Capítulo 5 Encuentro inesperado

1586 Words
Eduardo no había vuelto a hablar con Yamel después de la discusión. Se enfocó en resolver los negocios de la empresa hasta que Jael y Denis lo invitaron a comer y pasar el rato. — ¿Viste el programa en el que Yamel está trabajando? — preguntó Jael. Sin esperar a que este contestara le mostró un video donde Yamel salía vestida con traje formal luciendo asombrosa. — La vi en la tele. Yamel luce como la mujer perfecta para pasar el resto de la vida con ella. De seguro ha de tener muchos admiradores.— dijo Denis suspirando ante el recuerdo. — deberías sentirte orgulloso, Eduardo. ¿Orgulloso? — No hables de eso Denis, no importa lo hermosa que sea la esposa de Eduardo, él solo tiene ojos para Sabrina. — dice Jael como si Eduardo no estuviera ahí escuchándolos. Eduardo suspiró cansado. Por un lado tenía a Yamel pidiéndole los papeles del divorcio cada vez que podía y luego estaban sus amigos recordándole que iba a perder a la mujer perfecta. No podía evitar sentirse frustrado cada vez que hablaban de su esposa como siestuvieran esperando a que se divorciaran para intentar algo con ella. Era como si todos estuvieran al acecho y eso frustraba mucho a ese hombre. — ¿Cómo es que no sientes nada por Yamel? —preguntó Denis. Insistían en molestarlo con eso. — El sí lo hace Denis, solo espera a que le empiecen a llover pretendientes y se conviertaen la amante de uno de esos hombres adinerados. Verás como admite que le gusta a su esposa. — respondió Jael para que Denis no siguiera presionando con la misma pregunta. — ¿Qué dijiste? — habló finalmente Eduardo. — ¿Qué? ¿Te molesta que diga la verdad? Desde el momento en que se habló del divorcio debiste hacerte la idea. Cuándo Yamel firme el divorcio ella estará con alguien más. ¿Qué mejor que un hombre rico que le sepa dar su lugar? — puntualiza Jael.—Estará libre para hacer lo que le plazca, ¿crees que podrás decir u opinar algo cuando estén divorciados? No seas tan iluso. Una vez que firmes…ella será libre. — Ellas seguirá siendo parte de mi familia aunque no estemos juntos. — Entonces, ¿cómo es que ignoras a tu familia por tres años? ¿seguro que son familia? Y en todo caso, estarán divorciados, no vengas ahora con cuentos ñoños. Eduardo se quedó con la boca cerrada. Su amigo estaba en lo cierto, nunca había intentado saber algo sobre su esposa durante los tres años que estuvo fuera del país. Agarró su bebida y se dio unos cuantos tragos. — Por cierto, ¿desde cuándo te preocupas tanto por Yamel?— preguntó Denis girando a ver a Jael. —¿ No estarás interesada en ella?—aquello puso algo de tensión entre los tres, pues era cierto que Jael no dejaba de hablar de Yamel cada vez que podía. — Desde qué es mi amiga.—¿Amiga? Eduardo lo fulminó, como si quisiera irle encime.—Y si lo estuviera no estaría haciendo nada malo después de todoEduardo ya le entregó los papeles del divorcio. Además no me involucraría con alguien por quien uno de mis amigos está enamorado aunque este no lo quiera admitir. —Deja de estar hablando disparates. —No lo niegues Eduardo, estás con Sabrina por lástima. A quien realmente amas es Yamel.—insistió Jael, como si realmente supiera de lo que hablaba. Eduardo no negó nada de lo que su amigo decía porque hasta el mismo empezaba a sentir dudas y pensar que era cierto no era normal en él no quería dejar salir a Yamel de su vida por más que insistiera y se excusaran que solo era porque esta pertenecía a su familia *** Yamel iba saliendo de su trabajo totalmente agotada, solo pensaba en llegar a su casa y tomar un baño relajante cuando de pronto la llamada de alguien la hizo detenerse. Era su jefe inmediato en el programa quién la estaba llamando. — Pensé que no te alcanzaría, saliste corriendo del programa. — ¿Para qué me quería alcanzaré? — preguntó Yamel desconcertada. — Solo quería pedirte que me acompañaras a cenar. — Está bien. — acepta Yamel sin pesar en nada fuera de lo común, se llevaba bien con su superior y no veía nada malo en cenar juntos. Yamel y su superior se dirigieron hasta el restaurante que estaba cerca de la oficina, charlando sobre el trabajo y recibiendo consejos de este para seguir haciendo bien su deber. El ambiente estaba genial hasta que dos personas tomaron asiento frente a ellos sin siquiera pedir permiso. —Nos volvemos a encontrar Yamel. — habló Sabrina como si no se estuviera comportando fuera del