Capítulo VI ¿Salma es infiel?

3835 Words
Sol y sus amigos estaban listos para celebrar Halloween. Estaban en la recepción, esperaban al resto del personal que los acompañaría. Pablo y Manuel estaban ya alistados, era increíble ver que se llevaran bien, cuando siempre habían tenido mala relación. Sol caminaba por la recepción, vestía un traje de bruja con medias negras y zapatillas, llevaba en la mano un gorro puntiagudo de bruja y su cabello claro suelto y enrizado. Iba caminando por un pasillo buscando a Mine, entonces se encontró frente a frente con Luciano. No se habían visto desde el festival de Iris. Sol lo miró con sorpresa y temor, Luciano la observó fijamente, se veía lo suficiente sexy, para tentarlo, ella agachó la mirada, estaba por irse —Buenas noches —dijo Luciano. Sol tuvo que detenerse y responder el saludo—. ¿Vas a una fiesta de disfraces? —preguntó haciendo énfasis en su vestimenta, y mirándola con lentitud, era imposible que apartara sus ojos cargados de deseo. —Sí —dijo ella con algo de inocencia que lo hizo sentir poderoso —Que bien, diviértete. —Gracias —dijo Sol y estuvo a punto de irse, cuando Luciano se acercó a ella deteniéndola, tomando su muñeca con firmeza —Hay algo que quiero decirte —dijo Luciano—. Si sigues aquí, después de lo que sucedió, es porque he decidido creer que tus acciones se deben a la inmadurez. Pero, quiero que te quede muy claro, que estoy bien consciente, que yo creía que eras Salma, en cambio tú, jamás me sacaste de mi error. Sol le miraba con ojos enormes, Luciano sujetaba aun su muñeca, haciéndola sentir temblorosa. Ella bajó la mirada, no podía sostenerla Manuel apareció ante ellos —Sol, estamos todos listos, ¿Nos vamos? Luciano soltó el brazo de Sol, y ella caminó hacia Manuel. —Manuel —dijo Luciano—. Diviértanse. —Gracias, iremos a una casa embrujada, donde realizaremos grabaciones, así que, si hay un fantasma, te lo mostraremos. —Muy bien, espero que, en lugar de fantasmas, encuentres chicas hermosas —dijo Luciano lanzando un anzuelo para averiguar información Manuel comenzó a reír —No puedo encontrar chicas más lindas, que una que está cerca de mí —dijo Manuel mirando a Sol, Luciano captó de inmediato aquella indirecta, se le borró su sonrisa y Sol, que también había entendido, se quedó con la vista baja. Luciano sonrió falso. Sol y Manuel dieron media vuelta para irse de ahí. Luciano estaba en la fiesta de Halloween de TV Gala, acompañado de Salma, ahí también estaban Vanessa y Mauricio Hayas.  —¿Estás bien? —preguntó Mauricio acercándose a Luciano que parecía ausente —Sí. —Te vi hablando con Sol. Luciano hizo un gesto de fastidio —¿Eso que tiene que ver? —Nada, solo quería saber que sucedió. —Creo que ese tema ya lo discutimos antes y está cerrado. —¿Estás seguro?, Pablo está muy cercano a Sol, creo que ella le gusta mucho. Luciano le miró sorprendido, casi ofendido. —Ah, ¿sí?, que bien —dijo con indiferencia, pero Mauricio que lo conocía, sabía que fingía —¿De verdad te es indiferente? —¿Sabes que Manuel Justas también parece muy interesado en Sol? —dijo Luciano —Pues¨, vaya, ¿De qué te sorprende? ¿Acaso no te gustó a ti también? Luciano le hizo un gesto de incredulidad por oírlo decir eso. —Por favor, ¿De qué hablas?, fue ella quien me besó sabiendo quien era, en mi defensa yo pensaba que era Salma. Mauricio comenzó a reír con energía. —¿Acaso no diferencias entre los besos de tu novia, y de una desconocida? Luciano