40.    ¿DÓNDE ESTÁ BECCA?

2025 Words
París, Francia Bárbara La situación cada día se había tornado más caótica con Becca en mi oficina, creí que hace una semana al llegar Isma se calmaría y más tras hablar con ella, pero no, en cuanto recibió la llamada de Oz solicitándole viajar a Londres, ella se volvió más inquieta que antes haciendo hasta lo imposible por llamar su atención, y para colmo, dos niñeras se retiraron en esta última semana, ¡DOS!, todo porque mi bella hija creyó gracioso jugarles “pequeñas e inocentes bromas”. Por desgracia tenía una agenda que cumplir y pese a no estar listos algunos pisos, debí comenzar el trabajo intensificando las horas con mi equipo para las sesiones fotográficas, reuniones, eventos y mil cosas más que en ocasiones no podía hacer bien por Becca, así que la envié al piso siete para una sesión fotográfica con la esperanza de tenerla ocupada al menos cuatro horas. —¿Cómo vamos hasta ahora? —pregunté a mi asistente al llevar mi hija cerca de dos horas en sesión. —Muy bien, en breve tomarán un receso, cambiarán el área y adelantaremos la sesión para Vogue. —Sé que no debería abusar de mi puesto, pero ya no soportaba más —caí rendida en la silla sintiéndome de lo peor. —Señora Clyde, a pesar de todo, hay que entender que su hija es como cualquier otra niña que quiere estar con su padre, no es fácil para ella tenerlo tan lejos, así como tampoco lo fue para sus otras hijas cuando eran más pequeñas el tener a sus padres ausentes. Sus palabras calaron hondo al ser esa una época tan complicada para mí que se supone no debería ser igual para Becca, al menos ese era el propósito con Isma, pero creo que comienzo a dudar… —¿Crees que estoy repitiendo la historia con Becca? —No —me entregó un vaso con agua y medicación para el dolor de cabeza—, llevamos trabajando juntas casi veinte años y si me permite decírselo, no hay punto de comparación entre el señor Friedman y el señor Bonetti. —No me refería a ellos. —Lo sé, pero usted tampoco es la misma y es lo que debe considerar. —¿Y por qué me siento tan mal como madre? ¿Por qué siento que mejor debí renunciar a mi cargo en vez de…? —¡No! —interrumpió firme sorprendiéndome— Señora Clyde, lo que usted vive con su hija lo pasan muchas otras mujeres, créame, pero Becca también debe comprender que no siempre habrá tiempo para ella, que usted y su esposo tienen un trabajo que cumplir y debe aceptarlo. —No quiero sonar mal con esto, pero al menos Isma y yo tenemos la ventaja de que no nos falte el dinero, podríamos renunciar a nuestros trabajos y… —En el fondo sabe que no es lo que quiere y estoy segura de que él tampoco quisiera eso para usted. Es increíble cuánta confianza le he depositado siendo la persona más cercana a lo que viví casi desde que llegué a Francia, solo ella sabía el infierno que vivía con mis hijas y Bonetti, solo ella sabe cuánto sufrí en verdad y lo mucho que callé a mi familia, así como también supo que Ismael era y sigue siendo el único dueño de mi corazón, pero si ella al ser testigo de cada paso en mi vida cree esto, entonces quizás sí deba escucharla más que a cualquier otra persona. —Gracias, no sé qué haría sin ti. —Yo tampoco, pero sé que me esperará un gran bono a fin de año. —Igual que siempre —reímos en un ambiente tranquilo al quedar más confiada gracias a su intervención y continuamos nuestro trabajo. La agenda cada vez se iba llenando más con los avances que hacíamos y con el transcurrir de los minutos, algunas ideas se me iban cruzando solo de pensar en algún viaje con Becca e Isma, quizás podríamos visitar a Christy y Vio en Princeton o viajar a otro lugar en Europa como España o Italia para el verano antes de que mi hija comience la primaria. —No puede ser… —el preocupante tono de ella me inquietó—, sí, entiendo, por ahora cierren y vigilen las entradas y revisen las cámaras de seguridad, también envíen a alguien a revisar los alrededores en lo que yo me encargo de cada piso. —¿Qué ocurre? —pregunté en cuanto colgó. —Becca desapareció, no la encuentran por ningún lado y tampoco está su morral. Mi vida se paralizó en ese instante siendo la culpa y el terror lo único que me inundaba. (…) Becca Ya estaba harta de todo, mi mamá trabajando todo el tiempo al igual que mi papá, mis hermanas lejos y yo aquí sola, creí que la sesión me ayudaría como dijo mamá, pero no fue así y me metí entre la ropa tomando el ascensor hasta salir del edificio, quería ir a casa, al menos allá podría estar en la oficina de mi papá y dibujar, pero ya me estaba cansando de caminar y creo que me perdí porque cada vez recuerdo menos las calles por las que voy, ya que siempre vengo con mi mamá y nuestro chofer a su trabajo, así que al no poder dar un paso más, me senté cerca de una fuente. No sabía qué hacer, cómo ir a casa o cómo volver al edificio, pero si llamo a mi mamá y se entera que salí me regañará muchísimo, así como sé que el castigo que me dará será eterno. —¿Qué hago? —abracé mis piernas escondiendo mi cabeza entre estas sin dejar de llorar. —¿Estás bien? —negué y sentí cómo la mujer se sentaba a mi lado—. ¿Te duele algo? ¿Estás herida? —volví a negar—. ¿Dónde está tu mamá o tu papá? —lloré más que antes