lugar. — ¿ Quién es tu acompañante? Yamel maldijo para sus adentros y le brindó una mirada disculpa a su jefe. — Este es el señor Enrique, mi compañero de trabajo. —Mucho gusto, yo soy Sabrina y este es mi prometido Eduardo Gómez, seguro ha escuchado de él. — Sabrina habla de eso sin inmutarse ante la mirada de incomodidad de Yamel. — Ya que estamos aquí, podemos cenar juntos así aprovechamos para celebrar que Yamel consiguió un empleo. Sabrina sonrió tratando de ocultar la astucia que brillaba en sus ojos. Yamel miró a Eduardo y evitó decir algo que la dejara mal parada ante su jefe. Luego de que la decisión estuviera tomada cada uno ordenó su cena, en lo que llegaban los platos Sabrina seguía hablando e interrumpiendo con comentarios nada prácticos la conversación de Yamel y su jefe. —¿Qué piensan de este vestido de novia? — preguntó de repente mostrándole la foto a Yamel y Enrique. — Es hermoso pero muy caro no sé si debería comprarlo. — dijo Sabrina sin darles tiempo a responder. — Si tanto te gusta estoy seguro de que tu prometido lo comprara para hacerte feliz. —dice Enrique después de tomar un bocado de su plato. — Si. Eduardo te lo comprará. — secunda Yamel haciéndose la ciega ante la mirada sin emoción que este le estaba lanzando. Viéndose obligado a cumplir el capricho de Sabrina a Eduardo no le quedó otra que sonreír. Yamel luego continuó ignorándolo y hablando con su jefe, no pensó que podría llevarse tan bien con él al principio. De esta forma evitaba caer en los recuerdos que empezaban a atacar su mente sobre su boda con Eduardo y el poco esfuerzo que este hizo para hacerla feliz. — Ya sabes Yamel, si tienes alguna duda sobre el trabajo no dudes en buscarme. — dice Enrique con una sonrisa amable. — Pues te estaré molestando. — dice Yamel devolviéndole la sonrisa. Todos salieron del restaurante con intención de irse. Justo cuando ya estaban a punto de marcharse Eduardo agarró a Yamel del brazo dejando confundidos a Sabrina y Enrique. — Volvemos en un momento. Eduardo se llevo a Yamel a otro lado y la acórralo contra la pared. No sabía porque estaba actuando de esta forma pero de solo ver a su esposa hablando con otro hombre sin prestarle la más mínima atención lo hizo enfurecer. — No me gusta lo que estás haciendo, deja ese trabajo. — ordenó este con una aura dominante. Acercándose más al cuerpo de Yamel. — No lo haré. ¿Qué sucede contigo? — preguntó esta enojándose. — Vas a dejarlo. — insistió Eduardo Yamel se enfureció más y dio un paso hacia adelante quedando aún más pegada a Eduardo logrando así que cualquier persona que lo viera malentendiera lo que realmente estaba pasando. — No tienes ningún poder sobre mi. No haré lo que pides solo porque no te guste mi trabajo. — Sinceramente Yamel no lograba entender el comportamiento del hombre que tenía frente a ella. ¿por qué actuaba tan diferente? ¿Por qué cuando solo faltaba una firma para que nada los uniera? Ahora que por fin empezaba a enterrar el amor que sentía por él este se aparecía cuando menos lo esperaba y la trataba bien como si intentara recuperarla. Eduardo miró fijamente a Yamel sintiéndose extraño. Era obvio que un ambiente diferente estaba naciendo en cada uno de sus encuentros. —Si trabajar es lo que quieres puedo comprar ese lugar y hacerte la jefa. — Ya dije que no. No tienes que ver con lo que hago además pronto estaremos divorciados. Yamel a empujó a Eduardo y volvió a dónde su jefe y Sabrina los esperaban. Si continuaba un minuto más cerca de ese hombre era posible que la convenciera y no podía dejar que este siguiera influyendo en sus decisiones. —¿Todo bien?— preguntó Enrique preocupado. —Sí, ya podemos irnos. Enrique no indago más y se fue con Yamel llevándola directamente a su casa y asegurándose que todo estuviera realmente bien antes de irse. Yamel entró a su hogar y finalmente pudo quitarse todo el estrés que había acumulado durante ese encuentro con Eduardo y su prometida. Había sido un día agitado. Pensó que debería empezar a buscar un nuevo lugar donde comer, no quería seguir encontrándose con ese dúo en cada ocasión. Y mucho menos quería que los sentimientos que tenía por su esposo volvieran a revivir ante los confusos comportamientos del hombre que se volvería un extraño para ella. Si seguía así solo ella sería la que terminará con el corazón roto. Aún más de lo que ya estaba.
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