… es que ella… —Lo que ha hecho es una falta de respeto para esta institución, ¿Acaso cree que un artista podría actuar de una forma tan grosera? —dijo Luciano mirándola molesto Sol tenía el rostro enrojecido, estaba avergonzada, y solo quería disculparse —Lo lamento. —¿Y cree que eso es suficiente? —preguntó Luciano enojado y acercándose a Sol, tomando su brazo con fuerza Ella le miró asustada, pero Luciano sintió una descarga de energía que le provocó que se estremeciera, jamás había sentido algo así, al contacto con una piel. La soltó de inmediato, bastante aturdido —Retírese de aquí de inmediato. Sol lo miró sorprendida, con los ojos a punto de llorar, caminó lejos de ahí. Juliette estaba feliz, cuando escuchó que dijeron su nombre salió de prisa para bailar en el escenario. Luciano se quedó ahí. Quieto e inmóvil por un momento. Sol regresó de inmediato junto a él. —Perdone la interrupción, yo necesito disculparme. Luciano la miró inquieto y molesto —Le dije que se retirara de mi vista —espetó sin querer mirarla —Lo sé, pero solo quiero disculparme, lamento mi actitud, si me deja explicar, por favor —dijo Sol, intentó tocar la mano de Luciano, como si aquello le ayudara a que él la escuchara —¡No me toques! —exclamó el hombre alejando sus manos de ella, evitando el contacto que lo alteraba, provocando que ella se asustara —Lo siento —dijo Sol confundida por la situación—. Por favor, perdóneme. Luciano miró sus ojos, no quería escuchar nada, se sentía demasiado molesto y descontrolado, como nunca antes. Recordaba a esa chica, pero no sabía de dónde. Sus ojos color avellana lo miraban suplicantes, y él solo quería dejar de mirarla, algo en ella lo descontrolaba, algo en su mirada, en su apariencia lo hacía sentirse diferente, necesitado de algo que no entendía. —¿Qué sucede? —preguntó Vanessa al acercarse a ellos—. ¿Todo bien Luke? Luciano asintió, bajando la mirada. Entonces, Sol escuchó cuando el maestro de ceremonias mencionó el nombre de Solange Türelli. —¡Vamos Sol, es tu turno!, hazlo bien —dijo Vanessa Sol dibujó una sonrisa falsa, que borró cuando encontró la mirada de Luciano sobre ella. Caminó hasta el escenario, tomó aquel micrófono para cantar aquella canción. Luciano Martí escuchó aquella melodiosa voz, tan afinada y talentosa. Caminó hasta estar cerca del escenario, ahí pudo escuchar, y admirar mucho mejor. Se quedó en silencio. «Esa voz… ¿Dónde he escuchado esa voz?, Estoy seguro de que la he escuchado alguna vez, en algún momento, en algún lugar, ¿Por qué no lo recuerdo?» pensó Luciano sintiendo dentro de sí una emoción que le era casi indescriptible —Solange Türelli —susurró Luciano —¿Qué dices? —preguntó Vanessa —Nada.
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