sin saber qué hacer, tenía mucho miedo. —No lo sé, no sé en dónde estoy, papá está lejos y mamá no sabe en dónde estoy. —Tranquila, no llores, yo te ayudaré —levanté mi cabeza al acariciar mi cabello encontrando a una joven muy bonita de ojos azules, tiene su cabello recogido y viste sencilla, pero es muy, muy linda—. Soy Marion, ¿cómo te llamas? —B-Becca. —Un gusto conocerte, Becca. ¿De casualidad tienes el número de tus padres o recuerdas en dónde los viste por última vez? —Estaba con mi mamá en su trabajo, pero me escapé y no sé cómo regresar. —¿Sabes cómo se llama la empresa donde trabaja o algo que nos dé un indicio para buscarla? —volví a llorar abrazándola con el cuerpo temblándome como gelatina—. No llores, pequeñita, no te haré daño, pero debemos ir con tu mami, debe estar preocupada. —E-Ella no sabe, trabaja mucho y mi papi tampoco está… E-ellos… no quieren estar conmigo. —No digas eso —me abrazó fuerte dándome un calorcito en el pecho—, tu mami y tu papi te quieren muchísimo, pero te escapaste y eso está mal, por eso debes volver a casa con ellos. —¡Mamá me regañará muy feo! —Es normal, no tenías por qué escaparte, pero te aseguro que estará más tranquila si sabe que estás bien. No sé, pero algo me daba tranquilidad en ella, era amable y bonita conmigo, también me dejó llorar un ratico más en su pecho mientras acariciaba mis rizos igual que hace mamá y a veces me abrazaba fuerte como ella. —¿Qué te parece si vamos a comer algo aquí cerquita y me cuentas más de ti? Así sabré a dónde debemos ir. —No tengo hambre. —De acuerdo, entonces dime algo de tu mamá para encontrarla. —Trabaja en Clyde B. es un edificio grande y muy bonito. —¿¡De verdad!? ¡Yo también trabajo ahí! —mi corazón latió rápido al pensar que vería de nuevo a mi mamá. —¡¿Puedes llevarme?! —¡Claro, vamos enseguida! —nos levantamos y ella me ayudó a limpiar mi vestido, pero me detuve antes de dar el segundo paso—. ¿Qué pasa? —Mamá dijo que si hacía algo malo me castigaría y si sabe que salí del edificio… —Becca —sujetó mis manos arrodillándose— ¿Qué te parece si vamos al edificio? Buscaré la manera de hacerte entrar sin que nadie se dé cuenta y haremos algo tú y yo para que nadie sospeche nada. —¿Qué? —Yo soy fotógrafa, si quieres simulamos una sesión y si alguien pregunta, decimos que tú me lo pediste porque querías darles una sorpresa a tus padres. ¿Qué dices? —Eso es mentir y no debo decirles mentiras a mis padres. —Sé que no, pero quizás así evitemos tu castigo, aunque deberás ir de inmediato con tu mami o puede preocuparse de verdad. —¿Y si sabe que me fui? —Entonces le diremos la verdad, yo le contaré y verás que no pasará nada malo. ¿Confías en mí? Mi familia siempre me dice que no debo hablar con desconocidos, pero ella dice que trabaja con mi mamá así que debe conocerla y es una buena persona, por lo que puedo confiar en ella. —Está bien, pero me acompañas a decirle la verdad. —Descuida, no te dejaré sola. Volvimos tomadas de la mano al edificio donde había mucha gente afuera que no nos dejaba ingresar, pero Marion me llevó a otro lugar que estaba en la parte de atrás, nos encontramos con un vigilante al que le dijo algo que no escuché y después ingresamos llegando a un bonito jardín que papá diseñó en el primer piso, ahí le conté a Marion sobre mis padres, mis hermanas, mi sobrina y lo mucho que los quería, también le mostré unas fotografías que llevo conmigo y se sorprendió mucho al saber quién era mi mamá, pero esto la inspiró a querer fotografiarme en el jardín que hizo mi papá, así que modelé como mamá me enseñó colocándome en los lugares que ella me decía. Quizás sea un poquito raro, pero es la primera vez que me divertí tanto tomándome fotos aquí sin que fuera para una revista, con Marion era como un juego donde las dos nos divertíamos mucho y a ella le gustaba escuchar de mi familia, mis estudios y le conté también que me sacaron del colegio porque tuve problemas con unos niños que me molestaban, pero me dijo que no estuviera triste porque en mi nuevo colegio tendría muchos amigos, aunque no creo que ninguno sea tan divertido como ella. —Gracias por ayudarme. —Descuida, me alegra haberte encontrado antes de que alguien muy malo lo hiciera. —A mí también porque hice una amiga —corrí hasta ella al querer mostrarme las fotos en su cámara—. ¡Están hermosas, deberías mostrárselas a mi mamá!, a ella le gusta mucho esas fotos, dice que al jugar con la luz y la sombra natural es mejor —la miré feliz, pero ella parecía rara—. ¿Qué tienes? —Nada, solo que no creí que seríamos amigas. —¿No eres mi amiga? Porque yo quiero que lo seas, eres linda conmigo y me trajiste con mi mamá, eso hacen las amigas, se cuidan. —Sí, pero no tenía una amiga desde hace mucho tiempo y aquí en Francia no tengo a nadie. —¿No tienes familia ni amigos aquí? —negó con su cabeza, se veía muy triste y no quería que estuviera triste por mi culpa, así que la abracé—. Yo seré tu amiga, Marion, y lo mejor es que trabajas aquí y podré visitarte mucho. —Gracias, Becca, eres muy linda y la mejor amiga que pude conseguir —me abrazó y nos sonreímos sintiendo otra vez el calorcito en mi pecho.

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