Lucero Ingresé al lugar hecha todavía un mar de furia, nervios y quizás, pero solo mínimamente, excitada, sin embargo, nada me preparó para lo que había ante mis ojos, el lugar estaba lleno de personas, las mesas eran alargadas con muchos puestos, quizás unas veinte personas cabían perfectamente por mesa, la algarabía era muy fuerte y los meseros iban de un sitio a otro sin descanso, pero a pesar de eso se sentía muy alegre el ambiente. —¿Esperabas un lugar muy lujoso? —No, pero tampoco esperaba esto. —¿Por qué? ¿Muy corriente para tu gusto? —Creo que más bien es al revés, no es un sitio donde te imaginaría comiendo ni mucho menos llevando a alguien —contesté sin salir de mi asombro en lo que veía la decoración tan exquisita y propia del territorio que decoraba el local. —Supongo qu