sé quedó en silencio. —Bien. Le preguntaré a Sol si está enamorada de ti. Luciano abrió los ojos enormes sorprendidos —¡No lo harás! —Has dicho que fue ella quien te besó, y yo quiero saberlo, para qué Pablo no se haga ilusiones con una muchacha con el corazón ocupado, claro que de todas maneras no tiene ninguna posibilidad contigo —dijo Mauricio tratando hábilmente de sacar información de Luciano, quien a pesar de estar desconcertado no se dejaba influenciar. Salma se acercó a ellos con apuro —Hola, Mauricio —dijo Salma, saludando—. Cariño, quiero irme ya, tengo un dolor de cabeza terrible y prefiero descansar. —¿Quieres que te lleve a casa? —preguntó Luciano —No, quédate, yo me iré sola. Luciano asintió y la mujer se despidió para después irse. La casa de Khan, era una vieja mansión abandonada cerca del camino que daba al bosque de Chapultepec. Estaba siempre abierta y no era legal entrar ahí, sin embargo, la gente entraba sin precaución. Los chicos de AEL entraron por la puerta principal. Comenzaron a dividirse en grupos de dos personas y llevaban cámaras para grabar todo. Sol iba a lado de Manuel y Pablo, pero el último se quedó atrás mirando algo, entonces Manuel detuvo en un pasillo a Sol —Espera, Sol, quiero decirte algo. Sol escuchó con atención —. Tú… me gustas… —dijo Manuel, ante la mirada de sorpresa de Sol. Pero fueron interrumpidos por Regina —¿Qué hacen aquí? —Estamos explorando —dijo Manuel. Pero, Regina ya había escuchado todo y se sentía devastada. Dos amantes se besaban con pasión y deseo dentro de un Maserati rojo. Cuando al fin se separaron, la mujer que no era otra que Salma dijo: —¿Qué hacemos aquí? —Quiero que estemos aquí, ¿No te gustan las experiencias fuertes? Si nos aparece un fantasma, podemos hacer un trío —dijo el hombre riendo a carcajadas, era Andrés Fayet, quien era amante de Salma desde hace tiempo. —Está bien, probemos algo nuevo —dijo Salma para besar sensualmente al hombre. Luego bajaron del auto y caminaron hasta la puerta trasera de la mansión que estaba abierta. Todo dentro era oscuridad, pronto encontraron las escaleras traseras y las subieron. Aquellas escaleras eran también para ir a la planta alta. Encontraron una recámara abierta, entraron, estaba totalmente destruida y oscura, con una lámpara en su mano que dejó sobre una mesa, Andrés iluminó, después recargó a Salma contra una pared mientras la besaba y la acariciaba, lujuriosamente. A unos pasos de ahí, Sol caminaba detrás de Manuel y Regina. Entonces escuchó unos ruidos extraños. Sol se regresó hacia una de las habitaciones donde escuchaba ruido. Entreabrió la puerta al escuchar quejidos y susurros. Se dio cuenta de que eran una pareja de enamorados. Sol sintió vergüenza, y su rostro se enrojeció, entonces miró que el hombre se alejó un momento de la mujer y pudo observar su rostro. Abrió sus ojos con sorpresa cuando la reconoció «¡Salma Virtz!» pensó en su mente, su corazón latía con fuerza y latió mucho más fuerte cuando descubrió que ese hombre no era Luciano Martí, sino un desconocido. Sol dio un paso atrás. Y al hacerlo provocó un ruido con sus zapatos. Los amantes se alertaron y Salma caminó hasta la puerta, al abrirla encontró a la muchacha de frente —¿Quién eres tú? ¿Estás espiándonos? —dijo enfurecida—. Espera, ¿Yo te conozco? Salma intentaba recordar de donde, hasta que al fin lo recordó —Yo… —Sol titubeaba —¡Eres de AEL! —exclamó preocupada, y de pronto se