Capítulo 18: La oscuridad se esconde detrás de la luz

1139 Words
Bethany miro hacia abajo, por las escaleras que llevaban al sótano, solo podía ver un liso piso de cemento, iluminado por unas fuertes luces blancas, los ladridos del canino se habían intensificado, y su nariz captaba un extraño olor, fue bajando los escalones con despacio, con su arma lista en caso de encontrarse con algo extraño.   Al terminar los peldaños, supo de inmediato que algo estaba mal con ese lugar, para comenzar en los extremos de la habitación se podían apreciar jaulas, como para animales, en una de ellas se encontraba el pobre animal, ladrando desesperado, se acercó a él para tratar de calmarlo, pero este retrocedió con pánico, se agachó al lado de la jaula tratando de entender que sucedía, había cuatro jaulas, dos en cada punta del sótano, una lámpara industrial colgaba del techo, al lado de las escaleras se hallaba un escritorio, con una portátil, algunos cuadernos y otra lámpara, este tipo tenía un fetiche por la luz.   Se puso de pie y registro un poco los papeles del escritorio, eran cientos de diarios personales, no los leyó detalladamente, solo las fechas principales, no comprendía para qué era ese lugar, noto una gaveta en el escritorio y la abrió, encontró bolsas de basura, perfectamente dobladas, lo estreno fue que en cada bolsa tenía un tirro blanco adherido a ella, con nombres, ella las saco y contó al menos veinte pliegues, con un nombre cada una.   Algo no estaba bien, un escalofrío la recorrió de repente, pensó que era una mala intuición, pero no, realmente un aire estaba acariciando su espalda, se volteó temerosa de que tuviera a alguien detrás de ella, pero no fue así, el aire provenía de una de las paredes del sótano, dejo las bolsas en el cajón, y se aproximó al lugar donde la ráfaga se colaba dentro, detecto una puerta secreta.   Busco por la pared alguna ranura que le permitiera acceder al próximo cuarto, si es que había un cuarto, quizás la puerta secreta solo sabia hacia el jardín, pero lo dudaba mucho porque estaba en un sótano después de todo, quizás encontrara nada más que tierra detrás.   Fue capaz de abrir la rara puerta, tras esta hallo un pasillo, uno muy oscuro, pero noto una pequeña luz destellando a lo lejos, era como la luz de un televisor, se adentró y caminó dudosa, llego a un punto en el que el pasillo se terminó y entro a otra estancia, donde unas luces automáticas se encendieron.   No estaba para nada preparada para lo que encontró, de hecho se quedó tan congelada por el pánico que siquiera pudo gritar, la única señal del terror que experimentaba, era sus ojos abiertos como platos, la respiración agitada, y la tensión que recorría su cuerpo.   Era una sala de tortura, en la mitad de la habitación se hallaba una camilla, parecida a las que utilizaban los odontólogos, estaba rodeada por un transparente plástico, o al menos creía que fue transparente, porque en ese momento estaba lleno de sangre, sangre seca, y para rematar el terrorífico aspecto, había varias pantallas de computadoras, con imágenes grotescas, mostraban la tortuosa muerte de personas, asesinatos, además las paredes estaban llenas de sierras, hachas mazos, esposas, armas, y un sinfín de equipos letales, Betty se volteó con ganas de vomitar, este lunático era un asesino.   Sosteniéndose de las paredes del pasillo salió corriendo de esa temible estancia, cuando llego a la luz blanca se derrumbó en el suelo tratando de meter aire en sus pulmones, cerró la puerta nuevamente, presa del pánico, sentía como si alguien saldría de allí en cualquier momento.   Tomando valor se puso de pie, nuevamente rebusco en el escritorio, comenzó a leer los diarios desesperada, y fue cuando lo noto, era un registro de muertes, detallado y horrendo, sintió la necesidad de ver las bolsas nuevamente, allí estaba, una de ellas tenía su nombre, pero no solo el de ella, también el de Cole, y el de Callaghan y Cesar, retrocedió de golpe, enredándose con la silla tras ella, nuevamente en el suelo trato de pensar con claridad.   Pero se estaba ventilando, un horrible pavor recorría su cuerpo, trato de abrazarse a sí misma, recordaba que su psicólogo le recomendó ese ejerció para darse valentía, estaba segura de que le estaba dando un ataque de pánico, porque no podía respirar, por más que lo intentara, pero algo la hizo despertar de su miedo, Cole…   Cole estaba arriba con ese lunático, y ella necesitaba salvar a su amigo, tenían que irse, corrían peligro allí, trato de ponerse pie, sosteniéndose del frío escritorio, fue hasta ese momento que reparo en el frío del lugar, parecía un congelador. Hizo una palanca con el escritorio y la silla, porque la fuerza de sus piernas parecía abandonarla, pero no podía darse por vencida, cuando finalmente logro pararse en su totalidad, uno de los diarios se cayó al suelo, recogiéndolo leyó un extracto sin querer.   “La policía me puso un apodo, finalmente reconocer mi trabajo, aunque no me agrada demasiado como se refieren a mí, después de todo estoy librando a la ciudad de las escorias que se apoderaron de ella, pero, en fin, solo me resta decir que…”   “Yo soy el basurero”.   Es él, pensó Betty, él es quien está aterrorizando la ciudad, y ella tenía que estar justo en su calabozo del terror, enterándose de que ese tipo planeaba matarla a ella, al resto de su familia y al único amigo que le quedaba.   Asher, pensó de repente, busco entre las bolsas, pero no logro encontrar su nombre, algo dentro de ella se calmó, él estaba fuera de peligro, al menos eso lo tranquilizo, era ridículo que, en una situación como ella, tuviera tiempo de pensar en él, pero el amor en ocasiones te hacía estúpido, el verdadero amor se sacrificaba por el otro, y no buscaba herir a la persona a la que le profesabas devoción.   Sacudiendo la cabeza para olvidarse de Asher, se alejó del escritorio, decidió soltar al perro, porque su alama no le permitía dejarlo allí corriendo peligro, abrió la jaula y el animal la abandono lentamente, pero ella no se quedó a ayudarlo, subió los escalones de dos en dos, necesitaba ver a Cole, confirmar que estaba bien.   Y su alivio llego cuando los descubrió en el mismo lugar en que los dejo, Cole sano y a salvo, el delincuente, o el basurero, la observo con una fingida santurronería, sabía que lo descubrió y no le importaba, vio la sonrisa en el extremo de sus ojos, ella quiso tomar su arma y acabar con él, pero no se rebajaría a su nivel.   Su plan inicial era tomar a Cole y salir corriendo lo más lejos de allí, pero necesitaba respuestas, quería conocer la verdad, e iba a hacerlo. 
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