Presentación

1119 Words
—Debo irme—le anuncio el abogado al momento de soltar un suspiro, él también estaba nervioso por todo el asunto y es que aquel juego enfermo no era exactamente algo legal, pero tampoco era del todo ilícito, puesto que en el juego de la reina roja estaban implicadas personas muy poderosas, hombres y mujeres que no permitirían que cualquier entrometido les arruinara su negocio— pero antes, aquí tienes mi tarjeta. El hombre sacó una tarjeta blanca que tenía escrito en letra cursiva su nombre y su número de contacto. En la tarjeta se podía leer el nombre: Jacques Petit Ese nombre no evocó ningún tipo de memoria en Avery, pero por la forma en como la trato aquellos pocos minutos, ella quería creer que podía confiar en él, aunque quizás no debia hacerlo tanto, no mientras, no lo recordara, pero interiormente oraba porque pronto sus memorias volvieran. —En cuanto recuperes tu memoria y necesites de mí—le expreso sin darle muchos detalles, puesto que había oídos de más en esa habitación, oídos que podían mal interpretar las palabras de su abogado. Avery asintió, pero enseguida uno de los conejos se la arrebato de las manos y a pesar de que llevaba una máscara en su rostro, miro con desdén al abogado por haber revelado su nombre sin autorización. El juego de la reina consistía en diferentes tipos de reglas, en las cuales consistían en mantener a cada dama alejada del mundo con el propósito de que los juegos forjaran su carácter y sacaran la mejor y la peor parte de ellas. El abogado sintió un escalofrío recorrerle su espina dorsal, pero no dijo ni hizo nada cuando el guardia con máscara de conejo rompió la tarjeta en varios pedazos para después dejarlos caer frente a él como advertencia. Ahi nadie tenía misericordia ni tampoco ningún tipo de benevolencia, pero por ser la primera participación de aquella dama Alicia, lo dejaría pasar por esa única vez, puesto que el juego ya había comenzado y su única conexión con el mundo exterior era aquel hombre. Avery no pudo evitar ver los pedazos caer hacia el suelo, ya que desgraciadamente, no había guardado en su memoria su número de teléfono, aunque en realidad no sabia si podía tener acceso a uno para poder llamarlo. El abogado, al final solo tomo su maletín y le dio la espalda a Avery dejándola sola a merced de todas esas personas, que para bien o para mal estaban ahí para cumplir una única orden, mantener a la dama Alicia en aquella habitación, hasta que su comprador llegara para informarle las reglas, así como los términos y condiciones del juego de la reina roja. Cuando el abogado salió, Avery se levantó de su asiento, puesto que los conejos le informaron que debían arreglar la habitación para su presentación con su comprador. Uno de los conejos la situó cerca de la puerta, mientras la tomaba del brazo con fuerza, mientras los demás, retiraban la mesa y la silla, movían la cama y cerraban la cortina, así como encendían luces de color rojo y colocaban pétalos de rosas por toda la habitación. Al terminar, la habitación lucia tal y como si estuviera destinada a una pareja recién casada. Así que Avery intuyo que muy probablemente, aquel sujeto que había pagado tanto por ella, iba a poseer su cuerpo esa misma anoche. La idea le provoco ansiedad y miedo, incluso sus manos comenzaron a sudar cuando el guardia que la sujetaba la guio hacia la cama, y la obligo a recostarse. Aquella mujer que había entrado para auxiliarla minutos atrás, finalmente se acercó a ella para perfumarla y retocarle su maquillaje mientras los demás, colocaban una cámara frente a ella. Todo indicaba que esa primera noche sería filmada, quizás para satisfacción de otros. Avery quiso ignorar esa cámara por su propio bien mental, así que cerro los ojos e intento relajarse esperando que lo que tenía que pasar pasara lo más rápido posible, pero mientras ella trataba de concentrarse, la mujer que había estado arreglando su cabello, le dejo algo en la mano, una especie de labial, aunque era claro que no lo era, puesto que tenía botones. Abrió los ojos inmediatamente y miro la máscara de la mujer esperando que pudiera darle respuesta del porqué le había dado eso en sus manos, pero la chica no dijo nada y solo se alejó cuando termino. Tanto ella como los demás conejos permanecieron ahí por varios minutos hasta que finalmente alguien llamo a la puerta dando ligeros toques a la puerta. El conejo que estaba próximo a esta, la abrió y enseguida un hombre levanto una tarjeta dorada, la muy anhelada tarjeta de compra y la cual indicaba que había comprado a una chica. El conejo la tomo y con un escáner que guardaba en uno de los bolsillos de su chaqueta, lo analizo para verificar que él era el comprador y cuando la pantalla la marco como válida, el conejo le permitió la entrada y enseguida trono los dedos para que todo el mundo se retirara de ahí, puesto que la presentación finalmente daría comienzo. El hombre que había pagado tanto por ella, había sido aquel hombre que había visto en el balcón. Aquel atractivo hombre que había aparecido en las visiones de Avery, pero ella no lo supo, ya que había decidido volver a cerrar los ojos para no ver a ese hombre. Su cuerpo estaba tensón y bastante recto sobre la cama, aunque había tomado algunos pliegues de la manta debajo de ella como apoyo, para poder tolerar que un desconocido tocara su cuerpo. Él lo notó, pero no dijo nada, no lo tenía permitido. Lo único que podía hacer, era encender la cámara para poder registrar la presentación de ese estúpido juego al que había decidido jugar junto con Avery con tal de poseerla. Se sentó en la silla que estaba detrás de la cámara y luego de oprimir el botón de encendido, observo a Avery sin decir nada los primeros segundos. Medito en silencio aquellas últimas palabras que Avery le había dicho la última vez que se habían visto las caras: "No quiero que te metas en mi vida, así que alejate de mí. Depravado" El sombrerero loco, ese había sido el sobrenombre que le habían dado al aceptar jugar. Un nombre que le quedaba bastante bien ante esa extraña, aunque muy conveniente situación. Luego de un segundo, sonrió al recordar las palabras de Avery, en específico la palabra "Depravado" había hecho muchas cosas malas, pero depravado no era una de ellas; sin embargo, por esa noche y mientras ese juego durara, le demostraría que tan depravado podía llegar a ser.
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