volvió a ella con un tono amenazante—. ¡Si dices algo te mataré! Tomaba del brazo de Sol con fuerza y la chica comenzó a sentir miedo, cuando escucharon unas carcajadas que provenían de la planta baja, Sol se liberó del agarre y corrió con rapidez. A la mañana siguiente, Sol fue informada de que tenía una visita. Primero estuvo muy asustada, porque no había nadie que pudiese visitarla en aquel lugar, cuando se armó de suficiente valor, y asistió a la sala de visitas encontró a Salma, quien la esperaba. Sol la miró con molestia, esa mujer había sido la causa de su desvelo, pero no entendía que hacía en ese lugar. Aun así, la chica se presentó ante ella y la saludó —¿Sabes por qué estoy aquí? Sol hizo un gesto de duda —. Escúchame, si te atreves a contar lo que viste, ¡Te sacaré los ojos y luego se los daré a los perros! Sol abrió los ojos, asombrada. Salma iba a decir algo más, pero Luciano se hizo presente, mirándolas, extrañado al verlas juntas —¿Qué sucede? —Cariño, nada, solo estaba conversando con Sol. —¡Es mentira! —dijo Sol, impactando a Salma—. Está aquí para pedirme que guarde silencio sobre algo que tengo que decirle. —¿Dé qué hablas? —¡Cierra la boca, niña! —dijo Salma con rabia Luciano la miró sorprendido y Salma tuvo que calmarse —Lo diré cuando estemos solos —dijo Sol a Luciano Luciano pidió a Salma que les dejara solos y aunque ella insistió que no, al final tuvo que salir, cuando el hombre se desesperó y gritó. Lejos de ahí, Salma ya vislumbraba su caída, había perdido su seguro de vida «¡Maldita, Sol!» pensó llena de frustración. Sol miró a Luciano, aunque estaba nerviosa y dudaba, decidió hablar: —Ayer, encontré a tu novia Salma, está… engañándote con otro hombre. Luciano primero frunció el ceño confundido, después pasada la conmoción se echó a reír, cuando dejó de hacerlo la miró divertido —Pero, ¿Qué dices?, Sol, no puedes inventar algo así porque quieras que mi relación terminé, así no se hacen las cosas —dijo mirándola con ternura. —¡Estoy diciendo la verdad! —exclamó Sol desesperada—. ¿No me crees? —No —dijo Luciano tajante—. ¿Crees qué, si terminó con Salma, estaremos juntos? Sol le miró confundida —Sé bien lo que vi, no estoy mintiendo. —¿Qué pruebas tienes? —preguntó Luciano, no podía creer que Sol dijera la verdad, nunca había dudado de Salma, pero al mismo tiempo tampoco le importaba, en su mente tenía claro que no la amaba. Sol negó con la cabeza, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, luego se fue de ahí, dejando a Luciano perplejo. Vanessa y Luciano estaban en la dirección, platicaban de lo ocurrido, por primera vez Luciano se estaba sincerando con su hermana —¿Por qué no me habías dicho nada?, no puedo creer que Sol se haya prestado para una cosa así, ¡Mucho menos que haya permitido que la besaras! —dijo Vanessa incrédula —Tal cual. —Lo que no puedo entender, es como no notaste la diferencia. Quiero decir, yo, claro que reconocería si besara a ojos ciegos a otro, que no es mi pareja. Luciano puso los ojos en blanco fastidiado —Tenían el mismo disfraz, no me di cuenta. —Luke, ¿No será que en realidad lo notaste, pero te gustó? —dijo Vanessa con tono cómico, Luciano no lo tomó tan divertido y había enrojecido hasta las raíces —¡Qué tonterías dices! —No puedo expulsar a Sol. Me niego, es de las alumnas más aplicadas y talentosas, además ella pagó la anualidad completa, ¿Cómo voy a correrla? —Entonces, prefieres que me acosé. —En