Esto es guerra

1483 Words
6 ESTO ES GUERRA   —Ses examens…déprimants...—decía madeimoselle Amelie, observé como unos asientos más adelante, Betty rodaba los ojos y se dejaba caer dramáticamente en la banca.   Ya había pasado una semana desde la última vez que hablé con ellos, Betty el primer día después del episodio en la cafetería había querido sentarse en la banca junto a mí, pero al ver que yo me giraba hacia la ventana en toda la clase y no le dedicaba ni una sola mirada, se había dado por aludida y no siguió intentándolo.   No era por ser antipática o rencorosa, fácilmente yo me olvidé de todo el asunto, ni siquiera podía llamar "discusión" a  lo  que  tuve  con  Derek,  solo que no quería poner en una situación difícil a Betty con él. Era obvio que los dos teníamos formas muy diferentes de pensar y sobre todo de actuar. Derek había dejado en claro su postura y yo la respetaba, aunque seguía pensando que era un cobarde.   El timbre sonó para anunciar el final de la clase y justo cuando estaba recogiendo mis cosas, madeimoselle Amelie me pidió que me quedara unos minutos.   —Félicitations. —Me entregó mi examen, que había puesto unos días antes para evaluar nuestro progreso, en el un A++ estaba escrito con marcador rojo. —Merci —respondí, doblándolo sin cuidado alguno y metiéndolo en mi mochila. Esto no pareció molestarle a ella, pues seguía con sus labios llenos de labial rosa chicle estirados en una arrugada sonrisa. Incluso sus dientes estaban rosas.   Me despedí de ella con un asentimiento de cabeza y salí del aula. No solo se maquillaba demasiado, también usaba la misma cantidad de perfume y no era de uno agradable.   —¡Emma! —Con un suspiro, me detuve y esperé a que Betty se acercara. —¿Sí? —pregunté amable. ¿Ven como sí podía serlo? —¿Has visto a Derek? —Incliné la cabeza desconcertada. —No veo por qué debería de haberlo hecho. —Comencé a caminar por el pasillo y ella obviamente me siguió. —Es que no le he visto en toda la mañana, y Matt dice que lo vio entrar a su primera clase, pero después en la segunda, que tienen juntos, él ya no ingresó ¡Y es Derek! ¡Él nunca, de los nunca se pierde una clase! De hecho, hubo una vez que tuvo 38°C de fiebre y aun así él se negaba a quedarse en su casa, su madre tuvo que... —Betty. —Levanté mi mano y paré su monólogo, estaba empezando a divagar—, ve al punto, ¿quieres? —¡Oh, cierto! Estamos preocupados por él. El jueves tuvo un inconveniente con Dante, él había dejado de molestarlo. Ya sabes, desde que pareces ser su nuevo objetivo... —Se tapó la boca y me miró arrepentida, lo deseché con un gesto y la anime a que continuara hablando—. Bueno, Dante le metió el pie y lo hizo tropezar, pero Derek sostenía una bebida y la derramo en él... —¿Y que hizo él? —pregunté deteniéndome frente a una máquina expendedora y apretando las teclas para comprar una coca—cola.   Realmente, no quería que ella viera que había captado toda mi atención.   —¡Nada! —respondió, su ceño arrugándose con preocupación—. Bueno, además de decirle unos cuantos insultos, pero es todo. —¿Y piensan que Dante pudo haberle hecho algo? —Ella me miró con clara expresión de "duh". Bien, hasta yo admitía que había sido una pregunta tonta—. Estaré al pendiente por si lo veo.   Ella cabeceó en mi dirección y se fue preocupada. Tomé mi lata de coca-cola y decidí saltarme el almuerzo, en lugar de eso me dirigí hacia afuera, había visto unos grandes árboles que podían brindar de una confortable sombra, hacia suficiente calor como para resistirse a salir fuera.   Iba distraída pensando en la situación de Derek, que no me di cuenta que caminé directamente hacia un par de pies colgados, hasta que mi frente chocó con ellos. Espera... ¿Pies colgados? Palidecí mirando aterrorizada hacia arriba en el árbol, para encontrar a un chico colgado de él, no solo a un chico.   Derek.   El alivio me inundó inmediatamente al ver que él me regresaba la mirada avergonzado desde arriba, y fue cuando noté que no estaba colgado como colgado, si no que la soga la tenía alrededor del estómago y cintura, formando de él una especie de piñata humana.   —Hey —murmuró con un patético saludo de su mano. —¿Qué mierda...? ¿Qué haces allá arriba? —Bueno, tú sabes, solo pensé "Hoy es un buen día para estar colgado de un árbol". —No te queda el sarcasmo, Wells —respondí, dándole un trago a mi refresco, ahora que sabía que no estaba realmente en peligro él incluso se veía gracioso—. Así que Dante, ¿huh? —Sí —suspiró avergonzado—. Eran tres contra uno, no tuve oportunidad.   Dudaba que aunque hubiese sido solo Dante, él la hubiera tenido. Solo había que mirar la contextura de ambos chicos para saber quién sería el perdedor, y no decía que Derek fuera debilucho, si bien los dos casi se igualaban en la estatura, Dante obviamente era mucho más musculoso.   Hey, está bien, yo le insinué que era un cobarde y que dejara de huir, pero no solo con violencia se resuelven los problemas, Derek era más inteligente que eso.   Gran analogía para alguien que está dispuesta a ir a la guerra.   —¿Va-as a ir por a-ayuda? —tartamudeó inseguro. —Chico piñata, déjame decirte que la ayuda llegó. —Dejé la lata de coca-cola, y mis cosas en el césped, trepé al tronco del árbol ayudándome con las ramas. Me puse a horcajadas de donde Derek estaba suspendido y miré las múltiples vueltas alrededor de la rama y el gran nudo que sujetaba todo—. Vaya, quien quiera que haya hecho esto, fue un buen scout. —¿Qué... qué estás haciendo? —preguntó evidentemente alarmado, en cuanto vio que sacaba de mí bolsillo una navaja suiza. Era una lástima cortar tan buena cuerda, pero el nudo estaba tan apretado que no había de otra. —Relájate, no tenses el cuerpo o el golpe te dolerá más —aconsejé mientras deslizaba el filo por la soga. —¿Qué gol...? ¡Ay! Dios... —¡Mi refresco! —me quejé cuando vi que Derek aterrizaba sobre él, derramándolo. Supongo que no calculé eso. —¿Tu refresco? —gimió indignado retorciéndose en el piso—. ¡Pudiste haberme avisado! —Te dije que te relajaras. —Eso no es... ¡j***r! —gimió apretándose el costado. Me mordí el labio, contemplándolo desde arriba, tenía que revisarlo para ver si no se había roto algo con la caída. Sus chillidos eran tan fuertes que así lo parecía.   Quizás no fue tan buena idea.   Salté de la rama, aterrizando en cuclillas sobre el césped, y sin pensarlo me acerqué hasta Derek, levantando su camisa en busca de algún hematoma o una señal que me indicara su lesión.   —¿Qué crees que haces? —chilló agudamente tratando de bajarse la camisa. —Tranquilízate, no voy a violarte, ya quisieras —gruñí—. Ahora quédate quieto — Con mis dedos palpé cuidadosamente su costado derecho donde una minúscula manchita morada comenzaba a aparecer. El moreno se quedó asombrosamente quieto, tenso me atrevería a decir, respirando superficialmente mientras yo inspeccionaba su abdomen.   Comprobé lo que ya había supuesto antes, Derek no era musculoso, pero tampoco flacucho. Un adolescente normal, su piel era suave y cálida bajo mi tacto y verifiqué aliviada que no tenía fractura alguna, solo era el golpe.   —Todo está bien, ponte pomada para el dolor y quizás tómate un ibuprofeno, eso ayudará. —Gra... gracias —tartamudeó bajándose inmediatamente la camisa y sonrojándose hasta la raíz de su cuero cabelludo. —No fue nada —respondí incómoda.   ¿Y ahora qué?   —Creo que te debo una disculpa. —Dijo con un suspiro. Iba a interrumpirlo, pero él levanto una mano para que no lo hiciese—. Créeme cuando te digo que no suelo ser tan desagradable como el otro día, no acostumbro actuar de esa forma y menos con una chica, mi madre estaría terriblemente avergonzada de mí. Nunca fue mi intención el hacerte sentir que no eras bienvenida a nuestra mesa, o a nuestro grupo para el caso… digo, no estamos tampoco como para ser selectivos —Se río incomodo —Es solo que... bueno, Dante es una persona con la cual no se puede razonar y como verás él puede aplastarme cuando quiere... por eso trato de evitarlo. —Entiendo tu punto, pero no por eso estoy de acuerdo con ello. —Ni siquiera yo estoy seguro ya de estar de acuerdo con ello. —¿Qué quieres decir? —pregunté mirándolo atentamente. Él sonrío tímidamente. —Si aún estás dispuesta, me gustaría que te mantuvieras cerca de nosotros. —¿No más huir de él? —pregunté recelosa. Él negó con la cabeza y yo le devolví la sonrisa radiante—. De acuerdo. —Esto será la guerra —murmuró resignado. —Tranquilo chico, afortunadamente para ti estoy entrenada para ello. Pero primero, me debes un refresco.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD