Llegamos al club, allí estaban sus amigotes, Carlitos y Tony; Estefanía los acompañaba. Siempre solia ponerme algo incómoda la presencia de Tony, pues nunca perdía la manía de mirarme libinidosamente. Me acerqué y los saludé: –¡Hola! Él sonrió, me miró de pie a cabeza y lamió sus labios. Aquello me provocó una extraña sensación de enojo. Saludé a Estefania con un beso y me senté a su lado, de espaldas a las miradas e insinuaciones sádicas de Tony. Ellos como siempre hablaban a vox populis y reían estrepitosamente. Convidé a Estefania para ir al bar por un par de cervezas y alejarnos de la vulgar actitud de nuestros esposos. Tengo por cierto y creo en que algunis eventos de nuestras vidas ocurren para ponernos la verdad en frente. Yo conocía a Rstefania desde que era novia de Carlos