realidad, estoy comenzando a dudar de quien sea el verdadero acosador. Luciano le miró incrédulo, pero Vanessa comenzó a reír. —No la quiero más aquí. —Hablaré con ella, pero, no voy a echarla de la academia, trataré de que ella misma entienda que debe irse. Luciano asintió —Luke —dijo Vanessa y Luciano la miró—. ¿Estás seguro de que es lo que quieres? Luciano bajó la mirada, porque, en realidad ni el mismo sabía lo que quería. Pero, al final, contesto con un dudoso sí. Sol empacaba sus pertenencias con prisa, mientras lágrimas calientes de coraje y frustración bañaban su rostro. Al terminar cerró su maleta. Había hablado por largo tiempo con Vanessa, hasta que finalmente, ella acabó confesándole que Luciano quería que se marchara de la academia, y aunque estudiar ahí era su gran sueño, ahora ya no tenía sentido. Aunque siguiera negándoselo, no podía mentirse a sí misma, estaba enamorada, amaba a Luciano Martí, con locura y pasión, como se ama al primer gran amor. Sol solo pensaba que, si él no la amaba, no la quería cerca, entonces no podía seguir en ese lugar. Cuando cerró la maleta bajó las escaleras. Pablo y Manuel estaban en la planta baja y la miraban con un gesto de tristeza y decepción, a ellos se unieron Violeta, Athena y Regina —¡Es una injusticia!, si tú dices la verdad, todos te creemos y el neurótico de Luke debe hacerlo también —dijo Pablo —Además de neurótico, un gran cornudo —dijo Manuel molesto —No debiste decir nada, Sol, ¿Qué más te da si lo engañan o no a Luciano?, que sea el tonto de Salma si eso quiere, pero que te deje en paz —dijo Athena Violeta abrazó con fuerza a Sol, mientras no podía evitar llorar, —Te he tomado demasiado cariño, Sol, ¿Quién escuchará mis historias? ¿Quién rezará conmigo antes de dormir? ¿Quién me va a dar fuerza para no rendirme? —Tú lo harás, eres muy fuerte, lo juro —dijo Sol, tomando las manos de su amiga Athena también tomó el turno para abrazarla —Oye, Sol, voy a extrañarte, ¡Carajo!, que ya te consideraba mi amiga y ahora te pierdo —dijo Athena con decepción Finalmente, Sol se despidió de los chicos que la abrazaron cada uno con fuerza y cariño, ninguno quería dejarla ir. Regina también se despidió de Sol, aunque inevitablemente, en su interior sentía algo de felicidad, pues un camino libre le quedaba hacía Manuel. Sol caminó hacía la salida de la academia. Héctor, el amigo de Manuel se acercó a ellos, enterándose de todo. —Pero, no entiendo, ¿Entonces, Luciano la expulsó porque su novia Salma estaba engañándolo y no le creyó a Sol? —preguntó Héctor a Manuel —Tal cual, ¿No es muy imbécil?, ha preferido correr a una inocente honesta y quedarse con la tramposa mentirosa. ¡Y todo porque Sol no tiene pruebas! —Ella no las tiene, pero, yo sí. —¡¿Qué dices?! —preguntó Manuel Justas con las pupilas enormes, mirando a Héctor. Entonces Héctor procedió a contarle; él estuvo en aquella habitación el día de brujas. Escuchó ruidos en la vieja recámara, armado con una cámara entró para probar su suerte y ver si filmaba un video terrorífico —¡Termine por filmar casi uno triple X!, salvó por una entrometida que despistó a los amantes. ¡Hubieras visto mi cara cuando descubrí a la mismísima Salma Virtz! Ellos no me vieron, estaba bien escondido igual que mi cámara, pero yo sí tengo pruebas —dijo Héctor Manuel Justas rio encantado, y Héctor le enseñó el video. Después, ambos chicos corrieron en búsqueda de Sol. Sol miraba aquel video