Mónaco, Francia
Bárbara Clyde
Mi cuerpo dolía, la torcedura en mi tobillo me impedía huir y lo peor era que Bonetti tenía las de ganar al llevar tanto tiempo golpeándome.
No puedo creer que mi vida termine de esta forma, me niego a creer que yo, Bárbara Clyde, descendiente de una familia poderosa no en dinero, contactos o algo que se le parezca, sino poderosa en valores, en no dejarse vencer por nadie y que siempre daba la cara ante las dificultades, hoy termine siendo golpeada por mi ex esposo deseando verme muerta para reclamar los seguros de vida que sacó a mi nombre.
Entre golpes y zarandeos puedo imaginar los titulares de mañana en todo el país, pero lo que más me dolería sería que ese infeliz se saliera con la suya, que termine dejando a nuestras dos hijas: Viola y Madge, en la calle (por no pensar en una peor situación) y hulla con el dinero que obtendrá por mi muerte, pero no lo permitiré, soy una Clyde y no dejaré que este infeliz poco hombre acabe conmigo y mis hijas, ya me robó años de vida, abandonó a mis niñas, las manipuló casi toda su vida para que terminasen en mi contra, me robó mucho dinero y quiso arruinar mi reputación, pero hasta aquí le llegó el chistecito al idiota porque no le pienso pasar una más.
—Lo reconozco, eres difícil de matar, Bárbara, pero al final lo conseguiré —soltó con desdén mientras yo seguía en el suelo divisando la lámpara que estaba a dos metros de mí.
—Claro que lo soy, Bonetti, ¿sabes por qué? —me giré como pude viéndolo con el mayor odio del mundo—, porque soy una Clyde y a mí no me vencerás tan fácil, hijo de puta.
Por un instante me olvidé del dolor y apoyada en mi pie bueno, di un impulso logrando acercarme a la lámpara, golpeé a Bonetti en la pierna antes de que pudiese patearme y me sujeté de su pantalón levantándome lo suficiente para atinarle otro golpe que lo hizo caer de rodillas quedando a mi altura.
—Esta es la última vez que me pones una mano encima, la próxima te irá peor y si algo le pasa a mis hijas, juro que te mataré.
Sostuve con todas mis fuerzas la lámpara rompiendo el bombillo en su cara y seguí clavándola varias veces del lado izquierdo. Sabía que no lo mataría y no era mi propósito, pero sí devolverle cada golpe recibido, lo que terminó ocurriendo hasta que perdió el conocimiento y yo caí contra la pared con las ganas más grandes de llorar.
(…)
Hoy por fin me darán el alta después de estar una semana en el hospital, a pesar de todo, hice lo posible para hacer las declaraciones correspondientes a la policía, a ese idiota ya se lo habían llevado después de atenderlo y ahora estaba a la espera del juicio, por suerte moví un par de influencias para que el juez no le permitiese salir con fianza y le pagué a alguien en la cárcel para que le diera otra golpiza en mi nombre.
—¡Mamá! —sentí que el alma me volvió al cuerpo en cuanto mis hijas ingresaron a la habitación abrazándonos las tres tanto como pude resistir.
—Mis niñas, ¿están bien?, ¿les hicieron algo?
—No, por suerte la policía llegó a tiempo, pero no nos dejaron salir hasta no terminar la investigación y las declaraciones, lo peor es que no nos querían dar razón de ti —contó Vio atemorizada.
Antes de que Bonetti atentase contra mí, dijo que se había llevado a mis hijas y que nunca más las volvería a ver, siendo ese el detonante para la pelea de aquella mañana, estuve como loca al pie del cañón los primeros días para dar con ellas hasta que al fin me dieron la noticia de que las habían encontrado en Ruan, al norte del país, no me dieron muchos detalles en el momento más allá de que estaban bien y vivas, pero necesitaba verlas para asegurarme de que fuese verdad.
Por otra parte, no quise avisar a mi familia de lo ocurrido, no quería alarmarlos a no ser que fuese necesario y de igual forma ya tenía la situación bajo control al usar mi poder e influencias en el país. De algo tenía que servir abrirme campo en Francia como diseñadora de modas, además de que no llegué hasta la cúspide solo por una cara bonita.
—Mamá, ¿qué pasará ahora? —preguntó Maddy.
—Su padre está en prisión y será llevado a juicio, así que las llamarán a declarar, nos reuniremos con mi abogado para saber bien el proceso que se llevará a cabo, pero refundiré a ese infeliz el resto de su vida.
—Por favor, mamá, no permitas que salga.
—Tranquila, Vio, hay suficiente evidencia para encerrarlo, pero saben que todo proceso legal tiene su tiempo, así que sean pacientes.
La ventaja en este caso es que mis hijas ya son adultas y no tendré que disputar nada con ese infeliz, además de que ambas no quisieron saber más de él desde que cumplieron los dieciocho cuando el juez de familia dictaminó que ellas podían escoger libre y voluntariamente si deseaban ver a su padre o no, siendo a su vez un gran alivio para mí ya que él supo tomar en su momento muchas ventajas de sus contactos para obtener la custodia compartida.
