FELIPE Decidimos dejar el Hostal temprano por la mañana, después de una noche llena de amor, caricias y mucho más, lo que nos mantuvo despiertos hasta la madrugada. Tomamos desayuno en una de las cafeterías que quedaba en la costanera con vista al mar, compramos unas botellas con agua, algunas frutas y nos fuimos a la playa. —Me hace tan bien el mar… —dice Emilia mirando el horizonte y restregando sus pies en la arena. —A mí también, amor, será una buena recarga de energía, ya verás como inicias bien tu nuevo año de vida —digo, mientras le dejo un beso en el hombro y ella sonríe. —Mientras estés a mi lado, mi año será siempre maravilloso —Me acaricia el empeine del pie y su contacto me genera esa electricidad que no se sabe cómo explicar. —Pero este año será distinto, amor, porque y