en la videocámara de Héctor, tenía la mirada consternada, y sus pupilas se abrían enormes al mirar a aquella mujer besar a su amante. Tragó saliva y miró a los chicos —¿Por qué no dijiste antes? —Lo siento, Sol, no sabía nada de este embrollo si me hubiesen dicho, yo habría ayudado. Manuel me conoce yo nunca me ando por las ramas, soy muy honesto, pero creo que, pese a todo, me enteré a tiempo. Luciano entró a la academia y encontró de frente a los chicos en el jardín, ellos lo miraban con cierto nerviosismo y miradas cómplices. Luciano enfocó su mirada en Sol, y la maleta que Manuel sostenía en sus manos. —¿Ya se va, señorita Türelli? —Ella no va a ningún lado —dijo Manuel Justas con voz determinada Luciano le miró desafiante —¿Y quién está hablando contigo? —¡Yo! —Bueno, por favor, Luciano le pido que me permita aclarar una situación —dijo Héctor —¿Qué pasa? —dijo Luciano dirigiéndose al muchacho de cabello castaño y rizado Héctor titubeo, pero tomó valor para hablar —El día de Halloween, Sol no fue la única que vio a Salma Virtz, yo también soy testigo. Luciano abrió los ojos sorprendido y perplejo, miró a Sol por un momento manteniendo el silencio —Tengo pruebas de ese hecho. Luciano frunció el ceño —Espero que sean pruebas reales. Héctor acercó la cámara y a través de la pequeña pantalla le mostró a Luciano el breve video, donde Salma Virtz se besaba apasionadamente con un hombre que no era él. Cuando terminó el video un silencio se cimbró entre todos los presentes. Luciano asintió con la cabeza —Gracias, Héctor, por grabarlo —dijo mirando al joven, luego miró a Sol—. Después hablaré contigo, ahora tengo algo que hacer, permiso. Luciano dio media vuelta y se fue al estacionamiento para irse en su auto. Los chicos celebraban haber aclarado aquella situación, todos, menos Sol quien no estaba feliz. Se apartó un momento para encontrarse con Mine —Sol, no llores, todo se resolvió, ese hombre no tendrá más opción que pedir perdón, ¡Por bruto! —dijo Mine —No me importa, ni el perdón, ni nada de eso, no puedo sentirme feliz. Lo dijo Vanessa, él no me quiere aquí, no me soporta. —¿Y sabes por qué? Sol la miró negando —Es por lo que siente —dijo Mine y Sol la miró con extrañeza—. Ese hombre está loco por ti. —¿Qué? —dijo Sol sin entender sus palabras —¡Pues!, que le gustas, estás moviendo todo su mundo y no quiere aceptarlo —luego Mine se echó a reír —No es cierto. —Claro que sí, pero, no es el único enamorado, ¿Verdad? Sol la miró con el rostro asustado. —Yo no sé nada. —Tú estás enamorada de él, lo que no sabías, pero ahora sí, es que él va por el mismito camino que tú. —Él no ha dicho nada. —Pero, no necesita decirlo, eso se le nota en la mirada, créeme si los ojos hablaran de amor, los de él ya gritarían cada vez que te ven. Aquellas palabras de Mine sembraban una esperanza en el corazón de Sol, la chica intentaba no darles fundamento, cada vez tenía más miedo, porque sus sentimientos por Luciano crecían y no quería engañarse con un amor imposible. Sol había caminado varias cuadras lejos de la academia. Llevaba su maleta que pesaba, era extraño sentirse sola en las calles, pensaba que pese a todo era una huérfana y no debía tener ese sentimiento incómodo con la soledad, debía estar acostumbrada a ello. Ahora solo quería tomar el tren rumbo a Pueblo del Norte y regresar a la colina de Chaise, del hogar donde pensaba que nunca debió salir. Era de noche, casi iban a dar las diez y hacía frío, además comenzaba a llover, primero ligeramente, pero después la lluvia comenzó a empapar toda la ciudad. Sol estaba ahí, bajo la lluvia, lo único bueno era que ya nadie podía diferenciar su llanto de las gotas de lluvia. No quería volver a AEL, quería irse y olvidar todo lo vivido, seguro jamás lo haría, pero por lo menos conservaría buenos recuerdos, en cambio sí se quedaba no tenía claro como enfrentaría ese amor que estaba naciendo en su interior y que ya no podía controlar —¡Sol! Ella escuchó una voz que decía su nombre, cuando se volvió encontró a Luciano quien la llamaba desde su camioneta con la ventanilla baja. Sol se quedó sin aliento y le miró con una expresión triste, cuando el hombre hizo una seña de que subiera, la chica no tuvo valor, no quería estar ahí y luchar contra su impulso, dejó sobre el suelo aquella maleta y se echó a correr como alma en pena. Luciano la miró confuso, abrió la puerta del auto, tomó la maleta de la chica y la metió dentro de la camioneta, la cerró de prisa y salió corriendo para alcanzar a Sol. Corrió tan rápido que alcanzó a la joven varias calles adelante, sujetó su brazo para hacerla volver a él, pero ella se soltó con habilidad —¿Qué quieres? —preguntó Sol con desespero —¿Qué sucede contigo?, mira cómo estás —dijo refiriéndose a la lluvia—. Hace demasiado frío, estás temblando, volvamos al auto, te llevaré a la academia. —¡No volveré!, ya me expulsaste. —Es un malentendido. —Contigo todo es un malentendido. Pero, ya no más, ahora déjame tranquila, he dicho que ya me voy. Eso también lo querías, no tenías que pedírselo a Vanessa, lo hubieras dicho de frente, al final hubiera obedecido, ¡No le ruego amor a nadie! —dijo dándose la vuelta, Luciano la volvió hacia él —Lo siento, discúlpame si te he ofendido. Sol le miró con sorpresa y vulnerabilidad, intentaba no mirarlo, era imposible —Todo está olvidado —dijo ella con suavidad —Bien, volvamos. —No. Luciano la miró esta vez con molestia —¿Qué? —No volveré, es lo mejor, que yo me vaya. —¿Pretendes que te ruegue? —dijo desafiante —Tú jamás me rogarías —dijo ella con dolor Él la miró fijamente y ella sostuvo su mirada con valentía —Por favor, vuelve a la academia, vuelve junto a mí —dijo Luciano con una voz tan pacífica que Sol se estremeció —¿Cuántas máscaras más hay en ti? Luciano la miró confundido —He visto tantas, que no sé quién eres tú —Sol tenía los ojos al borde de las lágrimas, mientras la lluvia se detenía. —No sé de qué hablas —dijo Luciano mirándola con dulzura —¿Cuál de esas máscaras es la real? ¿Alguna vez serás tú mismo? —preguntó Sol, y acarició con la yema de sus dedos el rostro de Luciano, humedecido por la lluvia, él cerró sus ojos al tacto, dejándose llevar por la suave sensación que aceleraba su corazón, Luciano acercó la mano de sol a sus labios rozándola con ternura—. ¿Puedes ser el verdadero Luciano para mí? Luciano asintió, estaba perdido en su mirada, quizás no tenía consciencia de lo que estaba diciendo o haciendo, tomó el rostro de Sol y besó sus labios. Ella correspondió fundiéndose en un beso lleno de dulzura y amor creciente. Mientras el par de amantes se besaban rindiéndose al amor, no se dieron cuenta de que Vanessa, Franco y Manuel Justas, iban a bordo de un auto, buscando a Sol. Entonces se detuvieron a unos metros de distancia, observando perplejos aquella impactante escena.
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