Curiosidad

1058 Words
—¿Recuerdas tu nombre?—pronuncio el sombrerero rompiendo el silencio y esa voz profunda estremeció a Avery. Ella se quedó en silencio mientras pensaba que decir, no sabia si era una buena idea revelar su nombre o admitir que lo había recordado, puesto que no quería confiar en nadie en ese lugar, todos parecían estar completamente locos. —N-no—mintió pensando que lo hacía por su propio bien. —Bien—sonrió el otro complacido, puesto que mientras Avery no recordara su pasado con él, podría jugar un poco más con ella ese extraño juego al que ella misma se había inscrito. Era algo que no había comprendido de Avery, pero no estaba dispuesto a permitir que alguien más la tocara y no solamente porque había trabajado para su familia durante mucho tiempo, sino porque sentía algo por ella, por supuesto sabia que no era amor, sino algo más fuerte, atracción— de ahora en adelante, serás mi reina y deberás responder a ese nombre cada vez que lo diga. Avery asintió mientras oprimía aquel extraño labial en su mano, objeto que enseguida fue visible para el sombrerero. Ver el objeto le hizo esbozar una sonrisa aún más amplia. —¿Sabes que es lo que pasara ahora?—pregunto, aunque bien sabia que ella no tenía idea de nada, la pobre debia estar bastante asustada y confundida, pero para eso era la presentación. Para que los compradores causaran impacto sobre el producto que habían adquirido y desde ese mismo instante comenzaran a moldear a sus damas a su antojo. —N-no—respondió Avery con la mirada sobre el techo, ahí había un espejo amplio por el cual se podía ver a sí misma. Había abierto los ojos porque temía no ver el momento en que ese hombre se le acercara, temía no poder controlar todas las emociones de su cuerpo y terminar alertando a esos estúpidos conejos con un grito. Tenía mucho miedo, pero al final había encontrado un lugar seguro, ese espejo desde el cual se podía observar a sí misma y también el cuerpo de aquel hombre aunque no su rostro. —Esta noche te vamos a presentar como candidata—expreso aquel hombre sin nombre al que debia referirse por el sombrerero, pero esas palabras no le dijeron nada, ya que no entendía del todo que estaba pasando. ¿Candidata para qué?—no lo recuerdas ahora, pero tú, por tu propia voluntad deseaste participar como una concursante para convertirte en la reina roja, un título que muchas mujeres pelean, pero solo una obtiene. —¿Q-que obtendré yo de todo esto?—expreso Avery con voz nerviosa después de escucharlo hablar, pero tampoco nada de lo que le dijo la impresiono mucho, ya que ella ya había llegado a esa conclusión, que esta ahí por voluntad propia, aunque no entendía exactamente el porqué. —Fama y fortuna—le revelo el sombrerero casi orgulloso o al menos fingió estarlo, porque en realidad había sido Avery quien le había explicado todo el asunto con la misma voz fingida y despampanante que él había usado. —¿Eso de qué me sirve?—cuestiono Avery con evidente voz de reclamo, pero quizás no contra él sino contra sí misma. ¿Realmente era una persona tan banal como para venderse solo por dinero? —No lo sé—admitió el sombrerero alzando los hombros— no sé exactamente como funciona tu mente ni que pretendías al hacer todo esto, pero decidí por mi cuenta que no te dejaría sola, espero que no te moleste una vez que me recuerdes. —¿Eres...?—lo medito un poco antes de concluir esa pregunta mientras trataba de hallar en el abismo una palabra adecuada— ¿Algún tipo de acosador? Él soltó una pequeña carcajada, no era común que Avery hiciera ese tipo de bromas, pero aprovechando la ausencia de su memoria, se dignó a reír, porque claramente se equivocaba o al menos en parte lo hacía. —No, no exactamente—admitió el sombrerero—pero no estamos aquí para hablar de mí ni tampoco de ti, recuerda que aún debemos jugar. Avery se sintió un poco decepcionada de que la conversación se desviara y continuara en ese mismo tema, en el juego de la reina roja, cuando también quería saber cuál era la relación que tenía con ese hombre y porque se había tomado la molestia de seguirla hasta ese lugar y pagar para jugar con ella. —Dime... ¿Qué debo hacer?—cuestiono Avery, quizás por mero instinto de supervivencia, porque claro que no estaba dispuesta a jugar, ya no quería jugar o al menos no sin memoria, al no tener más opción que continuar no opuso resistencia. —Crei que sin tus recuerdos nada te motivaría a continuar, pero veo que me equivoque—dedujo el sombrerero un tanto decepcionado, espera ver a una Avery asustada, incluso esperaba ver lágrimas resbalar por sus mejillas, pero tal vez eso era mucho pedir cuando Avery siempre había sido una chica bastante callada y reservada, firme e incluso inflexible. Claro que nunca la vería así en su vida, ni siquiera porque su identidad hubiese sido borrada temporalmente por causa de una droga, ella seguiría siendo la misma. —L-lo hago—dijo en voz baja mientras trataba de encontrar fuerzas para evitar no llorar— lo hago porque no tengo otra opción. Ellos me matarían. —¿Así que ya has tenido el privilegio de ver como se condicionan a las participantes de este juego enfermo?—cuestiono el sombrerero no muy sorprendido, ya que esa no era su primera visita al mundo bajo o como muchos osaban decirle "El país de las maravillas" claro que aquella ocasión había asistido por trabajo y no por placer. —Si te refieres el ver como asesinan a alguien, si ya lo he visto—expreso Avery para después tragar saliva, el tan solo recordar ese momento le provoco un tremendo escalofrío por la espalda. —¿Y aun así quieres jugar?—cuestiono el sombrerero con cierta curiosidad, ya que a pesar de su naturaleza fría y desinteresada, aquella debia ser la primera experiencia de Avery con la muerte y por muy fuerte que fuese, simplemente era algo que no podía pasar por alto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD