El juego

1124 Words
Avery levanto la vista hacia el espejo que tenía enfrente y observo su propio rostro sorprendido. Estaba consciente que lo que habían hecho ahí era precisamente venderla, pero no esperaba que fuera tan pronto. Trago saliva y entonces se secó las manos, salió del baño y entonces al volver a la habitación se encontró con un hombre, el cual no llevaba puesta una máscara, sino que parecía ser un hombre común y corriente. Se trataba de un anciano o al menos, así lo intuyo Avery, ya que su cabello estaba cubierto de canas, además de que llevaba un par de gafas y un traje un tanto común y para nada ostentoso a lo que había visto estando parada en el escenario. La joven que había acompañado a Avery al baño le ofreció que usara una bata de baño, de ese modo no mostraría tanta piel desnuda antes, ese hombre que en realidad solo estaba ahí por negocios, pero Avery aún no lo comprendía. —Por favor tome asiento—le indico la joven señalando una silla en medio de aquella habitación junto a una mesa donde aquel hombre había puesto un maletín. —¿Quién es usted?—cuestiono Avery una vez que tomo asiento, pero ese hombre frente a ella, no respondió, sino que miro a los guardias con máscaras de conejos que estaban a un lado de ella, parecía tenerles miedo y es que esa era una de las preguntas que él ya no podía responder en ese momento. —Tal y como me lo solicito, el dinero por su venta ya ha sido transferido a su cuenta—expreso el hombre ignorando la pregunta de Avery, pero mostrándole, enseguida, una captura de pantalla del estado de su cuenta bancaria. Avery leyó atentamente el nombre en la cuenta. Su nombre completo era Avery Roux, sonaba el de una persona importante, pero lo más impresionante, además de no reconocer su propio apellido era la cantidad exorbitante difícil de creer, al menos en ese momento. ¿Había sido el dinero lo que la había orillado a hacer todo eso? ¿A venderse? A pesar de lo mal que pintaba la situación para ella, Avery no desespero, sino que tomo aquella información como algo alentador, ya que ahora sabia su nombre y que muy probablemente estaba ahí por voluntad propia y no porque la hubieran secuestrado, pero aun así ya había comenzado a arrepentirse. No quería estar ahí y por supuesto no quería darle su cuerpo a cualquier hombre si es que un hombre realmente la había comprado. —Y el comprador, ha aceptado jugar a su lado, el juego de la reina roja—revelo, aunque muy probablemente ya habría hablado sobre eso antes, puesto que el hombre parecía conocerla bien. —¿Juego?—musito Avery tratando de encontrar una respuesta a esa tan anhelada pregunta. Después de oír esa palabra Avery comenzó a sospechar que todo eso debia tratarse de algo como eso "Un juego" puesto que la gente no solía ni debia comportarse como todo el mundo lo había estado haciendo. El hombre frente a ella, la miro con cierto desconcierto, puesto que había hecho una pregunta prohibida a la cual no le podía dar exactamente una respuesta clara, ya que la respuesta solo podía dársela una sola persona. El abogado se volvió hacia uno de los conejos, este miraba con suma atención al abogado, pues no solo estaba ahí para evitar que Avery escapara, sino también para que personas ajenas al juego hicieran cosas indebidas o rompieran las reglas, puesto que estar ahí implicaba que también debían acatarlas o de lo contrario, la muerte es lo que les esperaba. —¿Cuándo tardarán los efectos de la droga?—se atrevió a preguntar, aunque en realidad esa no era una pregunta prohibida, así que el conejo giro hacia él y miro su muñeca para verificar el tiempo. —Hace más de dos horas y media—le respondió y volvió a tomar su posición, una atemorizante. El abogado se volvió hacia Avery, la pobre no tenía muy buen aspecto aunque tuviera un sensual conjunto y un hermoso maquillaje sobre el rostro, parecía estar muy confundida y asustada, solo que no podía hacer nada para ayudarla, ya que ella había sido quien había entado ahí por voluntad. Avery escucho lo que el conejo le había dicho, confirmando lo que ella había pensado anteriormente, la habían drogado, pero ¿Para qué? ¿Acaso eso era parte de ese dichoso juego? ¿Hacerla perder su propio juicio para hacerlo mucho más interesante? —La droga tiene una duración de veinticuatro horas—aclaro el abogado para tranquilizarla— pero los efectos pueden durar varias semanas, esto es con la finalidad de que no ocupe sus virtudes, cualidades o influencias para ganar la corona de la reina roja. En cuanto a las reglas del juego, esas se las explicará su acompañante, es decir la persona que p**o por usted y su pase al luego de la reina roja. —¿Qué obtendré de todo esto?—quiso saber Avery, ya que parecía que las respuesta del abogado eran bastante limitadas gracias a la presencia de esos guardias que no dejarían de vigilarla, pero esa era otra pregunta prohibida, puesto que el premio, ademas de ganas una exorbitante cantidad de dinero, no era precisamente agradable, al menos no lo sería para la ganadora. Obtener la corona era una tarea que el acompañante debia convencer o en todo caso obligar a la participante en caso de ganar. —La respuesta a esa pregunta no me es permitido dársela—explico el abogado— pero lo único que puedo decir es que, de no ganar su vida estará en riesgo. Avery trago saliva mientras el abismo oscuro de su mente intentaba comprender como rayos se había metido en ese problema. ¿Qué clase de situación la había orillado a venderse? —¿Cuál es el propósito de que usted esté aquí?—pregunto Avery, cosa que su abogado sí podía responder. —Me aseguro de que ambas partes reciban y cumplan el contrato firmado—explico mientras sacaba un sobre de color rojo de su maletín y lo colocaba frente a Avery— esta será la identidad de su comprador y de esta forma deberá referirse a él. Avery tomo el sobre que tenía un extraño sello en forma de conejo blanco, estaba comenzado a odiar todos esos símbolos, pero aun así rompió el sello de cera y saco lo que había en su interior. Era una tarjeta negra con forma de una carta de póker con una reina de corazones grabada. En medio de esta había un nombre escrito en letras plateada que decía: "Sombrerero loco"
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