Distancia

1367 Words
5 DISTANCIA   —Escuché que hubo todo un revuelo en la clase de educación física —anunció Betty alegremente nada más al sentarse en la silla—. Toda la escuela está hablando de ello. —¡Fue estupendo! ¡Debieron verlo! —exclamó Matt. Le lancé una mirada a Derek que había llegado junto con Betty y su cara estaba seria —¡Emma estaba como... wow! ¡Y luego Dante como… pfff! ¡Y ella lo hizo picadillo y Dante se fue llorando y...! —Suficiente, Matt —murmuré, cuando noté que todas las miradas de la cafetería se estaban dirigiendo a nuestra mesa. Murmullos llenaban mis oídos cada vez que alguien pasaba junto a mi silla que era casi todo el tiempo.   Si hubiera sabido antes que se armaría tanto alboroto no hubiese aceptado la provocación del rubio.   Sí, claro.   —Pensé que habías dicho que te alejarías de él —murmuró Derek en voz tan baja que casi no lo oí con todo el ruido de la cafetería. —Tú asumiste que lo haría, yo no dije nada —respondí tranquilamente.   Matt, que cuando escuchó a Derek hablar se había quedado tan serio como él, volteó a verlo sorprendido.   —¿Qué te pasa, Derek? Es la primera persona que pisa esta escuela que se atreve a hacerle frente a Dante sin dejarse intimidar. ¿Tú lo intentaste una vez, recuerdas? —preguntó en voz baja. —Sí y… ¿A dónde nos llevo eso? —contraatacó el moreno con evidente sarcasmo. —Actualmente no puedo ni ir al baño sin antes comprobar dos veces el pasillo, de otra forma acabaría con mi rostro en el agua y no me refiero a la del lavabo.   Bien, ahora eso sí que era triste.   —Bueno, chicos —interrumpió Betty dándole un sorbo a su jugo de arándano, tratando de sonar indiferente—, parece que Derek ya no tiene por qué preocuparse en seguir siendo su chico predilecto—. Seguimos su mirada y vimos que el susodicho iba haciendo su gran entrada junto con su séquito de zombis engominados y las jokers, lo primero que hizo fue rastillar el lugar con su mirada hasta que se posó en mí.   Tuve la tentación de sonreírle, pero mi atención fue desviada a los chicos nuevamente, cuando escuché que reanudaban su plática.   —Ese es el problema—dijo Derek preocupado—. Habíamos logrado que su atención en nosotros disminuyera un poco—fruncí el ceño recordando en qué situación había conocido a Derek—. No mucho, pero un poco—continuó él, como si adivinase mis pensamientos.   La frustración corrió por mis venas y quise gritarle que dejara de ser tan cobarde, que tuviera los pantalones de enfrentarlo de una buena vez y se dejase de seguir huyendo. Pero enseguida recordé que yo ya no estaba en Inglaterra ni mucho menos en el internado militar, que aquí quizás las cosas se manejaban diferente y yo era la extraña que había venido a cambiar el curso de las cosas.   —Pero, Derek... —Él tiene razón —interrumpí a Matt—. Ustedes no tienen por qué verse nuevamente implicados en todo esto, ni siquiera me conocen. —Le di el último mordisco a mi pizza fría y aguada que probablemente había visto días mejores—. Fue un... gusto. —Tomé mi mochila y la bandeja del desayuno. —Espera, Emma, yo no quise decir que tuvieras que irte... —exclamó Derek mortificado. —No te preocupes, no tienes que hacerlo —dije con falsa indiferencia. —A diferencia de lo que pareces pensar, si sé cuando emprender la retirada de un lugar.   Era mas que obvio para mí que Derek se encontraba incomodo con mi presencia en la mesa y pues bueno, ante todo la dignidad y el orgullo, señores, y yo no iba a dejar que un chico que apenas había visto ayer hiriera ninguno de ellos.   —. Nos veremos por ahí.   Tiré en la basura el plato desechable donde venía la pizza y dejé la bandeja en su lugar sintiendo en todo mi recorrido como las miradas y los murmullos me seguían, dos miradas más penetrantes que todas las demás y ambas venían de opuestos lugares de la cafetería.   ….     —¿Te estás adaptando bien? —Hice una mueca. —Coronel, defina el significado de bien —escuché como al otro lado de la línea John Russell se carcajeaba, sonreí automáticamente, era tan agradable escuchar una voz familiar y Dios, lo extrañaba mas de lo que pensé.   —Emma Bennett, espero que no estés causando problemas en América—riñó tratando de sonar serio. —Por supuesto que no, ¿qué de divertido hay en eso? —respondí con falsa ofensa. —Voy a fingir que te creo, no quiero ni pensar en lo contrario. Eres igual a tu padre. —Suspiró. La línea se llenó de un denso silencio y mis ojos se aguaron, él carraspeó y reanudó la plática preguntándome por mis clases, pero realmente no había mucho que contar. —Los chicos están como locos —dijo después de un rato—. Te extrañan mucho. —Sonreí con nostalgia. —Yo igual los extraño, las cosas no son lo mismo sin ellos, todo es tan diferente aquí. Mándales mis saludos, por favor. —¿Por qué mejor no se los das tú misma? —Confundida escuché gritos al otro lado de la línea y un fuerte sonido que me aturdió como si hubiesen dejado caer el teléfono. —¡Emma! —la ronca voz del gran Dan me saludó y en automático una sonrisa boba se plasmó en mi cara—. ¿Ya les has enseñado a esos americanos lo que es un verdadero inglés?   Estuve alrededor de quince minutos más hablando con los chicos, estaba el gran Dan, Rose, una de las pocas chicas que había en el internado y con la que más hablaba, Thomas o Tommy, el chico más loco que había conocido y no en sentido figurativo, el literalmente una vez se había apuñalado un dedo solo por presumir su nivel al dolor. Jasper que a diferencia de Tommy era muy serio, jamás lograbas sacarle más de cinco palabras seguidas a excepción de que no hablaras de estrategias o coordenadas y por último estaba Anthony.   —¿Cómo te encuentras? —preguntó Anthony. —Muy bien, aunque la comida de la cafetería es un asco, pero no me he indigestado, por lo que podría ir peor. —Suena algo que prepararía mi madre…pero sabes bien que no pregunte eso. Quiero saber realmente como te encuentras, me mata el hecho de que estés tan lejos a tan poco de su perdida. —Suspiré resignada, Tony siempre había podido leerme tan fácilmente que no era de sorprender que pudiera hacerlo aun si había un mar de distancia entre nosotros.   Era un gran amigo, el más leal y valiente de todos los cabos, el primero en su rango. Por lo que me había preocupado mucho que las cosas se pusieran muy incomodas después de romper nuestro corto compromiso. Era bueno saber que aparentemente todo seguía igual con él.   —Sobrevivo, si es lo que quieres saber. —Aguanta, campeona, la mejor y más guapa soldado de Inglaterra no se va a dar por vencida, ¿verdad? —fue algo bueno que él no pudiera ver cómo me sonrojaba. —Nunca. —Respondí en voz baja.     …   —Emma, te llegó un paquete —dijo Susan en cuanto bajé para cenar.   Levanté la mirada de golpe extrañada hacia ella, pero inmediatamente la tuve que desviar a un punto encima de su hombro. Dios, son tan iguales   —. Lo dejé en la mesa. —Gracias. —Salí pitando de ahí ansiosa por escapar de ella y de su imagen.   Encima de la mesa había un paquete rectangular envuelto en papel canela, lo rasgué y descubrí una Mac nueva en el interior junto con una nota.   Porque cada soldado necesita sus armas para ir a la guerra.  —Tony. Pd. Diviértete en América, aunque no tanto, queremos que vuelvas Y de ser posible sin estar embarazada. —El gran Dan.   No pude evitar reírme y sentirme conmovida, era un gran detalle y se sentía tan raro, pero a la vez tan liberador volver a reír después de semanas de no hacerlo.   Y si en algo tenían razón es que esta era mi batalla y no me iba a rendir.                              
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