Sin embargo, mis hijas ya estaban desligadas de él cuando hace varios años tuvimos una fuerte discusión que ellas escucharon sin que nos diéramos cuenta y Bonetti, confiado de que ellas no estaban, mostró su verdadera cara negándolas como hijas y tratándolas de prostitutas, lo peor fue que cuando ellas lo encararon en ese instante, él, ante la presión de verse descubierto y los reclamos de nuestras hijas, abofeteó a Vio siendo el causal perfecto para tomar la custodia completa de ellas, lo que por desgracia no ocurrió.
Fueron casi cuatro horribles años viviendo así hasta que pudimos desligarnos de él y entonces decidió ejecutar esta venganza contra nosotras que por suerte no consiguió. Por desgracia, seguía sin saber cuál era el propósito al secuestrarlas, pero ya me enteraré de eso más adelante con ayuda de los abogados e investigadores.
Una semana más transcurrió, me encontraba mejor de mis heridas y a pesar del susto que pasamos decidimos no dejarnos vencer por el miedo, así que celebramos a finales de agosto el cumpleaños de mi bella Madge por todo lo alto, pero algo dentro de mí me suplicaba salir de Francia, así que convencí a mis hijas de ir a E.E.U.U., solo que las sinvergüenzas decidieron desviarse a Los Ángeles en lo que yo partí a Nueva York. Igual seguíamos al pendiente del juicio y vivíamos tranquilas de cualquier peligro al saber que Bonetti estaba en la cárcel, pero no por eso las dejé viajar solas, sino que les coloqué varios escoltas. No obstante, esta semana quería aprovecharla para visitar a mi hermana y si todo salía bien, quizás celebraría con ella su cumpleaños a mitad de septiembre.
—¡Bonny! —su alegre grito contagió mi corazón a la salida del aeropuerto.
—¡Livi! —corrimos hacia la otra abrazándonos muy fuerte—. Estás hermosa, no cabe duda de que sacaste la belleza de mamá.
—No te hagas la digna que también sacaste mucho de ella y de la abuela.
—Cierto, cierto, lo mejor de las mujeres Clyde está en nosotras —reímos dándonos otro abrazo.
En el transcurrir de las horas nos fuimos poniendo al día, le conté cómo estaban mis hijas y el calvario que vivimos las últimas semanas con Bonetti, así como ella también me contó algunos desagradables acontecimientos de este lado con su hija y su novia, quien por desgracia no salió bien librada de su ex como yo.
—¡Debiste decirnos, Bonny, sabes que te habríamos ayudado! —modo: mamá Livi, activado…
—Lo sé, pero todo ocurrió muy rápido, ese idiota me cogió saliendo de la ducha y de no ser porque le di pelea, habría resultado violada, golpeada y muerta en mi propia casa.
—No digas eso, no quiero ni imaginarte en algo así —contestó nerviosa al borde de las lágrimas haciéndome sentir mal.
—Disculpa, no era mi intención.
Livi es una mujer muy fuerte, mucho más que yo si soy honesta, pues ella ha tenido que lidiar con varios golpes en la vida que dejaron profundas heridas, como el hecho de que no puede quedar embarazada por un accidente (o bueno, eso le hicimos creer años atrás ya que la verdadera historia es mucho peor). Asimismo, el tener que lidiar con Ragnar, una hija que está en la mafia; Robert y Liam, dos hijos que son unos reconocidos abogados en el país a su temprana edad y Travis, que es un pediatra con la misma cara de casanova de su padre enfrentándose a los peligros de la medicina y los pacientes, ella prácticamente se ha olvidado de lo que es pasar una noche tranquila, aunque cuando se es padre eso se olvida por completo.
Si bien es cierto, Travis es hijo biológico de Oz, pero fue criado desde su nacimiento por mi hermana quien lo adoptó un tiempo después, y cuando llegó Ragnar (la menor de los cuatro) bajo condiciones… “especiales” (siendo una historia compleja), también la adoptó junto a Marcus, el amor de su vida aunque se niegue a aceptarlo.
Ellos tuvieron una historia de amor de telenovela, pero no quedaron juntos sino hasta varios años después cuando la calamidad llegó una vez más a la vida de Marcus dejándolo viudo. Un accidente se llevó a su esposa embarazada y sus dos mejores amigos que eran los padres de Robert, así que mi hermano tomó su tutoría al ser tan cercano a Liam (su hijo biológico), pero más que nada porque Robby no tenía más familia que se hiciera cargo de él y Marc no lo dejaría en el sistema.
Jamás se lo dije a Livi, pero siempre he creído que Dios intervino para que Ragnar llegara con ellos y los uniese de nuevo, ya que fue ella el motivo para que Livi comenzara a vivir en casa de Marcus, además, si no lo amase todavía pese a negarlo rotundamente, no seguiría viviendo con él aun cuando los mosqueteros son adultos y viven fuera del nido.
—Lo único importante es que están a salvo, pero no vuelvas a hacerlo, Bonny, si están peligro, habla, somos tus hermanos y te daremos el apoyo necesario.
—Gracias, Livi, por ahora todo está bajo control, pero si las cosas se complican, le pediré a Marc que me ayude.
—Igual hablaré con él para que envíe un abogado, nunca está de más otra opinión.
—De acuerdo, si eso te deja más tranquila, adelante, por ahora vamos a desempacar con una botella de vino y en la noche saldremos a un bar a divertirnos.
—Tú no cambias —contestó alegre negando con su cabeza y nos fuimos a mi recámara.
Esta vez me comeré a Nueva York para olvidar el mal trago que pasé.